lunes, 23 de enero de 2012

Parejas

Hoy, un día de enero, me encuentro en Motril, bajando del frio me ha recibido una temperatura muy agradable, así he aprovechado para sentarme en una terraza y tomarme un café. Durante ese momento he sido testigo de dos escenas que me han llevado a escribir esta entrada.
                Como avanzo en escribir, me va apeteciendo expresar más sensaciones y comunicar aquello que siento. La primera escena transcurre así: Un joven en la treintena llega, se sienta y pide un café, está entretenido con su móvil. Al minuto llega una joven de edad parecida, por la familiaridad con que se sienta intuyo que sean pareja. Él sigue abstraído en su maquinita como si no hubiera llegado nadie, al segundo deja el dispositivito, mira a la chica, intercambian alguna palabra y solo entonces se saludan con un  pico en la boca. Desde que llega la muchacha hasta el saludo han pasado al menos cinco minutos.
                La otra escena se desarrolla en una mesa al costado de  la mía. Están en la misma edad que los anteriores, un joven y dos muchachas, por la forma de comportarse, aunque no haya ninguna manifestación afectiva, concluyo que el hombre y una de las mujeres son pareja. Él hace comentarios con desdén de ella, como si le transmitiera a la otra muchacha que él era el importante, pronuncia borderías de ella como gracias. En ningún momento le dirige una frase cariñosa, amorosa. En todo punto parece que quiere dejarla en ridículo “gracioso” ante su amiga, las dos muchachas se tratan como amigas.
                Frecuentemente decimos que no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos,  por mi experiencia actual me he llenado de tristeza. Allí solo con mi café, he pensado en tantos momentos que perdemos de decir te quiero, de demostrarle a alguien lo importante que es para nosotros, lo agradecidos que estamos de que nos considere, de que nos haya dejado entrar en su vida, lo a gusto que estamos con ella, con él.
                Por eso quiero dedicar esta entrada a las parejas, a los compañeros, a los matrimonios, a los juntados, juntadas, a todos aquellos y aquellas que sienten algo, más o menos especial, pero que consideran que tienen un proyecto común, sin importar su condición, religión o sexo.
                No perdamos en nuestras vidas momentos de decir te quiero, de comprender, de manifestar, de expresar nuestros sentimientos, de querer, de desear, de apasionarnos. Todo instante es adecuado para nuestras caricias, nuestros besos, nuestras insinuaciones, nuestras invitaciones, nuestros ofrecimientos.
                Nunca es suficiente, bastante. Siempre debe arder en nosotros-nosotras una llama que nos lance hacia nuestra amada-amado. Una llama continua que tenemos que fomentar con nuestra pasión, nuestra delicadeza, nuestra atención, nuestra comprensión, nuestra disposición, nuestro amor.
                Que nunca nos venza el aburrimiento, la fatiga, la desidia, la envidia, los celos, la maldad. Que siempre nos acompañe el amor, la alegría, la amistad, el deseo, la pasión, la simpatía, la complicidad, el afecto.
                Por eso escribo que en la melancolía de mi estado me corcome pensar en tantos momentos de dicha que he perdido por racanear un beso, una caricia, por mostrarme altivo, orgulloso, por no comprender, por estúpido, imbécil, por no ceder un paso, por no saber interpretar su amor, por no querer reconocer mi amor, por no ser delicado, amable, alegre, simpático. Por obstinarme en caminos equivocados, por no expresar mis sentimientos, mis emociones, mis deseos, mi enamoramiento. Por querer ser más, por vanidoso, por impertinente, por bocazas, por tantas tonterías expresadas, practicadas.
                Tantos instantes perdidos por creer que mis circunstancias eran más importantes, por creer que mis derechos eran más primordiales, por creer que la razón era mía, por creer que tenía que ser ella la que cediera, que ella tenía que venir a mí, por pensar que yo daba más, que yo era el bueno, el delicado, el mártir, el ofendido.
                Ahora me doy cuenta que en esos momentos, en la pareja, no hay vencedores, solo vencidos. Que estamos aquí para agradarnos, para hacernos felices, para expresarnos, para amar y ser amados. Que todo lo que escatimemos para ello, después lo echaremos en falta.
                Por eso digo quereros, amaros, disfrutaros, comunicaros, expresaros, desearos. Que nunca haya tontería, problema, gilipollez, obstáculo que impida que seáis felices.

sábado, 14 de enero de 2012

Adrián

Esta entrada está especialmente dedicada a mi hijo Adrián, versa sobre su vida actual, sus ilusiones, su comportamiento y todo lo que aporta a mi triste vida presente.
            El infortunio más atroz ha hecho que hoy sea mi único consuelo-desconsuelo. Consuelo porque en él veo a ella, porque su serenidad me da paz, porque sus ilusiones me permiten seguir viviendo, sintiendo, porque su atención y delicadeza conmigo me producen momentos de dicha, porque su vida me permite tener un objetivo en la mía: su felicidad.
            El desconsuelo me lo produce porque me duele muchísimo, que con su corta edad, se haya visto privado de una madre tan especial, tan comprensiva, tan maravillosa, tan alegre, tan dichosa, tan ilusionante, tan amiga y madre. Que no le pueda contar, acurrucados en el sofá, calladamente, sus fantasías, sus utopías, sus logros, sus preocupaciones, sus deseos y escuchar su risa fresca, limpia, carcajeándose de sus desastres, de sus ingenuidades, de su sinceridad, de sus tropezones. Pero siempre animándole, diciéndole no pares, sigue, avanza, conquista una parte más, no tengas miedo, persiste, camina, conquista, triunfa.


            Adrián has sido y eres nuestra dicha, tu cariño, tu afecto, delicadeza, que desarrollas especialmente con las personas mayores, tu lealtad, también primordialmente con los amigos, tu generosidad, tu bondad, tus ganas de reir, tus ansias de saber, tu obediencia. Todo hace que mi vida tenga sentido, que me sienta orgulloso de ti, que me considere afortunado de ver como te tratan, te aprecian, te valoran los amigos y cuantos te rodean. De ver como sin dejar de ser niño te vas haciendo mayor, de comprobar que mantienes la transparencia, la limpieza, la gratitud, la inocencia de los angelotes, de los pequeños, de las personas buenas.
            Aunque a veces me duelan tus decepciones, tus silencios, tus inseguridades, tu dejadez, tu lejanía. Tu sola aparición, un rato de charla, una conversación, un pequeño encuentro me devuelve la alegría, la dicha. Tu ayuda, tu presencia, tu amistad, tu filiación me conmueve y me hace renacer en la dicha, en la estima, en la tranquilidad.

            La pena de haber perdido a una compañera-madre tan extraordinaria a veces nos inunda, pero su recuerdo, su ausencia-presente nos anima a vivir más cerca, a seguir adelante, a no languidecer, a comprendernos más, a querernos más, a florecer en el mañana, con nuestras quimeras, nuestros deseos, inquietudes, nuestro cariño. Además contamos con la alianza fundamental de Mª José, me hace esencialmente feliz cuando veo como construís vuestra vida de amor, cuando compruebo como avanzáis en vuestro cariño, en vuestros anhelos, en vuestro aprecio. Gracias a los dos por abrirme un mundo de esperanza.

domingo, 8 de enero de 2012

Reyes Magos

Mañana es el día de reyes. Para nosotros siempre ha sido una fecha mágica, maravillosa. Esta noche esperando la llegado de los magos, en la explanada de la iglesia,  me he acordado de Rosario. Vivía la ilusión de su llegada como si aún fuera una tierna infante, apoderada de un nerviosismo que esos acontecimientos solo producen en los más pequeños, estaría sintiendo la misma ilusión y sensación que los niños y niñas que me rodean esta noche esperando la llegada de sus majestades.
            Esta noche era especial, sin tu presencia, sin tener que esperar tu regalo, yo me hubiera conformado hasta con ropa, a duras penas podía compartir la alegría de los demás, hasta comprenderla. En eso, sin esperar, resulta que los magos de oriente han hecho escala en mi casa. Se han acordado de un pobre hombre que ha perdido el sentido de su vida, y sabiendo que no me pueden devolver aquello que más quería, me han querido manifestar que están ahí para compartir la misma pena, para sentir el mismo dolor. Dentro del regalo con que escribo estas líneas me encuentro con el más grande, el más emotivo, ver que hay tantos amigos que nos quieren, que anhelan verme feliz aún a sabiendas de la tristeza que me embarga.
            Ofreciéndome sus ilusiones, sus afectos, invitándome a participar de sus vidas, de sus inquietudes y sobre todo brindándome su ayuda, a veces callada, pero siempre desinteresada. A la que tú a veces no sabes responder, por tu silencio, por tu soledad, por tu dolor, por tu falta de esmero.
            Esta entrada va especialmente dedicada a vosotr@s con un inmenso agradecimiento, aunque sea en la inexpresiva, porque no sepas o no puedas. Dándote cuenta que estaréis siempre ahí, para cuando os demane acudir en un resorte espontáneo, cariñoso, gratuito. En mi corazón se instala el reconocimiento a vuestro altruismo, a vuestra gratuidad, a vuestra delicadeza, a vuestra estima.
            Y seguro que tú, mi amor, te sientes orgullosa de que nuestros amigos me cuiden así, pues siempre era tu angustia pensar quién nos atendería si faltabas.
            A vosotros y vosotras, gracias por vuestro aprecio, por vuestras atenciones, por quererme como lo hacéis, gracias, gracias siempre
                                                                                                          Fonfo

miércoles, 4 de enero de 2012

Nochevieja-año nuevo

Noche vieja – año nuevo. Nochevieja nos cierra un año, la mayoría de las veces con momentos buenos y malos. Entonces no nos podemos imaginar que en alguna ocasión pueda ser tan negro que lo nuble todo. Para recibir el nuevo año busco la soledad de la noche, paseando por la carretera, buscando la intimidad con mis sueños, buscando un cordón que me traiga a mi amada. Aparece y desaparece, la brisa helada de la noche me trae su figura, casi la puedo tocar y acariciar, ese mismo aire gélido en un remolino se la lleva y se desvanece.
            De fondo se escucha los gritos de alegría y desenfado de los jóvenes y me traen recuerdos de otros días, donde la alegría y la felicidad nos desbordaba felices de haber pasado un año más juntos.
            De nuevo se acercaba su imagen y otro rayo de esperanza me atravesaba el corazón, pero nuevamente, antes de darme cuenta se perdía en la fría noche y te das cuenta que empiezas el año sin ilusión, sin nadie con quien compartir las tristezas y fantasías, sin poder desearle un año lleno de felicidad y amor, sin poder abrazarla y llenarla de besos que encerraban todo un deseo de amor, besos que encendían una llama de pasión que flameaba a lo largo de todo el año.

            En la soledad de la noche caes en que lo has perdido todo y quedas en manos de los demás. Tu vida propia desaparece y subsistes a expensas de la vida de los que te rodean.
            Abatido, pero sereno busco la compañía de la gente que continúa en la animación de la fiesta. Ahora no encuentro su baile, su entusiasmo, su desenfreno, su participación, su música, sus gestos de confabulación, los pasodobles entrelazados, su conversación, su deseo, …

            Veo a las demás parejas en sus confidencias, sus arrumacos y noto mi vacio, mi desolación.
            Miro a mi hijo y creo verla en él, recuerdos de otros días que a nosotros también nos rebosaba la ilusión y me consuelo con su alegría, su felicidad, su ilusión y entonces lanzo un guiño de complicidad a la noche y me consuela pensar que en la felicidad de él, continúa nuestro amor, nuestra fantasía.
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