miércoles, 12 de febrero de 2014

sueño

                En una mañana de sábado, de aire transparente y rayos de sol refrescantes entrando, tímidamente, por la ventana de la habitación, me despierto y, en ese momento, en que aún te encuentras más cercano a Morfeo que a la lucidez de la mañana, me acude este sueño en tres escenas.
          Escena 1. Me encuentro inquieto, me ronda una pregunta. ¿Por qué ahora no le doy besitos en el cuello a Rosario? ¿Qué ha pasado, qué explicación hay para no hacerlo? ¿Qué dificultad se cruza para impedirlo? ¿Por qué últimamente no la cojo con ternura y le ofrezco esos mimos que me agradan?
            Escena 2. Se me aparece, seguramente, en la cocina, llevando su rebequita celeste cielo. Me acercó por detrás, la acurruco entre mis brazos y la acaricio con mis besos en el cuello y la nuca.
            Escena 3. Todo se desvanece, la realidad me sorprende y me dice que Rosario hace que emprendió el viaje a la eterna obscuridad.
                Puede que todo se haya desarrollado en una fracción de segundo. Con distintas formas el sueño se repite en otras ocasiones. Se crea una dificultad entre nosotros y, como siempre ha sido, nuestro amor lo vuelve felicidad que se rompe cuando se me muestra su muerte.
                En ese pequeño lapso que dura mi fantasía la siento en su plenitud. Su piel, su voz, su imagen, su presencia se hace realidad para evaporarse en un suspiro. La tristeza más monstruosa me sorprende, pero a la vez, prodigiosamente, una corriente de placer y alegría recorre mi cuerpo, es lo que me hace vivir.

                En el recuerdo de su cumpleaños.

En nuestra casa de Válor

Siempre hubiera querido ser una artesana

En Topares, donde nuestra pasión explosionaba


lunes, 10 de febrero de 2014

Agradecido

                Desde que se presentara el libro: “Relatos Velezanos II” en Topares, han sido muchas las muestras de cariño y afecto que me han llegado. Soy consciente de mis limitaciones como prosista, también sería tonto si creyera que mi relato, literariamente, es de una excelente calidad. Se trata, solamente, del trabajo de un aficionado novel que, a través de unos personajes magníficos, ha tratado de expresar sus sentimientos y emociones ante su pequeño país personal.

firmando libros en Topares


                Mi satisfacción nace de comprobar que otras personas los comparten, tanto amigos como de nuevos conocidos. La narración está compuesta desde el interior de mi ser, no me creo capaz de trazar otras vidas, ajenas a mis impresiones, que no emanen de mis propias percepciones, así en todo lo que firmo va mucho de mí. Al tratar crónicas impropias, o no progresan o se van transformando en mi persona.
                He sentido una satisfacción especial, el encontrarme con jóvenes que les ha conmovido la historia. Me han comunicado estar cercanos a esas sensaciones, cuando, muchas veces, les consideramos alejados de poder sentir  emociones que no sean las propias de las diversiones y agitación juvenil que les domina. El que me hayan transmitido su cercanía a la forma de sentir el pueblo, la tierra me ha conmovido de forma positiva.
                De joven no era un muchacho atrevido ni osado, ahora tampoco. Reservado, imbuido de mis propios mundos y fantasías, no he sido precisamente un conquistador. Amable, ameno, pero sin el atractivo natural que cautiva a los demás. En silencio soñaba con que los amigos pensaran en mí como imprescindible a la hora de cualquier reunión o aventura, cuando presentía, constataba, que no era así, mi autoestima caía por tierra. En el tiempo se fue creando la imagen de poco importante para los demás, la vergüenza y el pudor de expresar mis intenciones, de comunicar cualquier asunto que se refiriera a mi persona. No quería provocar ningún compromiso que pudiera suponer una obligación para alguien. Ésta es la única razón de mis silencios y os pido disculpas, amigos, amigas, por no haceros partícipes de los actos celebrados, es un asunto que trataré de corregir.

Presentación en Vélez-Rubio


                Agradecimientos a todos, que de una forma u otra, me habéis dispensado vuestro cariño y afecto. A todos los que me habéis ayudado a darle la forma definitiva al texto. A todos los que me animáis a seguir creando nuevas ficciones. A los amigos y amigas blogueros que habéis difundido el libro y me habéis dedicado comentarios preciados. En fin, a todos los que habéis hecho que me sienta querido, importante y lleno de nuevas ilusiones. ¡Ah! Y a Chenchu por sus fotos.
                Ha sido una experiencia magnífica. Ampliar relaciones de amistad con personas que participan del mismo proyecto. Saber de otras personas con las mismas inquietudes. Sentir el cariño espontáneo de gentes que tu no percibías, En definitiva ser feliz.

                Gracias a todos y estar seguros de contar con mi aprecio, cariño y gratitud.

lunes, 3 de febrero de 2014

la mecedora de la abuela

En la anterior entrada, mi amigo Josep dejó un comentario en el que hablaba de la mecedora de la abuela, desde la que le contaban historias y le leían poesía. Su alusión me ha traído al recuerdo toda una serie de reminiscencias infantiles.


Topares, sabéis que es un pueblo muy pequeño, mi primera infancia transcurre sin televisión, los juegos dependían de nuestra inventiva y la electricidad de la que disponíamos era producida por un motor de un molino, era solo para cuatro o cinco horas de la noche, a las doce la quitaban y no todas las noches había. En estas condiciones tocaba, sobre todo las noches de invierno, en reunirse alrededor de la chimenea o de la estufa. Los hombres marchaban al bar, al casino que decíamos entonces. Así en la casa quedábamos los muchachos con las madres y las abuelas, entendiendo estas de forma genérica, las mayores. Nosotros, infantes, estábamos ávidos de historias, de relatos, de recuerdos familiares, costumbres olvidadas del pueblo, anécdotas y chascarrillos de los vecinos. Todo contado con esa voz dulce de los mayores, pausados, sin grandes aspavientos y con mucha ternura, boquiabiertos, demandábamos al acabarse una leyenda, otra y otra, así hasta que la madre nos mandaba a dormir sin contemplaciones, a pesar de nuestra protesta no nos quedaba más remedio que obedecer, pues también, entonces, las cosas se decían una sola vez.
                Nuestras cándidas mentes se iban llenando de conocimientos, de la memoria familiar, del pueblo, todo transmitido de forma oral, que la hacía más viva y que iba pasando de generación en generación. Ahora, tristemente, pienso que hemos sido los últimos depositarios de esos saberes y cuando llega el momento de que nosotros transmitamos esas sapiencias nos encontramos que han desaparecido las mecedoras y las sillas de anea, ahora toca sillones y sofás, proyectadas, acomodadas hacia la voz altoparlante de la casa: la televisión y todo orquestado por el rey del hogar: el mando a distancia. Así la dulce voz de las abuelas ha sido desplazada por la vociferante de los presentadores y colaboradores de la caja tonta. Estaremos al tanto de todos los chismes de los famosillos pero desconoceremos la historia de nuestra familia y de nuestro pueblo.


                En casi todos los domicilio había una caja de fotos, en el mío era de pañuelos, plana y alargada, amarilla cadmio y cuadriculada con líneas azules. Invariablemente, cuando nos atacaba un resfriado o nos acudía la fiebre, había que guardar cama, bien tapado, no se podían sacar ni las manos. Cuando la calentura aflojaba era el momento en que te dejaban la caja de las fotos, una de las pocas cosas que podías hacer para matar el aburrimiento que el catre te producía. Cada foto llevaba una historia, te contaban quien era cada uno, con exquisita paciencia te dedicaban su tiempo para darte a conocer los hombres y mujeres de la familia, del pueblo. Muchas veces acarreando nuevas fábulas y episodios del pasado. Así se fue llenando nuestra infancia de imágenes y sonidos, de vidas y costumbres, de sentimientos y emociones.

                De esta suerte no extraña, que ya subidos de años, en ocasiones busquemos una vieja mecedora, ya desvencijada y, acurrucados en su suave balanceo miremos a la luna recordando las palabras de nuestras madres y abuelas, melodiosas, dulces, creándonos mundos de fantasías y reseñas del pasado.








Fotos de internet, se retirarán a petición

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