martes, 26 de noviembre de 2013

Las leyes educativas

Llevo los suficientes años en la enseñanza, para haber conocido y a veces sufrido, demasiadas leyes de educación.
En el tiempo considero  que solo hay dos auténticas normativas: La de Villar Palasí de 1971 y la LOGSE. Las que se han hecho posteriormente han ido más encaminadas a deshacer la anterior, cuando no a la arrogancia del ministro de turno para imponer su legislación. Así hasta acabar en la actual, la más descarada de todas. Han proyectado una ordenanza ideológica, o para pagar las ayudas recibidas en la campaña electoral. Por ningún lado veo mayor preocupación por el trabajo diario en las aulas. Tengo la sensación que retornamos a tiempos anteriores a 1971.
Esta, de 1971, fue una norma que supuso un espaldarazo, sobre todo, a la enseñanza infantil y primaria. Las escuelas se convirtieron en eje fundamental de todo el sistema educativo. Elevó el prestigio de los maestros y en la escuela se vivieron años de entusiasmo y dedicación. Como ha venido ocurriendo con las sucesivas, quizás, no resolvía adecuadamente la enseñanza media y profesional, pero le daba una estructura a todo el sistema.
La LOGSE ha sido el intento más serio de una gran ley de educación. Adolece de no resolver acertadamente la enseñanza media, pero introduce algo fundamental, la individualidad, en muchos casos, de la enseñanza. Cada alumno es un individuo con unas características concretas y, a veces, diferenciadas de las de los demás. Pero surge con un gran problema, para cualquier disposición es fundamental que determine los recursos necesarios para aplicarla y con qué vamos a financiar esos recursos. Por esa falta de previsión en ningún momento se aplicó por encima del 50%. Todo quedaba en palabras bonitas pero alejadas de la realidad. De los puntos más criticados estaban las repeticiones de curso, pero nos tenemos que preguntar: ¿repetir  para qué? ¿Para hacer lo mismo que el año anterior? En primaria se fundamentaba en que en los primeros cursos se determinaba que ayuda individualizada necesitaba el alumno con deficiencias y al final de la etapa se evaluaba la conveniencia de que estuviera un año más para completar su formación básica, reitero que todo se basaba en un trabajo específico para él. Así la repetición no era un castigo o sanción, sino que obedecía al ritmo educativo de cada alumno.  Lo importante era  buscar la forma de salvar las dificultades que el alumno presentaba. Pero  para aplicar la solución hay que disponer de unos recursos humanos y materiales que en ningún momento la ley se encargó de proveer.
Las posteriores, ya digo, solo buscan deshacer la anterior. En cualquier ley educativa se tienen  que atender unas cuestiones y unas necesidades:
1.       Si queremos una gran norma no puede ser que se apruebe por la mayoría del partido que gobierna. Es necesaria una norma que  haga necesario la intervención de varios partidos para su sanción. Esto nos permitirá disponer de un organigrama educativo responsable y duradero, ajena a las ideas geniales del ministro de turno.
2.       Tiene que fijar un sistema educativo permanente desde la educación infantil hasta la universidad, con la aportación de los profesionales  y hecha con la máxima responsabilidad para que sea fuerte y bien cimentada.
3.       Tiene que determinar los recursos necesarios para su desarrollo, recursos y de dónde los sacamos.
4.       Tiene que devolver a los maestros y profesores la autoestima necesario para hacerles sentir la importancia de su trabajo con el alumnado. Liberándolos de papeles inútiles y actuaciones estériles.
5.       Tiene que establecer en qué forma y manera  participan y colaboran los distintos sectores que intervienen en la comunidad educativa. Hablo de participación, no de intervención. Los maestros y profesores no pueden estar más pendientes de contentar a administración y sectores que del trabajo con el alumnado.
6.       Debe crear un marco adecuado para una enseñanza de calidad. Disponer lo necesario para que los centros se conviertan en lugares de convivencia, de un clima cálido que permita trabajar, profesorado y alumnado, con ilusión y entusiasmo.
7.       Disponer las estructuras necesarias para que cada Comunidad y centro establezca su propio proyecto educativo.
Finalmente podemos crear todas las leyes que queramos, serán inútiles si la enseñanza, la cultura no tiene una proyección social. Nada tiene valor si resulta que se machaca la cultura, si el respeto, la solidaridad, la honestidad son valores ajenos a la vida diaria. He visto actuaciones de políticos, sesiones del Parlamento que me han hecho preguntarme: ¿Y estos señores son los encargados de hacer las leyes educativas? ¿Cuántos científicos, filósofos,  escritores, profesores son tenidos como modelos en la sociedad? ¿Encuentra el alumnado, en su entorno, algún motivo para esforzarse más, para profundizar en el saber, para amar el estudio, para coger un libro…? Si hacemos de la escuela una burbuja ajena al mundo en que vivimos, lleno de corrupción, de arribismo, de aprovechados. ¿Qué ejemplos le ofrecemos? ¿En qué espejo se pueden mirar para amar la escuela? ¿Valoramos en nuestra sociedad el conocimiento, si acaso miremos hacia los políticos?

¿Se puede crear en nuestros centros de enseñanza el clima de
trabajo que nos ofrecen estas imágenes de una escuela de hace muchos años









PRIMER ENCUENTRO



Era una profunda noche de invierno. Habían llegado ese mismo día. Ella, desde cálidas tierras. Él,  desde el frío húmedo del norte. Ella, buscando la calidez humana de los pequeños pueblos. Él,  en su continuo retorno a los orígenes.
          Ella, enfundada en su chaquetón burdeos, cubriendo un  jersey rosa, siempre rosa, y su falda negra de lienzo. Él, acurrucado en su anorak crema, vaqueros y cualquier suéter cogido al azar. Los dos, botas de caña, ella negras, las de él, marrones.
           Unos amigos los presentan. Inmutables, un leve movimiento de cabeza sella el momento. Las miradas se cruzan y en ese instante surge la necesidad de conocer que encaran esos ojos.
           Nada dijo él, solo se dio media vuelta y se encaminó al bar. Su cabeza se lleno de conversaciones en la noche, de momentos, de amistad, de ilusiones,  de un mañana que comenzaba…



sábado, 9 de noviembre de 2013

MI BIBLIOTECA



No está siendo un otoño especialmente brillante, a la vez que las hojas iban cubriendo el suelo, mi cuerpo se llenaba de tristeza y melancolía. La sombra de la soledad se iba alargando hasta dejar sin brillo el sol de la ilusión. La añoranza de mi amada me contrae hasta hacerme pequeño, arrinconarme y acobardarme. Las imágenes que ocupan mi memoria me hacen quedar desolado, aniquilando el espíritu de mi esperanza.
Era necesario, me hacía falta, que me anegara el rio de la imaginación. Que renaciera en mí el deseo de avanzar. La escritura me estaba negada. Los amigos se tenían que sentir desilusionados, pues ni contestaba sus correos. Necesitaba encontrar aquello que me motivara y, como en otras muchas ocasiones, los libros acudieron a mi salvación.
            Siempre me han encantado las bibliotecas, observar todos los libros catalogados, colocados en su sitio correspondiente, buscar un libro, un autor, ir directo al lugar donde encontrarlo.
            Empecé hace muchos años, cuando todavía se hacía todo el proceso a mano. Crear un libro de registro, una ficha para el título, otra para el autor. Después llegó a mis manos el programa ABIES y me puse a pasarlo todo al ordenador. Pero hacía bastantes años que no había actualizado nada. Así tenía muchos sin catalogar, y cada libro se había colocado donde le dio la gana, o quizás, fue mi desorden reinante el que iba dejando libros en cualquier sitio.




            Así, lleno de ilusión me puse a catalogar, colocar tejuelos,  códigos de barras y ordenar. Han sido días plenos de felicidad y, ahora, sentado en la mesa redonda compongo esta entrada. Todo esperanzado, alzando la vista a ratos, para deleitarme con las estanterías repletas, todos luciendo su pegatina blanca en el lomo. Arrellanado en este sillón de mimbre, percibiendo el silencio de la noche y renacido en el optimismo de la ilusión.








            Es mi biblioteca más personal, aún queda otra parte más general en otra estancia, pero en ésta, rodeado de mis recuerdos, acunado entre sus paredes, con la presencia etérea de mi amada y la influencia positiva y permanente de mi hijo, mi corazón se abre al mañana. La cálida luz me trae un amanecer brillante, que me lanza al trabajo, a sentir y expresar mis emociones, a desear la llegada de un nuevo día lleno de sueños y expectativas.








            Seguro que entre todos estos libros hay algunos que no me han dicho casi nada.  Incluso, si esto se puede decir de un libro, los hay que son mediocres. Pero todos juntos me han moldeado literariamente, han contribuido, y mucho, a mi formación personal. Además, siempre hay que leer muchos libros corrientes para apreciar aquellos que te deslumbran, te traspasan y transportan al mundo del Parnaso. Nunca me he arrepentido de leer un libro, nunca he destruido ni me he desprendido voluntariamente de uno. Todos juntos me han llevado hasta aquí y a todos ellos, mejores y peores, les expreso mi agradecimiento y admiración.



         

   Ahora, aquí quieto, rodeado de mis ángeles guardianes el tiempo se detiene. Mis células se activan y me siento dichoso, cogeré cualquiera de ellos, buscaré una cita, una descripción, un pensamiento y me iré a dormir relamiéndome de la belleza de las palabras.

            Amigos y amigas, lectores, gracias y sabed que contáis con mi atención. Buenas noches
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