Cuando
yo empecé a trabajar me mandaron a un pueblo de Barcelona, Balsareny. En
aquellos lejanos años a los maestros nos enviaban fuera de nuestra comunidad y
a los de Murcia nos facturaban mayoritariamente a Barcelona.
Era la primera vez que vivía
solo y además, unicamente respondía como Alfonso, después Alfons, el maestro
murciano. Allí empezó a cristalizarse mi pensamiento maduro. En mi mochila
cargaba mis experiencias de la Universidad, mi periodo de mili, que me habían
aportado muchas inquietudes. Allí viví activamente la escuela, la cultura y sociedad del pueblo. Así se
forjaron mis inquietudes culturales, sociales, docentes, incluso ideológicas.
Después llego mi vida con Rosario, que me llenó de ilusiones, de alegría, de
atenciones y amor. Mi estancia en La
Alpujarra termina de completar mi personalid. Pero todo sin perder nunca mi
norte, mi Itaca particular: Topares.
Nunca me he arrepentido de
volverme a Almería, pues lo hice para fantasear una vida junto a una persona
maravillosa, Rosario, que me ha dado todo cuanto soy y me ha colmado de
ilusiones, de amor y fantasía. Pero Balsareny ha permanecido siempre en un
rincón de mi corazón, que muchas veces compartía con ella. Hablábamos de la
escuela, de los amigos, de la riqueza cultural, de mi actividad, así Balsareny
siempre estaba presente.
Fue tanto lo que me aportó
Balsareny, que cuando marché tuve la certeza de que tenía que dejarlo posar en
mi corazón. No podía avivar la llama de la nostalgia y la añoranza. Si lo hacía
sería difícil mi integración en mi nueva vida y haría penosa la existencia a mi alrededor. Por eso corté,
practicamente, todos los lazos de unión, todo lo que hiciera evocar aquello que
había dejado. Pero siempre permanecieron, personas y pueblo, en mi interior, a
la vez que sabía ciertamente que yo también continuaba en el afecto de aquellos
con los que había convivido.
Desde que empecé a leer el
Sarment digital creció en mi el deseo de volver a encontrame con aquella
tierra. Decía en otra entrada que cuando te atrapan sucesos tan fuertes y
personales, tu sensibilidad y esigencia de ternura se exponencian. Asi esa exigencia de volver a encontrar los vínculos
con las personas que había conocido y disfrutado de su amistad, se volvió
absoluta. Al fin una noche vencí el temor y la timidez y me lancé al encuentro
de los que siempre estuvieron en mi.
La respuesta que me habéis
ofrecido ha superado mi capacidad de emocionarme, me habéis proporcionado
momentos de felicidad y dicha que solo con mi gran estima hacia vosotros,
podré, minimamente pagar.
Hoy soy feliz de comprobar que
las personas quieren y aman mucho más que las noticias de cada día nos hacen
pensar.
Gracias
a todos.