lunes, 28 de mayo de 2012

Savia nueva


Desde Topares he recibido una alegría que me alivia un poco mi desaliñado ánimo.
                Hace unas semanas recibí un e-mail en el que me solicitaban una entrevista como maestro. La remitente era Esther Vázquez, hija de Eleuterio y Marité. En el escrito me cuenta que para sus estudios de periodismo en Salamanca, le piden, que confeccione un blog con entrevistas y actualidades de su pueblo, el nuestro, Topares. Encantado acepte su invitación y acabadas las tareas pendientes, lleno de curiosidad, visité su lugar, http//toparesypunto.wordpress.com , ante el mismo quedé gratamente sorprendido y emocionado.
                Es ilusionante encontrarme con una visión joven, nueva, espontánea de Topares. Elige adecuadamente los temas y traza unas pinceladas de aquellos acontecimientos que se van desarrollando a lo largo del año en Topares. También introduce algunos temas de investigación que nos dicen mucho de sus inquietudes y disposición al estudio.
                Los que tenemos ciertos años, frecuentemente tratamos a los jóvenes muy a la ligera. Pensamos que solo saben beber, divertirse y hacer ruido con sus músicas. Encontrarnos un cuaderno como el de Esther, nos hace recapacitar y darnos cuenta que también van madurando en su formación, que tienen ideas y que son capaces de expresarlas y comunicarlas a los demás. Quizás, con cierto egoísmo, muchas veces no les damos oportunidad a que nos transmitan sus mensaje s ocupados como estamos, desgraciadamente en más ocasiones de las razonables, en considerarnos poseedores de la razón y las virtudes.
                Topares, pequeño y olvidado, siempre ha tenido cierta inquietud por la cultura. Desde hace largo tiempo, siendo tan poca cosa, han sido muchos los que han salido fuera a estudiar, en momentos, como le decía a Esther, que suponía un gran sacrificio para las familias, pues teníamos que salir a Velez Rubio, Almería, Caravaca, Murcia, Granada, Lorca … Ahora me ilusiona y reconforta el ver que ese espíritu no se ha perdido y me alinea con estas muchachas que también sienten preocupación por dar a conocer su pueblo y sus gentes.
                Animo a otros a que sigan su ejemplo, a ella a que no lo deje, y lo que ha empezado como un trabajo de la carrera se convierta en una herramienta para avanzar en la lengua, que nos obsequie con más artículos, cada vez más elaborados y profundos. Y vosotros, amigos míos, no dejéis de visitar su blog.

Antes y ahora


En tiempos pretéritos, cuando estábamos bajo las férreas botas de la dictadura, decíamos que el fútbol  era utilizado “como el opio del pueblo”. Todo tipo de grandes acontecimientos y gestas deportivas eran manipulados para ocultar la realidad del país y servían de propaganda para hacernos creer en la bonanza del sistema.
                Días pasados, observando los finales de liga de las distintas competiciones europeas me he acordado de aquellos tiempos.  Las celebraciones, en todas partes, han sido desbordantes y exageradas. Pero lo que me llama la atención es que no solo ha sido por la consecución de algún título importante, liga, champions…, sino que cualquier equipo que haya alcanzado, por mínimo y frustrante que haya sido, un objetivo, lo ha festejado como si de un campeonato mundial se tratase. El que ha salvado su categoría, el que no ha descendido directamente y ha alcanzado la promoción, el que ha conseguido un puesto europeo. No importa que la meta alcanzada estuviera muy por debajo de sus posibilidades, todos han vitoreado la gesta como si de una gran hazaña se tratara. Y así ha sido no solo en España, también en Alemania, Francia, Italia o Inglaterra, por nombrar los más importantes. Todos han honrado la victoria con extravagancia y desmesura.
                Ahora surgen las preguntas, ¿no estaremos en Europa en una nueva dictadura?  Que además,  tendría el agravante de producirse, supuestamente, bajo el paraguas de las democracias, en el continente del bienestar social, de la estabilidad social políticamente cuasi perfecta. ¿No será que necesitamos esta comunidad local, provincial, nacional, porque no hay otros proyectos sociales que nos unan?¿No será que las alegrías que nos proporcionan las gestas deportivas, son las únicas que tenemos para alegrarnos el corazón?.
                Cada vez más voces están dando ya la respuesta en el sentido que nos encontramos inmersos en una nueva guerra mundial, igual sin bombas pero no menos letal. De nuevo unos pocos intentan dominar y avasallar a otros muchos y en este caso, además, sin poder  ponerle  la cara a los tiranos. Hablamos de la dominación de los mercados, pero ¿quiénes son?, ¿dónde están?  Nos destruyen la comprensión, la solidaridad, el compañerismo, la democracia abierta. Solo podemos dar saltos de alegría cuando nuestro equipo gana o no desciende.
                Tengo la sensación que la falta de tanta sensibilidad, de afabilidad, nos hace que todo aquello que celebramos lo tengamos que hacer de forma desmedida. Cualquier manifestación de nuestros sentimientos tiene que ser grandilocuente: el fervor deportivo, religioso, la forma de divertirnos, las actividades de alto riesgo. Todo lo llevamos a cabo como si del último acto de nuestra vida fuera. Actualmente no se concibe ninguna expresión de ánimo y júbilo sino se hace de forma desvergonzada, descomedida, exorbitante. La discreción, la sencillez están fuera de lugar. Lo estruendoso, desmesurado, grandilocuente domina la sociedad.
                Así la cuestión, de una forma u otra, es demostrar que nosotros somos más, que lo nuestro es más importante, no ya, por la calidad del acto o lo conseguido, sino por ser nosotros mismos

miércoles, 16 de mayo de 2012

San Isidro 2012



Vuelve San Isidro, como cada año vuelve San Isidro. Pero este año un San Isidro mustio, marchito. En tierras de secano, el agricultor, el artesano de la tierra, mira todo el año, otoño, invierno y primavera, buscando en el firmamento las nubes que anuncien agua, que presagien que las sementeras se llenarán de espigas, de verde brillante, alfombras esmeraldas que la brisa mostrará en marcas de agua y que profeticen un verano de cosecha, de trabajo sí; pero, de ilusión, abundancia y prosperidad.
El campo en 2012

el campo en 2011

Tenemos que evocar el año pasado, un San Isidro eufórico, los mismos campos, ahora desmayados, estaban  cubiertos de cañas y espigas inhiestas hacia el cielo azul, preñadas de granos que pregonaban alegría, satisfacción. Predecían un estío de fecundidad, de entusiasmo por todo el trabajo realizado en las otras estaciones, felices de la productividad de su trabajo, de su laboriosidad, del esfuerzo aplicado para, eso sí, ayudados por la bonanza del tiempo y el agua, en el verano se llenaran los graneros de frutos, pequeñitos sí, pero testimonio de ese apego al terruño, del trato afectivo, delicado. A esa tierra madre que le devuelve el valor del sudor de su frente. Su atención, recompensada en granos multiplicadores,  es la verdad explicita de que su trabajo ha sido provechoso y gratificante.

La tristeza del campo es manifiesta en 2012
En 2011 el verde mandaba en el horizonte


Este San Isidro en mí ha sido muy especial, y parece que las anteriores palabras se convierten en parábola de mi existencia. En 2011, con Rosario a mi lado,  estaba lleno de vida, de ilusión, de esperanza; asomaba el beneficio de la curación, la vitalidad de su carácter inundaba todas mis actividades, rodeado de la alegría de su originalidad, del deseo, del amor. Todo parecía proyectarse en el verde de los campos, en la luminosidad de sus amapolas, en el lirismo de las margaritas. Nuestra vida se lleno de optimismo, de color, de primavera, de ganas de querernos, de expresarle a todo  lo que nos rodeaba nuestra felicidad, nuestro  apasionamiento. A cada instante nos llegaba un rayo de luz más resplandeciente, que se convertía en un brindis a la vida, al mañana. En nuestra mente florecían proyectos, de felices deseos, de ilusiones y fantasías. Nuestro júbilo desbordaba el espacio y se proyectaba al infinito en el mañana de Topares.

Ha pasado un año y volvemos a San Isidro, pero ahora árido, agreste, marchito, seco, donde no hay agua ni para las lágrimas; resecos los ojos de tanto añorar, de tanta soledad. Un mayo donde ya no brillan las amapolas, donde las margaritas han perdido sus pétalos y ya no podemos jugar a “me quiere, no me quiere”. Donde las espigas no florecen, cabizbajas, sin poder levantarse hacia el azul intenso, hacia el espacio abierto. Un mes de flores en que las ilusiones languidecen, perdiéndose en las simas de la obscuridad. Donde el calor, la brisa seca, va quemando, diluyendo, evaporando la frescura del agua, la juventud de los recuerdos, dispersando mustiamente la imagen tierna de la nostalgia.



(San Isidro es el patrón de Topares, en sus fiestas, los campesinos sacan al patrón en procesión para que bendiga los campos y que a través de su intercesión la cosecha del año sea magnánima con su esfuerzo y trabajo, garantía de un año fructífero. En los años, como éste, muy secos, los agricultores no están muy contentos con él y las ofrendas que les hacen no son muy esplándidas).



viernes, 4 de mayo de 2012

La lectura. Escribir


El escribir es un arte muy difícil y complejo, pues tiene tanta riqueza de matices que siempre nos encontramos con algo nuevo.
            Ocurre muchas veces que, cuando te encuentras alguna lectura que te encanta, te deja asombrado y maravillado, te hace sentir que ya no vas a encontrar nada igual, tal cual si ya hubieras alcanzado la cima, hubieses conocido la perfección del escribir.
Pero he aquí, que al tiempo te vuelves a encontrar otro libro que empieza a crearte las mismas sensaciones, vas llegando al mismo enamoramiento de las palabras, te vas notando poseído por la precisión de las frases, por la claridad de los pensamientos o por la evidencia de las situaciones o simplemente por el conocimiento de las personas.
Al final vuelves a sentir las mismas conmociones de finalización, de haber colmado tu calidad de asombro y sientes como las palabras se han combinado en la forma absoluta y definitiva, así una y otra vez, hasta la llegada de esa nueva lectura.
Pues de la escritura y de su ejecución te pueden sorprender tantas cosas que difícilmente podemos centrarnos en un libro, en un autor, para determinar el todo de la literatura.
Por eso cuando me hago la pregunta de si tengo un libro por encima de todos, o cuando leo algunas de las listas de los libros imprescindibles, al ver en ellas algunos títulos que no he leído, me produce malestar. Cuando reflexiono un poco; no obstante, me doy cuenta de que la importancia  radica en leer, que seguramente habré leído otros que también podrían figurar en esa lista. Que la lectura no es tarea de marcas, lo importante es disfrutar con cada lectura, ir creando tu saber para poder elegir, para poder determinar lo que te place o no. Conseguir discernir lo que merece ser leído y lo que no, saber leer lo profundo y dejar para otros aquello que no tiene valor sino en el suceso. Poder quedarte embelesado en la utilización de un sustantivo, en un adjetivo, en una definición, en una concreción que encierra todo un libro.
Por eso siento mi mente levitar ante la riqueza de los adjetivos de García Márquez, la conveniencia de sus palabras, de utilizar el lenguaje cotidiano de forma sublime.

La juventud, la lozanía de Lorca, la musicalidad de sus palabras, el ritmo, la sonoridad, la transparencia, la belleza que desarrollan las voces colocadas en el lugar exacto, acompañadas de las compañeras adecuadas. Siempre relaciono a Lorca con el color, con una paleta llena de matices, desde los delicados pasteles hasta los más grises de sus tragedias.
La precisión, sedimentación y decantación, la limpieza de Javier Marías, no encontrarás una palabra, una frase de más, siempre justas en cantidad y calidad, que puede alcanzar lo sublime en algunos de sus artículos, cómo revela de forma precisa y concisa sus opiniones, todo parece que ha pasado por una criba especial, para al final, dejarnos solo las palabras precisas para expresar aquello que quiere, sin dejar margen a la duda.

La exactitud y claridad para hacernos llegar las emociones de los grandes de la novela francesa, Sthendal, con su Rojo y Negro. Lo exquisito de su literatura te hace sentir, ver, concebir y hacer realidad a su Julián Sorel, en el conjunto de las personas, de sus formas de pensar, de sentir, de ser, de vestir, de amar y odiar. Según en qué momento lo leas, puedes llegar a sentir como una transfiguración entre tu persona y su Sorel.
La transmisión de percepciones difíciles de comprender, igual que en El Perfume, unas palabras hábilmente colocadas pueden traerte los aromas y olores, aromas de los perfumes, los olores de las calles, del barrio.


Pero también quiero referirme a una experiencia particular. Pero que, pienso, a  casi todos los que tenemos a los libros como devoción,  nos ha pasado. Tendría 15-16 años, me apuntaron al Circulo de Lectores y la primera obra que recibí fue “Casas muertas” de Otero Silva, con él estaba descubriendo la literatura, lo conservo con un cariño especial, muchas veces vuelvo a abrir sus páginas, al leer unas líneas descubro que ya no es lo mismo, la mano que se pierde en el pecho de la enamorada, debajo de un gran árbol caribeño, la calle larga, la escuela, el anarquista en la fiesta de la virgen, tocando en la banda, el exilio, siempre la conservo en mi mente.


Reservo líneas especiales para dos obras magistrales, “Crónica de una muerte anunciada” de G. Márquez y “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, ninguna otra puede que me enamoren tanto, no se hablar de ellas con emociones, adjetivos, ni palabras, pero me hechizaron y me hechizan, será lo diáfano de su misterio, te va creando a tu alrededor una bruma que te envuelve y te adentra en su mundo. Por esos libros conocí la América Central hasta México y cuando estuve en Cuba reconocí esas tierras, su aire, su vegetación, obras misteriosas, mágicas de tan claras que son, parecen salir desde el interior de sus autores, desde sus vísceras. A mí, que me encanta describir las sensaciones, son escritos que me  hipnotizan y poco me importan las palabras, ni como están dichas, solo importa lo que siento, emociones y sentimientos, como si fueran en mis propias carnes.



Cada uno tendrá sus preferencias; pero, por encima de todo leamos, tendremos momentos de goce y enriqueceremos nuestro vocabulario, nuestra expresión, nuestro saber, nuestra persona.
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