viernes, 14 de junio de 2013

EL REGRESO DE ADRIÁN Y MARÍA JOSÉ




Se acerca con prisa lenta el regreso de Adrián y Mª José, después de su estancia en Cracovia. Mi estado es de ansiedad controlada y de esperanza relativa.
            Es verdad que el tenerlos aquí,  cerca, es una alegría añadida para mí. Pero también quiero pensar en ellos y, puede ser duro después de un año de convivencia. Tener que volver a la rutina diaria de cada uno por su lado, sin ese aliciente que da la vida en pareja, sin esa plenitud de vida y amor, puede resultarles doloroso.
            No tendría ningún inconveniente que continuasen su proyecto común, incluso creo que les asiste el derecho a inventar su propia vida, su propio futuro, pero (*) todas las circunstancias no son controladas por mí. El tiempo decidirá.





            Desde mi egoísmo ha sido un año largo y duro. Adrián es mi soporte imprescindible. Ahora bien, el afecto de padre te lleva a considerar tu felicidad en función del bienestar de él. Así, el comprobar cómo, día a día, han evolucionado y consiguiendo más identidad común en su propósito de vida. Verlos reír cada vez que hablábamos, sentir  que entre ellos no había malos modos ni maneras. Ver como su amor crecía y notar que esa química especial que tiene que haber en las parejas, discurría por cauces de emociones y cariños, me llenaban de esperanza e ilusión.




            Cuando murió Rosario, mi gran desvelo era Adrián. Ella era su confidente, su soporte, su ayuda. Siempre su madre, pero a la vez,  sabía transmitirle esa confianza que hacía que se entregara a ella sin reservas, como si de dos amigos se tratara.
            Durante ese primer año de su partida, me propuse que tuviéramos un contacto frecuente, así, al menos una vez, comíamos juntos a la semana. Los dos hemos tenido que reinventar nuestra relación. De ser solo padre pasar a ser también madre y, un hecho muy importante,  hacerle sentir que su madre también era presente, que su gran sentido de su familia, padre, madre, hijo, no se desvanecía, seguía en pie, solo que con una circunstancia desgarradora, que los dos trataríamos de superar.
            La conversación, el diálogo fue el motor de nuestro camino, mostrándole que desde mi parte no habría ningún lado obscuro, estaba dispuesto a transmitirle mis sentimientos más íntimos, dispuesto a destruir las posibles barreras que tuviera hacia mí. Así se ha ido tejiendo una relación de intercambio, de ayuda y soporte mutuo. Siempre disponible a la llamada del otro, siempre dispuestos a escuchar, siempre dispuestos a expresarnos lo más cerca a la verdad posible.
            He ido notando como me hacía importante para él, para convertirse, a su vez, en muy importante para mí: ayudándome, alentándome  a crear nuevas ilusiones, marcándome un aire de libertad, incitándome  a vivir, incluso a respirar nuevos aires. Sus contribuciones se han hecho imprescindibles en  mí.



            Al ver la forma en que me ha tratado me ha hecho ver su grandeza, que se ha visto enriquecida por su vida junto a Mª José. Puede atesorar muchos defectos, (como el que más) pero su sensibilidad, atención y delicadeza le proporciona una dimensión que te hace admirarlo. Esta atención, sensibilidad y delicadeza que recoge directamente de su madre y, que tanto ella como yo siempre hemos procurado que estuviese presente en su educación, aunque faltaran otras cualidades más prácticas y provechosas para circular por este mundo.
            Ahora me emociono de comprobar que algo hemos conseguido. Máxime cuando habla de ella y de Mª José como lo hace en este escrito que os transcribo, y que, cuando me lo leyó, mi corazón se desbordó trayéndome a Rosario de nuevo y tocando mis células más  sensibles.

...El tiempo pasa... Y, la verdad, siempre encuentro un momento a lo largo del día, en que me acuerdo de mi madre. En su humor, en su felicidad y alegría que nos transmitía a todos y nos contagiaba, que nos hacía ser más humanos, más cercanos a nosotros mismos... Siempre que la recuerdo, me paro a pensar y sonrío, me lleno de felicidad, porque aunque no está presente físicamente, la noto dentro de mí todos los días, y me anima a seguir adelante con ilusión y con ganas... Su mayor ilusión, al final de sus días, era verme con María José, le encantaba,  que al llegar todos los días al hospital, le contara cómo estaban yendo las cosas con ella,... Tengo la sensación de que descansó tranquila pensando en que iba a estar tan bien acogido por María José, de que me iba a cobijar y arropar todos los días, a darme  mimos, caricias, cariños... Todo un sin fin de acciones que hacen que yo, cada vez que me acuerde de mi madre, me llene de tanta felicidad y alegría, y de ver lo feliz que soy conviviendo con María José. Un abrazo muy fuerte a mi madre, que se encuentra dentro de mí, por todo cuanto me ha dado y enseñado.

            Seguid así, seguro que la felicidad de la mamá será la vuestra.
            Un abrazo muy fuerte de Fonfo y seguro que de Saio.       



sábado, 8 de junio de 2013

ABIDAL, La ilusión de vivir

              Los que sabéis de mi historia, no os extrañará que en la tarde del sábado, cuando Abidal salió al campo y en la despedida posterior, sintiera una especial emoción, como me ocurre con Tito siempre que lo veo dirigir un partido.




            Estos dos personajes ponen cara pública a la bestial enfermedad, la misma emoción y sentimiento me invade ante cualquier otro, por anónimo que sea, que mantenga la misma lucha.
            Los que hemos vivido al lado, rodeados por la fiera, sabemos de las ganas de vivir, de la necesidad de sentirse válidos, las emociones se magnifican. Así entiendo la actitud de Abidal. No solo es vivir, también es sentir que su vida es plena. Vencer la enfermedad no es solo curar, también es vivir como lo has hecho siempre. Nace una necesidad del sí puedo. En su momento te zarandea de tal forma que te hace pensar que nunca más podrás ser el mismo. Al aparecer los primeros brotes de curación, crece el deseo imperioso de comprobar, de constatar  que sí  puedes.
            Cuando Rosario ya estaba en manos médicas,  con las primeras sesiones de quimioterapia se veía su avance positivo. Tras la tercera sesión, cierto día, al regresar de la escuela, me la encuentro en el sofá con aires de cansada. Con la tensión que vives te derrumbas, flaquean tus fuerzas y una corriente negativa atraviesa tu cuerpo. Me dice que suba arriba, lo hago y me encuentro, que ella sola, ha cambiado de lugar los muebles del dormitorio. Armarios de ropa, cama, mesillas, tocador, todo tiene una nueva estructura, siguiendo su tradición de no dejar mucho tiempo las cosas en el mimo sitio.  En la puerta del dormitorio, mirando el cambio,  no puedo evitar que se me escape una sonrisa y por primera vez se dibuja en mi mente la posibilidad de la curación. Al bajar, me siento obligado a regañarle, aunque sea de mentirijilla, para acto seguido,  abrazarla y ser uno de los más bellos e intensos que nos hemos dado, mezclándose alguna lágrima de alegría en nuestras mejillas. Estaba cansada pero inmensamente feliz de pode hacer aquello que siempre hacía. Al lo lejos se nos abrió un amanecer de curación.
            Comprobar que todavía tenía sus fuerzas, que podía volver a ser la misma, produjo un cambio en la alegría de su cara, se abrió del todo a las ilusiones y, se vivían, por nimias que fueran,  con una intensidad arrolladora.
            Todo era un canto diario a la vida, disfrutar de todo lo que le envolvía, a estremecerse ante cualquier emoción que le transmitieran los que la rodeaban. De su vida fue desapareciendo la palabra fracaso, todo se convertía en ilusiones, la indiferencia no tenía lugar y hasta el acto más inane lo vivía como el acto más prominente que pudiera ocurrir.
            Aunque tarde, te enteras también que la maldita es traicionera, después del verano pleno de constantes ilusiones, sin avisar, de golpe, nos muestra su macabra cara y se la lleva para siempre.



            Abidal y Tito han salvado uno de sus traicioneros ataques, con lo que surgen aún con más fuerza,  sus exigencias de vida. Ahora no pueden atender otras posibilidades que no sea demostrar que no ha podido con ellos, volver a sentir la utilidad de su existencia. En Abidal pasa por volver a jugar a tope al fútbol, igual dentro de unos meses puede sentir otras prioridades, pero primero tiene que comprobar que su cuerpo y su ánimo laten al máximo, que su capacidad alcanza a la máxima competición, después otras sensaciones le dirán su camino.
            Pero digo que son una cara pública, con ciertas posibilidades y no quiero olvidar a todos aquellos anónimos inocentes que no tienen las mismas oportunidades y a los gobiernos les digo,  no recorten en esto. Recorten viajes, monumentos, actos multitudinarios, reyes, príncipes y princesas, alardes, ejércitos, autopistas, aviones y aeropuertos, trenes de alta velocidad… Pero no recorten en esfuerzos para tratar de darle a miles y miles de personas una esperanza de que pueden vivir, de que tras la triste noche les espera un amanecer radiante. La calidad de vida de las personas tiene que estar delante de ejércitos, países, políticos y grandes acontecimiento.



            También quiero y trato de entender la postura del Barcelona con Abidal. Cuando Rosario estaba en plena lucha, yo no podía sustraerme a espiarla. Cualquier cambio de ánimo, cualquier gesto extraño, cualquier tos inoportuna, cualquier variación en su comportamiento era suficiente para alterar mi pulso, para dejarme sin aliento y traer a mi cara la preocupación y la tristeza.
            Así para todos podía establecerse un estado de tensión continua, difícil de llevar en muchos momentos. Le corresponde a cada uno, personalmente, decidir libremente como enfocar su vida. Abidal ha decidido seguir ligado al deporte a su máximo nivel, con una ilusión juvenil, pero también en la seguridad de que ni el mismo sabe cómo puede responder, desde aquí le deseo toda la fortuna del mundo.
            Os dejo con  Kavafis, en las canciones de LLuís Llac,  para decirle:
…….
Has d’arribar-hi, es el teu destí,
Pero no forcis gens la travessia.
Es preferible que duri molts anys,
Que siguis vell quan fondegis l’illa,
Ric de tot el que hauràs guanyat fent el cami,
Sense esperar que et doni més riqueses.
Itaca t’ha donat el bell viatge,
Sense ella no hauries sorti
-------------
…….
Més lluny, sempre aneu més lluny,
Més lluny de l’avui que ara us encadena.
I quan sereu deslliurats
Torneu a començar els nous passos.
-------------
……….
Bon viatge per als guerrers
si al seu poble són fidels,
el velam del seu vaixell
afavoreixi el Déu dels vents,
i malgrat llur vell combat
l’amor ompli el seu cos generós,
trobin els camins dels vells anhels,
plens de ventures, plens de coneixences.
Traduciendo libremente:
Has de llegar a tu destino
Pero no fuerces nada la travesía
Es preferible que dure muchos años
Que seas mayor cuando fondees en la isla
Rico de todo lo que has ganado durante el camino.
Sin esperar más riquezas
Itaca te ha dado el bello viaje
Sin ella no habrías salido.
--------------
Más lejos, siempre id más lejos
Más lejos de lo que hoy os encadena
Y cuando seáis liberados
Volved a empezar nuevos caminos.
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Buen viaje para los guerreros
Si a su pueblo son fieles,
El velamen de su barco
Favorezca el Dios de los vientos
Y a pesar de su viejo combate
El amor llene su corazón(1) generoso
Encuentre los caminos de los viejos deseos
Llenos de venturas, llenos de conocimientos.
(1)       Cuerpo en el original.


Fotos de internet se retirarán a petición
          
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