lunes, 24 de septiembre de 2012

Hace un año


Hoy, 24 de septiembre hace un año que murió Rosario, que la perdí: mi compañera, mi amiga, mi musa, mi ilusión y sobre todo mi amada, mi amante. Ha sido un año lleno de recuerdos, de tristezas, de sueños, de soledades, de pérdidas…


Nuestra alegría, nuestra ilusión, no se esperaba, no adivinaba, que las lágrimas se instalarían en nuestros corazones


                Sería inexacto si no hablara también de momentos de alegría, normalmente vinculados a mi hijo y Mª José, también a la atención de los amigos y amigas. Sentir el calor cálido de sus abrazos, de sus caricias, me ha envuelto el afecto de sus voces, el interés de sus preocupaciones por mí, la dulzura de sus lágrimas, el bienestar que me han producido sus atenciones, la satisfacción de sentir sus cercanías.
                Las células de mi piel y las fibras de mis sentidos han reconocido el amor que me dispensáis, han vibrado ante cada muestra de cariño que me habéis dispensado. Cuando se han quedado marchitas por la pérdida de Rosario, en la tenebrosidad de mi soledad, vosotros, con vuestros abrazos,  vuestros sentimientos, vuestras atenciones,  vuestras palabras enternecedoras, habéis hecho que se reanimen, que renazcan y me habéis ido  meciendo hasta sentir la serenidad, una entrada a la paz, una entrada al mundo de los sentimientos que a los humanos nos hacen más dichosos, más amigos,  más sensibles.
                Pero también está esa locura que me desgarra. ¿Por qué? Por qué tanta vida se esfuma como de tapada, por qué tanta juventud eterna se evapora en unos segundos. Por qué con tantas ganas de seguir compartiendo nuestro pasado, presente y futuro, se acaba en un pis pas.
                Cuando aún atesoras tantas ilusiones para llenar otra vida entera, llega la macabra realidad de tu pérdida. Cuántas ilusiones por fabricar, por inventar, cuántas alegrías por transmitir, cuántos proyectos por cumplir. Cuántos besos, caricias, noches de amor aún por compartir. Cuando nuestro amor, enamoramiento, aún estaba por ilusionar, cuando el árbol de nuestra pasión aún estaba por madurar, la cruel realidad nos lo tala, lo arranca de raíz para que nunca más fructifique.
                Me faltan tus besos, tus caricias, tus entregas, tus impulsos, tus imprevistos, tus palabras, tus silencios, tus risas, tus chistes, tus dudas, tu pasión, tus susurros, tu música, tu baile, tu voz, tu alegría, tu contacto, tu calor, tu ternura, tu comprensión. Me falta tanto que aún me pregunto cómo puedo vivir sin ti.
                Ha pasado un año y tu figura serena, tierna, amorosa no desaparece de mi mente. Ha pasado un año y me pregunto qué puedo hacer sin tí, pregunto y pregunto sin encontrar respuesta. Solo resisto, vivo en la soledad, en tu recuerdo. Rodeado de tu aura, de tus ropas, de tus lugares, de tus caprichos, de tu memoria.
                Me levanto, trabajo, como, duermo, salgo, entro y nada me llena. Nada me hace sentirme feliz, motivado, realizado. Todo es para ti, escribo para que te sientas orgullosa, trabajo para que me admires, duermo para tenerte en mis sueños, como para que alabes el manjar, salgo para compartir contigo el momento, me levanto para decirte buenos días princesa. Todo ahora, sin ti, pierde el sentido, vegeto, deambulo en tu búsqueda, sabiendo que nunca más serás.
                Ha pasado un año y te sigo viendo empeñada en no ser una molestia para nadie, en que los demás no supieran de tus dificultades, en que no se transmitiera tu dolor, que nadie sufriera por ti, en hacer feliz a la gente que te rodea, a la que querías. En querernos, en que Adrián saliera adelante, tomara decisiones, se lanzara. En fin en lograr la felicidad de los demás.
                Pasado este año Adrián se ha ido a Polonia y yo permanezco aquí, en la soledad, rodeado de tu presencia fantasma. Recordando a cada instante nuestra dicha, maldiciendo continuamente los desacuerdos que el orgullo y el ofuscamiento nos han  producido, recreándome en nuestro amor, en nuestra pasión, saboreando tus aromas,  registrando tu voz dulce, cautiva, alegre, tranquilizadora, voz de amante, de amada, de amiga, pero siempre voz de corazón, de interés, de bondad.
                Tuyo siempre y por siempre. Fonfo

Tu alegría, tu sonrisa, siempre te acompañaba

domingo, 23 de septiembre de 2012

Adrián en Polonia


Desde ayer, sábado 22 de septiembre, Adrián ha iniciado su estancia es Polonia, ha volado de este nido buscando construir su propio mundo, compartir experiencias junto a la persona que ha elegido. Marcha ilusionado para vivir un nuevo amanecer, compartir su vida, sus avatares, sus ilusiones, incluso también sus frustraciones, junto a su compañera Mª José.

            Yo quedo aquí, entre la Alpujarra y Topares, verdad que solo, rodeado únicamente de mi propia soledad, pero no puedo dejar que se apodere de mi la tristeza, no tengo derecho a contemplar su marcha desde la melancolía. Para curarme solo tengo que recordar la ilusión,  la quimera, con la que inicie mi vuelo personal, cuando marché a ejercer de maestro en Balsareny. Cuando viajaba, aquella lejana noche de 1979 hacia Barcelona, mi cabeza se llenaba de proyectos, de esperanzas, de futuros, de vida sin ataduras, de fabricar mis propias ilusiones, de crear mis propias expectativas, en fin de abrir mi propio camino. Invocando aquellas sensaciones espanto la congoja que me produce su alejamiento. Pienso en aquellos, mis 25 años, llenos de esperanza y vitalidad y, tengo que respetarle,  aprobarle su voluntad, a crearse a sí mismo, a vivir por sí mismo, a ilusionarse en sí mismo.
            Pero no puedo evitar que esta alegría sea entristecida, mi gran apoyo actual se aleja, la total soledad me atrapa y me encadena al silencio de mis lágrimas. Mis satisfacciones se fabrican en su bienestar, comprobando su dicha y felicidad, contemplando como su formación se va completando. Viendo como la relación con Mª José va deviniendo en un proyecto de futuro, de amor. Juntos, correspondiendo en delicadeza y sensibilidad, alzarán una vida de ventura, de júbilo y harán que mis lágrimas sean de primavera, de entusiasmo, de fiesta. Que el amor y la pasión se instale en sus corazones.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Las procesiones en Topares



Las celebraciones religiosas y la propia religiosidad de las personas, no son comparables actualmente con lo que fueron en años más pretéritos, en los años 50 y 60.
La iglesia católica, sus prelados y autoridades, apostaron muy fuerte por el bando de los vencedores en la guerra civil, por lo que tuvieron gran poder e influencia en aquellos tiempos. Uno de los grandes acontecimientos de su liturgia eran las procesiones, llenas de solemnidad e importancia. Topares no era menos, adaptadas a las condiciones de pueblo pequeño, adquirían gran ceremonial y se desarrollaban con orden y recato.

Las procesiones eran numerosas, aquí alguna a la llegada de un misionero

La procesión que hoy se celebra en agosto con la patrona no se realizaba, ésta empezó en los años 80 con  la aparición de las fiestas de verano.

Quiero  recordar, San Antón, San Isidro y, por encima de las demás, la del Corpus. Además se hacía el rosario de la Aurora y las rogativas, en los años de sequía. La procesión de las palmas, el domingo de Ramos; la del Silencio, el Viernes Santo; y años más anteriores la de la Virgen de Fátima.

FIESTAS

Procesión de San Antón. Las ropas de los procesionarios
nos da idea del frío.
También se puede observar la sobriedad  de la imagen



Mi padre es el de la derecha, no muy aficionado a
 llevar santos, en esta ocasión  ahí lo tenemos.
Quizás por el tiempo en que se desarrollaba, la de San Antón era, acaso la menos esplendorosa, el frio, la nieve a veces, o la misma lluvia, provocaba que no tuviera la lucidez que alcanzaba San Isidro o el Corpus. No obstante, la fiesta era muy importante, en la que se culminaba, con la rifa, una de nuestras tradiciones perdidas,  del marrano de San Antón. Después de criarse en nuestras calles, con su pequeño cascabel al cuello que avisaba de su condición y ser alimentado por todos los vecinos, el día de la fiesta era rifado con gran expectación. Daba lugar a muchas anécdotas y chanzas, llegando incluso, a provocar disgustos entre vecinos y parejas. En muchas familias se vivía con verdadera ilusión la posibilidad de que su papeleta fuera la agraciada en el sorteo.
Procesión de San Isidro. En los primeros setenta, se segaba un poco de cebada verde
y se le ponía al Santo, llamando a la buena cosecha

La procesión de San Isidro en el momento de bendecir los campos

La procesión en los años que se construía la gasolinera


San Isidro respiraba primavera, sol y buen tiempo, sobre todo  si el año se esperaba fructífero, adquiría la pompa de día grande de fiesta. Desde media mañana la plaza de la iglesia se llenaba de gente, topareños y venidos de todas las cortijadas de alrededor, se lanzaban algunos cohetes anunciando la inminente salida del santo. Todos con las mejores ropas y aprovechando el momento para hablar, unos y otros, de la cosecha, de la familia y de todo lo que se terciara en el momento.  El recorrido se hacía desde la iglesia hasta lo que era la era de Rafael  de la Mª Josefa, al lado de la gasolinera. Perfectamente ordenada, la iniciaban los niños tras los cuales formaban la fila las mujeres y al final los hombres, el santo caminaba al inicio de la procesión de los hombres y subconscientemente se consideraba un signo  de distinción cuanto más cerca fuera uno del santo y del sacerdote. La presidía éste  acompañado de Germán, el sacristán,  encargado de iniciar las canciones que se entonaban en la misma, les asistían también algunos hombres portando faroles de velas. La entrada del santo era un acontecimiento, los agricultores más potentados se disputaban el honor de portar las andas, pues entonces era un signo de progreso y generosidad el  entrar con el santo en la iglesia. La imagen de Santa Toribia no existía y eran solo las cuatro varas de San Isidro, con lo que estas estaban muy solicitadas, y además de acuerdo a la sociedad del momento,  estaban reservadas solo a los hombres.

Procesión del Corpus. Todos los hombres detrás del cura

Las mujeres en la fila, los hombres apiñados detrás del sacerdote. La procesión del Corpus a la salida de la iglesia,
no es difícil aventurar la gran diferencia de población de Topares, observando el gentío que participaba en la procesión

Pero la procesión de más suntuosidad era sin duda la del Corpus, se engalanaban mesas en las calles con mucho esmero, se ponían colchas en balcones y ventanas, en todo el recorrido, no solo en donde había mesas y se desarrollaba con mucho orden y silencio. Mi abuelo Vidal, Ambrosio y alguno más siempre iban por medio de la fila observando que éstas fueran ordenadas, en silencio, y si dado el caso, llamaban la atención a alguien, éste se veía señalado  delante de los demás. Si cualquiera estaba fuera de la procesión, al pasar la Custodia, se tenía que destocar y hacer una genuflexión hasta que pasara el sacerdote, que la presidía, nuevamente ayudado por Germán y con los candelabros llevados por hombres. Los palos del palio eran llevados por hermanos de la Adoración Nocturna, aquellos que más influencia tenían y de nuevo constituía un signo de prestigio dentro de la estructura social del pueblo.
Los hermanos de la Adoración Nocturna en una
 visita del Obispo a Topares


Germán era el encargado de los cantos, hacía las estrofas importantes siendo contestado o acompañado en los mismos, sobre todo, por las mujeres, pocos hombres participaban de los mismos, la procesión se cerraba con un grupo de hombres que al estar más alejados del sacerdote se permitían pequeñas conversaciones e iban mucho más relajados en el desfile.
               
Que recuerde ponían mesa en el recorrido, Pepa de Honorato, Quiteria de Fernando, Digna de Fidel, Isabel de Carmelo, Pepa y Victorina, que siempre eran las más observadas, pues sacaban ropas y utensilios muy antiguos; en la plaza del médico otra, que muchos años puso mi tía Anica;  mi tía Encarna de Dionisio y nuevamente Pepa del estanco que la volvía al lado de la calle Mayor.

Don Pascual Arias, terrateniente importante de la época,  compró una imagen con la advocación de la Virgen de Fátima, la llevó  antes de dejarla aquí,  por pueblos de los alrededores y cuando la trajeron la dejaron en “La Casa Guino”,  el día señalado, fue traída hasta el pueblo en procesión, portándola a hombros, durante el trayecto, le cantaban una canción mariana y,  arreglando una de las estrofas decían:
De casa de Guino
por estos lugares
la Virgen María
 llega a Topares


 La noche antes del día de Fátima se celebraba  una vigilia, pasaban toda la vela en la iglesia, a las 7 de la mañana, decían la misa y sacaban la procesión. Después de Don Felipe se dejó de hacer la vigilia y se sacaba en el Rosario de la Aurora. Después del mismo,  Eleuterio, como encargado  de los Barrancos, propiedad de Don Pascual, ofrecía un chocolate a los asistentes al rosario.

SEMANA SANTA.-

El domingo de Ramos se celebraba la procesión de las palmas. Entonces no se traían ramas de olivo. Los pudientes compraban las palmas que traían los mayordomos y, los demás, no llevaban nada o a veces, se repartían hojas, sobre todo los chiquillos gustábamos de portar nuestra hoja de la palma. La tradición decía que ese día tenías que estrenar alguna prenda de tu vestimenta, pues si no, se te caía la mano. Después de la procesión con las hojas se hacían “lagartos y piñas”. Los más pequeños con cuatro hojas de la palma, confeccionábamos, tejiéndolas,  las piñas y los mayores nos hacían “lagartos”. Un trenzado redondo que quedaba hueco, el inicio era la boca del bicho y, al ser la hoja flexible, cuando introducías un dedo en la boca, al tirar desde el rabo, el trenzado apretaba cada vez más al dedo. Nosotros, infantes aquellos años, cuando se acercaba la Semana Santa, soñábamos con estas figuras y durante toda la semana era un motivo más de juego y entretenimiento.

 El Viernes Santo por la noche se hacía el Via Crucis, que llamaban la Procesión del Silencio. Se apagaban las luces del pueblo, que tampoco eran muchas, se sacaba al Nazareno y a la Virgen, por separado, realizándose el encuentro encima del Caño. La gente portaba velas encendidas, se rezaban las estaciones del Vía Crucis y se guardaba un absoluto silencio. Los balcones y ventanas también se cubrían con colchas como en el Corpus.
                
En los años de sequía se hacían rogativas. La procesión se realizaba al Cerro de la Cruz,  durante el trayecto se rezaban oraciones invocando la llegada de la lluvia. Si ésta aparecía se atribuía a la acción de la oración, si no caía era como un castigo por el mal comportamiento religioso de los feligreses.

En esos tiempos casi nadie se hacía preguntas, grandes y pequeños, terratenientes y jornaleros, hombres y mujeres, todos aceptaban las normas, nadie quería señalarse y se ajustaban a las condiciones que desde las autoridades eclesiásticas y la práctica de las buenas costumbres se establecían.










Consideremos también que actualmente cualquier momento es bueno para una fiesta, religiosa o no, incluso en las de carácter religioso puede tener mayor peso la parte lúdica que el acto religioso. En los tiempos de los que hablamos no había fiesta que no fuera religiosa y, en los pueblos pequeños, solo eran los actos religiosos, como vemos en este programa de 1952. Eran de los pocos momentos que se rompían las rutinas del campo, por ello, se vivían con alegría y entusiasmo, aunque la fiesta solo fuera la procesión y el juntarse mucha gente para hablar un rato, sin nada de verbenas, ni ferias de mediodía, ni ruidos y diversiones como las actuales.

Programa de fiestas de 1952, en él podemos ver la importancia de los
actos religiosos dentro de los ciclos festivos de aquellos entonces.


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