martes, 27 de diciembre de 2016

CRUDA NAVIDAD

Cuando hablamos del sentido de la navidad, a muchos, les duelen las “sillas vacías” en las reuniones, imaginad cuando ya no se trata de una silla sino es un “trono vacío”.

De tanto cercarte la soledad, llega el momento que solo quieres vivir en singular. Te rodea, te atraviesa hasta acurrucarte en un rincón para hacerte invisible, hasta volverte una molesta niebla, de la que no quieres que haya sol capaz de levantarte.
Cuando pasan tantos días sin sentirte principal, sabiendo que para nadie eres el primero, dejando de ser imprescindible, si es que alguna vez lo fuiste. 
A pesar de la mucha gente que puedas llevar en tu interior, la soledad se adueña de tu destino, se te mete dentro y nunca se va. Te absorbe y te liquida para transmutarte en un ovillo perdido en cualquier rincón de tu existencia.

Al final piensas, para qué tanta gente, si la única que me despierta está ausente.

sábado, 24 de diciembre de 2016



Con esta imagen de Topares de 1932, recordando todo lo que
ha sido y a todos los que han pisado sus calles y sus campos,
quiero desearos unas felices fiestas y que 2017 sea una año
lleno de ilusiones y satisfacciones

domingo, 18 de diciembre de 2016

EL MOLINO


Eran las seis de la tarde del 17 de enero, día de San Antón, de 1973, cuando llegó la luz de la Sevillana a Topares, que en otros lugares llaman del Chorro o de La Compañía.
Ese día llegó la luz desde fuera al pueblo, pero aquí, mucho antes, ya había luz eléctrica producida en el mismo pueblo, antes incluso que en los pueblos de alrededor más grandes.
En 1915 se pone en funcionamiento un molino, el Molino. Toda nuestra diputación es gran productora de cereales y era necesario una fábrica para elaborar y dar salida al producto, en él se molerá una gran cantidad de trigo y cebada, destinada al consumo de los animales y las personas. Unos emprendedores, como se llamarían ahora, ponen en marcha el molino movido por un motor de aceite pesado.



Dos imágenes del molino, la fachada principal y la lateral, la de la vivienda, ya cerrado,
llega un momento que prácticamente todo el grano se va fuera y con la llegada de la luz de Sevillana,
 ya no tiene sentido, con lo que un emblema del pueblo se cierra.

Entre 1915 y 1920 se electrifica el pueblo. Se ponen bombillas en las esquinas de las principales calles y se lleva hasta las casas, en donde cada uno, según sus pretensiones ponen, por lo general una bombilla en la cocina-comedor, a lo sumo dos o tres en toda la casa, ya tirándola por la ventana. Se paga por punto de luz, por cada bombilla, así no había interruptores ni nada, siempre encendida. La gente, cuando vino la de la sevillana, tenía miedo de que se les olvidara de que tenían que apagar la luz cuando no fuera necesaria con los interruptores, después no pasó nada, al día siguiente, viendo la comodidad de tenerla en todas partes ya nadie se acordaba de la del molino. Cuando este deja de funcionar se pagaban 25 pesetas al mes por cada bombilla.


La luz no funcionaba a todas horas. Cuando empezaba a oscurecer venía: “¿Ha venido ya la luz?, se preguntaban. Ese momento era una señal importante. Los infantes nos teníamos que recoger: “En cuanto mismo venga la luz a la casa”, si no, podías encontrarte a la madre con la alpargata en la mano. También, en muchas casas, era la hora de la cena, se recogían las gallinas, en fin, se preparaba la vivienda para la noche.

Tampoco era que estuviera toda la noche encendida. A eso de las doce, la luz se apagaba y se encendía tres veces. El mensaje era claro, en cinco o diez minutos la luz se “iba”, o sea se apagaba: “Vamos, a dormir, que la luz se va”, nadie sabía dónde, pero se iba. Era el momento en que volvían a aparecer quinqués, candiles, palmatorias, velas… necesarias para terminar la velada o simplemente para llegar a las habitaciones.

Una fotografía de 1932 nos permite ver la calle San Vicente con el tendido eléctrico y alguna bombilla, o por lo menos el soporte, pues parece que la bombilla está rota. Así, ese mismo año los alumnos de la escuela de niños de Topares le mandan una carta a los de otra escuela de Málaga y le dicen lo siguiente: “En frente de la iglesia, un poco más abajo, está el molino que muele el trigo y da la luz eléctrica. El molino tiene dos piedras que las mueve un motor de aceite pesado que también le hace andar a la dinamo para la luz”.






Al ser de muy bajo voltaje, pues toda la potencia se tenía que repartir para todo el pueblo, los aparatos eléctricos no funcionaban. Por eso, aclarando a mi amigo Josep, en la iglesia pusieron otro motor para tener luz propia y así poder hacer funcionar la máquina de cine y después la televisión. Cada noche del cine (El Gordo y el Flaco, alguna del Oeste o alguna folclórica o patriótica), el salón se ponía a tope, lo vivíamos como si dentro de la película estuviésemos, se aplaudía, cuando salía el bueno, se silbaba al malo y en el invierno, al salir, nuestras madres nos decían: “Tápate la boca, que te resfrías”.

Rara vez se alargaba la luz más de las doce, con ocasión de alguna vela o un hecho excepcional se podía estirar, como mucho, hasta la una o las dos, pero en muy raras ocasiones. A veces las señales, como llamábamos al aviso para apagarse: ¿Han dado ya las señales?”, digo que a veces esas señales no eran tres, sino una o dos, nada tenían que ver con nosotros, eran mensajes dirigidos a los propios del molino o a algún trabajador para que regresara al mismo.

En las calles principales, en las esquinas, había una bombilla. Entre las pocas que había y la poca luz que daban, en la mayoría de las ocasiones se veía menos que en una noche sin luna. Eso si había bombilla, pues frecuentemente eran utilizadas como blancos por la zagalería, que con sus tirachinas jugaban a hacerlas añicos. También corría peligro de muerte si en su radio de acción se gestaba algún noviazgo o alumbraba mucho a alguna reja indiscreta, en ese caso durante el tiempo que durase el romance tonto era el sustituirla.


De esos tiempos del molino se pueden contar un sinfín de cosas. Estaba la escalera del molino, bueno se podía decir del pueblo, parecía el marrano de San Antón, pues la encontrabas por todas las calles, o de sus encargados que parecían vestir siempre de blanco, bañados en harina como iban, pero bien por hoy dejamos aquí el asunto, ya habrá otra ocasión para volver.



Las fotos de internet se retirarán a petición

viernes, 18 de noviembre de 2016

La Tele

La tele llega a Topares en 1962, en mi mente las primeras imágenes que se fabrican son las de los actos con ocasión del fallecimiento del papa Juan XXIII.
Imagen del enterramiento de Juan XXIII


Don Rafael que movilizó al pueblo para construir
el salón y que trajo la televisión en 1962
Es cura del pueblo D Rafael que convence a vecinos con ciertas posibilidades para comprar un televisor, a cambio, una vez instalada, tendrán unos vales para verla gratis, pues los demás tendrán que pagar 1 o 2 pesetas, según el acontecimiento,  que se encargaban de cobrar Julián, el municipal, y su hermano Amable. Funcionará con la electricidad procurada por el generador que daba la luz a la iglesia. Colocada en el salón parroquial, la ponían a la caída de la noche y, especialmente, las noches de los lunes, los viernes, los sábados y los domingos.
Franz Johan y Gustavo Re, sus dificultades con el castellano
producía risas, siendo de las parejas de televisión más simpáticas
Los lunes con “Amigos del lunes” presentado por  Franz Johan y Gustavo Re, una de las parejas más simpáticas de la televisión. La noche del viernes con “Estudio 1”, era de los programas más seguidos y pasaban 
Estudio 1, con José Bodalo en la obra "Doce hombres sin piedad".
todos los mejores actores de la época. Los sábados con “Gran Parada”, “Noche del sábado” o “Noche de estrellas”, musicales muy del gusto de la época y el domingo con el fútbol
Luís Aguilé un asiduo del programa "Noche 
y las películas de
series.


Ahora nos tenemos que situar en el Topares de 1962, sus vecinos apenas han pasado de la Cuesta del Cebo o del Moralejo, sobre todo las mujeres. Los hombres han tenido que salir para el servicio militar, pero
Bonanza, de las series más famosas de la tele 
tampoco mucho más.
Así eran bastante susceptibles y, como cuando el hombre llegó a la luna, no muy propensos a creerse eso de que las imágenes volaban por el aire hasta llegar al pueblo. Entonces, más de uno, miraba disimuladamente por detrás del televisor para ver a los hombres que, pensaba, estaban dentro del aparato, tampoco era raro encontrarse con alguien que les hablaba.

Cartel de lujo de la época
Sirva el anterior párrafo para entrar en el gran día de la televisión, la tarde de los toros. El salón se ponía a rebosar, traían merienda, botas de vino y muchas ganas de pasar una tarde todos juntos. Sus reacciones eran como si estuviesen en la plaza. Aplaudían, pitaban, sacaban pañuelos pidiendo la oreja, tal como si estuvieran  presentes en el festival.
Las disputas de los cordobesistas con los partidarios de Paco Camino o Diego Puerta, los gritos de susto en las cogidas, pitos a los picadores, abucheos a la presidencia, la algarabía cuando saltaba algún espontaneo. Aquello era vida y las apostillas de otros más mayores cuando decían que como Manolete no había ninguno, cuando puede que ninguno de ellos lo había visto torear...
El pueblo se paralizaba para la ocasión, claro que había circunstancias que no siempre dejaban que la fiesta fuera completa. Las temidas interferencias, los moros se decía, sin que nadie supiera a ciencia cierta eso que era. Toda la pantalla se transformaba en una serie de rayas, Las imágenes empezaban a desfigurarse hasta que se convertían en unas rayas horizontales que ocupaban todo el monitor.

Las interferencias, en este caso se adivinaba algo,
en la mayoría de los casos ni eso
Todos allí, con la esperanza de que nos dejaran ver la corrida tranquilamente. No penséis que eso era de uvas a peras, no, era más fácil que tuviéramos las interferencias que se viera nítido, y aún en los casos de suerte, rara vez se escapaba sin dar un poco el tostón.
Más de una tarde, después de esperar más de una hora nos íbamos con el rabo entre las piernas sin poder ver un maldito pase, ahora bien, la bota del vino había circulado y retornaba vacía y las viandas de la merienda bien aprovechadas, que al menos alegraban un poco la tarde.

Al cabo de unos años vendrían las televisiones pequeñas con batería, el teleclub, pero todavía faltaban muchos años para que las viéramos normalmente en las casas.

La carta de ajuste, con la que empezaba la tele, a eso de las seis, y con la que terminaba
allá por las doce, después todos a dormir.

jueves, 10 de noviembre de 2016

A Almería

Al fin pasó el verano y el otoño camina hacia su parte final. En total han sido cinco meses de estancia en Topares, tiempo que no había pasado seguido en el pueblo desde que salí para estudiar con diez años.
Han sido muchos días, uno tras otro, días para todos los gustos y maneras. Todo comenzó con mucha ilusión, pero fue languideciendo hasta terminar por desear vehementemente en final del periodo.
He estado bien pero no he estado bien. He disfrutado pero no he disfrutado. Aquello que parece que va bien pero resulta que siempre te queda un poso de tristeza. Todo dentro de una dicotomía, querer huir y no querer.
Es una situación difícil de entender, allí en parte lo tengo todo, pero algo invisible me falta que me atormenta y no  me deja complacerme, quizás sea ese espacio concreto que cada uno nos fabricamos en nuestra morada. Quizás sea la falta de una libertad que allí me cuesta encontrarla.
Puede ser que todo lo causen esos rincones que tenía muy plenos y que no hay manera de poblar con nada, o también  que el vivir en soledad me ha llevado a ver la vida en singular y allí no era posible.
Es también una sensación como si mi cuerpo se entristeciera mucho, pero no es de pena sino de vejez, la impresión de que antes de irme de un lugar ya me había ido, la de no estar ni dentro ni fuera. Así las noches se sucedían sin dormir bien, agobiado con tantos recuerdos del pasado y de tantos proyectos de futuro.
Ya estoy en Almería y trato de recomponer mi triste figura. Mi mujer no aguantaba mucho tiempo con la misma distribución y decoración de la casa. Muchas veces sentía que había que renovar ilusiones y cambiaba todos los muebles de sitio, ella sola en muchas ocasiones. Parecía que un nuevo aire ocupaba la estancia.

Nada más llegar a Almería así he hecho. He subido mesas y sillas para Válor y me he bajado otras, ahora estoy como un niño con unos zapatos nuevos, un niño de antes, cuando se estrenaba unos zapatos en toda la infancia. Bajo la cálida luz de un flexo, trazo estas líneas con ilusión de un invierno productivo.








jueves, 6 de octubre de 2016

RECUERDOS 1

En mis años de infancia no recuerdo  tener frio, tampoco calor. No tenía hambre, ni me levantaba con sueño. No   me aburría, ni me importaba que lloviese o nevase. Parece que todo lo físico no hubiese existido, cuando seguro que fue.
Pero los recuerdos de crío  reverberan en mi memoria. Recuerdos de juegos en los recreos de la escuela, desarrollados en el patio que demarcaba todo el pueblo.
Recuerdos de batallas imaginadas donde no moría nadie y todos nos considerábamos héroes. Imágenes de noches de verano estrelladas jugando a las cuatro esquinas.
Mis tiernos años están llenos de secuencias en las que la distracción con los demás niños se llena de  estampas y sensaciones.

Se dibujan  retratos de partidos de fútbol, en diversos campos, como eran las eras o, en los días grandes, el prado. Cuando contar con un balón de cuero te hacía amo del tiempo y del juego. Correr detrás de la pelota soñando ser Distéfano, Kubala, Pelé, Pirri, Asensi… o lanzarte a parar el esférico en el suave colchón del bálago creyendo ser Iribar o Yasin. Pero sobre todo jugar, compartir, eso sí, solo hasta que viniera la luz que nos proporcionaba el molino. Esa era la señal convenida en las casas para marcar el tiempo de juego en la calle. El recreo permanente había terminado, los chiquillos a la casa.




Recuerdo y sueño las tardes de toros. Medio pueblo, que entonces era mucho más que el pueblo entero de ahora, en el salón parroquial, el que se hizo con el esfuerzo y la aportación de toda la parroquia. Provistos de la correspondiente merienda y rezando para que esa tarde no entraran las interferencias. Las insoportables rayas que nos impedían ver el espectáculo y que a veces nos obligaban a imaginar pases y lances, culpando de todo a las emisoras moras, que nadie sabía que eran y que nos llevaban, a veces, a soportar dos horas de contornos e incertidumbres.
Pero todo lleno de sueños y quimeras, unidos en la suerte o la desgracia de poder disfrutar de la tarde o no, partidarios de unos y otros: del Cordobés, de Diego Puerta, del Viti, de Paco Camino, mientras en la hora del triunfo, los pequeños fantaseábamos con los brazos hacia el cielo y llevados en hombros de las gentes hasta la puerta del Mercedes o el Doge, máximo símbolo de la época del éxito. Visionando riquezas y alabanzas, lo que en la mayoría de las ocasiones nos llevaba a terminar en nuestro propio festejo. Donde por turnos pasábamos por ser toros, toreros, banderilleros o picadores. Protestando, como toreros, cuando algún toro salía más con idea de fastidiar que de colaborar a nuestro éxito.



Así, entre sueños y quimeras llegaba nuevamente la venida de la luz del molino y parecía que, como si de la mili se tratase, un toque de retreta nos llevaba invariablemente a recogernos en la casa, saboreando los oles de la corridas y dispuestos, desde el mismo momento de levantarnos,  a ser felices un día más.






Imágenes sacadas de nternet. Se retirarán a petición

viernes, 23 de septiembre de 2016

PARÁBOLA




En la España rural profunda, esa en que las localidades, los pueblos se mantienen con muy pocos habitantes, cuando sus vecinos son en su mayoría pensionistas y los que no, se han apuntado a las subvenciones, cuando solo unos cuantos jóvenes y menos jóvenes luchan por encontrar nuevos caminos, expuestos como todos al error, a la equivocación, pero conscientes de que hay que probar, luchar.




 Digo en esos pueblos nos encontramos siempre con los situados, los que vienen en busca de la tranquilidad, de lo que no se mueve, de lo inalterable, de encontrar lo  mismo que nos dejamos en un  tiempo ya pasado. Los que gozan de buenas pensiones, de edad o enfermedad, los que ya no les importa que el pueblo crezca o permanezca anquilosado, en la vejez, con el único propósito de continuar siendo los reyes, donde la buena vida les pille de lleno, sin la incertidumbre del futuro.






Sin importarles el devenir de las gentes del pueblo, a ellos, jubilados, pensionistas, subvencionados, qué les importa los demás. Solo buscan el pueblo inmerso en la inmortalidad, en la inmutabilidad. No les agrada la diversidad, le es importante la conservación de las familias. Con las limosnas de los domingos ya cubren su conciencia de solidaridad. Pero a la vez buscan la muerte lenta del pueblo para poder sentirse siempre como los privilegiados, con la gracia de vivir sin ruidos, sin sobresaltos, sin otras culturas, sin contaminación, sin oposición, PERO TRISTEMENTE TAMBIEN SIN VIDA



















Fotografías de internet, serán retiradas a petición

miércoles, 7 de septiembre de 2016

topares


Topares, amado, deseado, imaginado, individualizado, disfrutado.
Ondulaciones que te acarician en el calor de la mañana, como en la brisa de la noche.
Caminos abiertos al horizonte, líneas rectas evidentes en las olas de los campos madurados por el sol y bañados, de tanto en tanto, por el agua generosa de la lluvia.
Para así poder transitar de los dorados estivales a los ocres y pardos colores invernales que nos permitan renacer en los primaverales terciopelos llenos del verde esperanzador de la vida.
Caminos que se diversifican hacia todas partes y que en el regreso confluyen todos en una idea, nuestro anhelo: Topares.
Topares, dueño de los sueños. Dibujado en miles de evocaciones de multitud de corazones alejados. Y que permanece siempre quedo, en la espera, aguardando la tornada,  dispuesto a acogernos entre sus brazos y darnos todo su candor

jueves, 1 de septiembre de 2016

UN SUEÑO



Foto de Avelino Ramírez

Los trazos verdes marcan la diferencia entre políticas de impulsar o de ahogar

Hemos llegado al final del verano topareño, desde el 1 de junio me encuentro en el pueblo y aún no sé cuándo encaminaré mi cuerpo hacia las tierras almerienses o de Válor.
Pero aunque físicamente aún me sitúe aquí, mentalmente ya hace unos días que inicié un exilio mental que no sé cuánto me llevará en volver a sentirme totalmente de las cosas y las circunstancias de Topares, a pesar de que  mi corazón añore a cada momentos sus calles, sus aires y sus olores.
Añoro otros tiempos en que en Topares se formaban con enorme ilusión listas al ayuntamiento de independientes, marcando las diferencias con ser de Topares o de Vélez. Independientes porque no iban tutelados por ningún partido y, aún más importantes, independientes porque en sus seres estaba la semilla de sentirse algún día libres de la opresión de un pueblo que nos mantenía atados y olvidados.
Todo era fruto de aquello que siempre nos enseñaban nuestros mayores: “Nunca esperéis nada bueno de Vélez Blanco”, claro que tenían mente y memoria.
Recordaban como tenían que acudir, con sus bestias, a las ferias de ganado de Vélez Blanco, obligatoriamente, para darles esplendor e importancia. Sabían de las manifestaciones de sus próceres cuando en la visita del gobernador de 1965, decían no saber que pedían los de Topares siendo tan ricos, deducción que hacían al ver tanta maquinaria exhibida. Vieron como cuando llegó la hora de asfaltar la carretera, no tuvieron en cuenta los intereses de Topares y asfaltaron desde allí y, qué casualidad, allí era donde estaban sus fincas, cuando a nosotros nos venía mucho mejor que lo hicieran desde el pueblo que nos acercaba más a los otros pueblos.
Qué lástima que la memoria sea tan débil, qué lástima que aquellos que soñaron en independiente ahora trabajen o instiguen a favor de Vélez Blanco. Como puede ser tan fuerte la envidia o la inquina para entregarnos mansamente en las manos que siempre nos han maniatado, para dejar que nos cierren una posibilidad de futuro.
Qué pueblo somos cuando asistimos impávidos a que nos digan que por sus co… (atributo machista) no se pone una lechuga más en Topares. Ni leyes, ni normativas rigen para nosotros, solo los co….. de un señor.
¿Topares, dónde ha ido a parar tu orgullo de pueblo señor?, tu espíritu de libertad, dónde has dejado tu sentido de unidad, dónde vas, despierta y no dejes que nuevos caciques, aliados con los de siempre, nos conviertan en un pueblo subvencionado, en un pueblo sin futuro. Revive tu sentido de independencia, esa idea que nos ha sido transmitida y que nosotros debemos transmitir. Esa ilusión que sabemos imposible pero que nadie nos podrá matar, soñemos, todo cuanto podamos, con un Topares libre, con un ¡¡TOPARES INDEPENDIENTE!!



viernes, 25 de marzo de 2016

Carnaval de Topares

Topares es diferente, es un lugar que no te lleva a ninguna parte, así mantiene su esencia a lo largo del tiempo.
Al organizar cualquier actividad se busca la participación de todos. Así el carnaval se sitúa alejado de los días señalados, en el momento que las circunstancias favorecerán la presencia de la mayoría. Se busca que, las localidades cercanas y más grandes, hayan celebrado los suyos para que no le resten esplendor, que sus estudiantes hayan pasado los exámenes de febrero y estén libres para disfrutarlo. Por eso, el primer día que se daban las condiciones favorables se festejó a don carnal, el 5 de marzo.
Esa noche de sábado, grandes y pequeños, topareños y visitantes, nos hemos reunido bajo la carpa montada en el patio de las escuelas, para al son de la música disfrutar de la alegría y la transgresión del carnaval, para todos reunidos componer una noche mágica, para dejarnos en nuestro interior el pensamiento íntimo de qué bonico es Topares.
Hasta la climatología se quiso unir al prodigio y unos alegres y esponjados bizcochos de copos de nieve nos entretuvo un trecho de la noche, ilusionando a todos con la llegada de la esperada lluvia.
Payasos, animadoras, vikingos, personajes de cine, la fortuna, japonesas, reinas, toreros, tortugas, pulpos, musas… la carpa se convirtió en una mezcolanza de sueños y fantasías donde se creó una atmósfera cálida, en la cual se instaló la esencia del espíritu topareño.

Ahora toca soñar con un nuevo año, con otras actividades venideras. Sabemos que cada día somos menos vecinos en el pueblo, pero si mantenemos ese espíritu decidido y dinámico, esa ambición de llenar nuestras vidas de energías, la esperanza de un mañana mejor siempre la tendremos.



















viernes, 11 de marzo de 2016

Grupo Artístico Gabar

Miembros de la Asociación artística: Grupo Gabar, posando para la exposición con motivo de sus diez años de trabajo

El pasado 2 de marzo, asistí a la proyección de la película sobre  los 10 años de vida del “Grupo Gabar. Asociación artística”. Este equipo tiene su razón de ser en la comarca de los Vélez.
Tras la proyección de la película asistimos a la inauguración que con motivo de dicha efemérides, han montado en el Patio de Luces de la Diputación de Almería.
Según apunta Dietmar Roth en el prólogo al catálogo de la exposición, el Grupo Gabar: “Traza un puente entre los artistas contemporáneos de los Vélez o vinculados a esta comarca con las personas que hicieron el primer arte en la época solutrense y en el Neolítico…     La jornada junto al abrigo de pinturas rupestres del cerro del Gabar fue el inicio de un diálogo de los artistas con el patrimonio natural y cultural de los Vélez”.
A lo largo de estos años,  la sociedad ha sido una entidad viva y muy activa. Ha organizado numerosas jornadas de trabajo tratando de conocer e incorporar nuevas técnicas, profundizando en otras y tratando de ver nuestro arte rupestre a través de la mirada de los nuevos tiempos.
La exposición, que más tarde viajará por la comarca, es una muestra de toda esa diversidad artística, en la que más que su calidad plástica, que la tiene, resalta, para mí, el acceso a la expresión creativa de personas que igual, sin el apoyo y la motivación del colectivo, no hubieran desarrollado o mostrado su arte.
Observar a los miembros del grupo orgullosos y satisfechos de su quehacer te anima y pone de manifiesto la vitalidad y energía que la cultura propia mantiene en nuestra comarca.

Mi enhorabuena a estos artistas y aprovecho la ocasión para recomendar a los paisanos y demás amantes del arte que no dejáis de acercaros a visitar esta magnífica exposición.

Antonio Egea Martínes
Isabel Martínez Gil

Basilio Ruzafa García

Pedro Manuel Ballesta Sánchez

José Luís Álvarez Pérez

Trinidad Pérez Ibáñez

María Jesús Camacho Cabrera

Luís Puerta Hernández

Isidra Motos Martínez

Manuel Salas Barón

Patrocinio Motos Martínez

Bienvenido Gonzáles Sánchez

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