miércoles, 23 de julio de 2014

Encuentro


Cuando hace ya años, noviembre de 2011, inicié esta aventura blocaire, no imaginaba que alcanzaría tanta importancia en mi futuro.
Siempre he disfrutado con la escritura, lo hacía dirigido a un solo lector, yo mismo. A lo sumo algún amigo cercano o Rosario, tenían acceso a aquello que creaba. También el compromiso de colaborar en revistas locales y programas de fiestas, así como alguna contribución en presentaciones de semanas culturales, atendiendo a las solicitudes de amigos que sabían de mis aficiones con la pluma.
Pero llega el momento que alentado por amigos y especialmente por Rosario, mi compañera; se va creando la necesidad de intensificar y dar a conocer aquello que hago, sobre todo a partir de mis colaboraciones con Revista Velezana, cuyos responsables me animan una y otra vez a ampliar mis producciones.
Casualmente descubro el mundo de los blogs e inmediatamente me doy cuenta que se ajusta a mis objetivos y a aquello que busco. En primer lugar dar a conocer la historia reciente de Topares, hablar de sus gentes, de sus costumbres, de los hechos que han marcado su camino en los últimos años, de su particular cultura.
Las primeras publicaciones me animan, comprobar que hay personas a los que les interesa me da  alas para continuar. Pero llegamos a un punto que marca mi vida. Tras dos años de macabra enfermedad y precisamente cuando la esperanza se asienta en nuestros corazones, el salvaje mal se lleva a mi mujer en un mes, dejándome sumido en la tristeza y la soledad.
Estos sentimientos  me consumen, me encierran en una prisión interior que me ahoga, cada día que pasa me hundo más en la desesperación. A la vez se va creando en mí una necesidad de liberarme, de sacar fuera lo que me oprime y la escritura acude en mi socorro. Como voy publicando aquello que siento, noto como se va abriendo un nuevo horizonte, paso del llanto permanente de su pérdida al recuerdo perenne de su vida, a vivir su sonrisa, sus ilusiones, su delicadeza, su sensibilidad, a sentirla aún viva en mí. A esperar que nuevos amaneceres devuelvan otro sentido a mi existencia.
El blog se amplía, aparecen las narraciones, me atrevo a publicar en un libro de relatos, la escritura adquiere más importancia y va llenando mi mundo interior de nuevas sensaciones. Conozco, aunque sea en la red, compañeros de fatigas, oficiantes de escritores que como yo, disfrutan juntando palabras, expresando sentimientos, acercándonos unos a otros y estrechando nuevas amistades.
Así lo expresaba en mi relato: “Vieja compañera”: “Un brote de primavera recorrió su cuerpo, se acomodó delante del ordenador y empezó a escribir: “Gracias por abrirme nuevos caminos, por descubrirme nuevas ilusiones, por despertar estrenados sentimientos…”
Y en uno de los recientes post: “Almería”: “Cada alborada abro los ojos ilusionado con lo que me deparará el día, en leer palabras dichosas y cómplices sonrisas. Escuchar la voz amiga, susurradora de vocablos agradables y portadora de ilusiones compartidas.”
Gracias a ti que has hecho que mi corazón vuelva a latir con ritmos enamorados, que mi despertar se llene de nuevas ilusiones, que piense en un futuro compartido y que me emocione con una palabra tuya, con una sonrisa, con el eco cercano de tu voz.
Ahora marcho a tu encuentro, a llenar nuestras palabras de amor de aromas y colores, a proyectar mañanas luminosos y soñar quimeras y fantasías.

Te quiero amor.




Fotografía sacada de internet, se retirará a petición

jueves, 3 de julio de 2014

La redacción

John French Sloan. "South Beach Bathers"
. Imagen cogida de Relatos Conjuntos
Me llamo Diego, soy estudiante de 4ª de la ESO en Vélez Rubio. Me encuentro en mi habitación, sentado ante la mesa de estudio y delante de mí una reproducción de un cuadro de un señor americano llamado John French Sloan, al que un día, no tendría otra cosa que hacer, se le tuvo que ocurrir pintar un cuadro al que tituló: “South Beach Bathers”, algo parecido a bañistas de las playas del sur. Pero no os he contado que tenga que ver conmigo el citado señor.
Resulta, que la señorita Alba, la profesora de lengua, se empeña que cada mes hagamos una redacción,  ella los llama relatos, pero a mí no me engaña, mi padre dice que siempre ha sido una redacción. Hasta ahora bien, pues a mí me agrada mucho escribir, encontrar las palabras, revisarlas, pasarlas a limpio, me divierte todo el proceso de hacer la composición.
Lo que ya no me gusta es como ella quiere que lo hagamos. Nos enseña la foto de alguna cosa, un cuadro, un cacharro, un retrato y nosotros tenemos que escribir sobre ello, tampoco me disgustaría si fueran de ahora, pero no, son de cuando los coches andaban a pedales. Es que es muy rara.
Ya me diréis que me importa a mí estos bañistas, bueno es un decir, por los trajes parece que van a la iglesia. La muchacha exhibiendo su cuerpo, eso sí, tapada hasta las cejas, pues si quieres que admiren tu figura, quítate la ropa y enséñanos lo que escondes. Y la niña repipi, con el traje blanco y el sombrerito y, qué hace en la playa la mujer que la acompaña, si parece que están en el mes de enero. Pero déjate a estos y mira el señor que parece un marinero o un indiano contando aventuras imaginadas.
Que queréis que os diga, que no sé por dónde empezar, y tengo que hacer el texto, pues si no lo hacemos se enfada, todo y que es muy dulce cuando te manda los trabajos, pero cuando se enoja parece una leona. Es que es muy extravagante la señorita. Bueno y este mes al menos hay personas, el mes pasado nos puso una máquina de escribir, más vieja que la polilla, unas manos sobre las teclas y la palabra Qwerty. ¡Anda ya! Y ahora inventa tú la historia. Tampoco es que sea tan mayor, pero niño, parece como si hubiera existido en otra época. ¡Es que es caprichosa!
Pero la verdad es que a mí me gusta, aunque tenga sus locuras, siempre me pone cariñosas notas a los trabajos y, lo mejor,  nos hace apreciar nuestra lengua. Claro que si fuera por mi padre no sería igual, cuando me ve protestar porque no salen las palabras siempre me dice lo mismo: “Tanto español, tanto español, todos tenían que estudiar en inglés, incluso en chino, todos iguales, así nos entenderíamos y podíamos hacer más negocios”. A mí me da risa escucharlo, pues después es muy bueno y se porta bien conmigo.

Y ahora qué hago, le entrego la redacción a la señorita, si le he dicho que es muy rara y todo, claro también que me gusta lo que hace, bueno como es domingo, hasta el martes no la veo. Me lo pensare…


(Alfonsorobles, junio2014)
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