Topares en lo remoto, quizás sea la primera foto del pueblo desde la distancia. Foto: Miguel González |
De pequeños necesitamos una referencia para mirar hacia el
exterior. Un exterior para nosotros extraño, misterioso, agradable o
desagradable según momentos. En esas primeras miradas, siempre a través de la
madre que, aunque has nacido, has venido al mundo, parece que aún formas parte
de ella.
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En los primeros pasos, siempre expectante de lo que ocurre ante mí. |
En el paso del tiempo siempre es difícil determinar esos
primeros recuerdos si son reales o se han ido formando en tu imaginación a
fuerza de oírlos contar por los mayores. Así mis primeras imágenes confusas corresponderían
a dos momentos. Estamos en la construcción del salón y en mi mente se quiere
dibujar la tapia más cercana a la carretera y unos hombres trabajando
en un andamio. En otro instante es con mi hermana, se ha caído de el cuna y yo
la subo cogiéndola de cualquier manera y me hecho encima para que no vuelva a
caerse. Ella, claro, no para de llorar.
En ese inicio no me viene a la cabeza ninguna sensación
amenazadora, nada que me provocara miedo, angustia, temor, todo bajo la
protección de mi madre. Curiosamente me ha creado seguridad en el trabajo, pero
indecisión en lo personal haciendo que ese agobio me cause miedo al fracaso.
Esa inseguridad en mi vida íntima me puede hacer perder las formas y los
modales.
Un Topares en blanco y negro, callado, sencillo pero lleno de vida, de movimiento. Foto: Jesús Martínez |
En mí se dibuja un Topares infantil en blanco y negro. Calles
tristes pero muy transitadas, personas andando de aquí para allá pero como si
tuvieran prohibido reírse. Pasos cansinos, ruidos de animales, niños jugando,
madres llamándoles a gritos, regueros de agua que corren libremente por las calles, tierra, barro, nieve.
Como si de una pintura se tratara, la calle de San Vicente y un campo en el horizonte cubierto de nieve, bendita agua. Foto: Miguel González |
Es un mundo íntimo, interior, aislado donde apenas nos llegan
los sones del exterior, del progreso, lo que nos hace creer, en la inocencia de
nuestras alcances infantiles, que el mundo se concreta en Topares.
El paradís perdut de la infantesa: una font d'imatges idealitzades, un pou de sentiments profunds, una força imparable de creativitat. Un aplaudiment!
ResponderEliminarA lo largo de nuestra existencia vemos a nuestra infancia como más anodina, pero como vamos avanzando hacia la vejez la vamos recordando con más nostalgia, más plena de libertad, de sentimientos y más llena de vida. Gracias Ramon i una gran abraçada.
EliminarLes imatges recordant la infantesa poden ser idealitzades, però hi ha petits instants que et queden ben gravats a la memòria. Sensacions molt potents, com recordar un poble trist o la caiguda de la teva germana que fan pensar; com potser que hagin quedat tan enganxades si eres un nen?. I no recordem altres moments, suposo que per la protecció, generalment de les mares, que per molt bé que ho facin no poden evitar les nostres inseguretats...
ResponderEliminarMolt bones fotos per a un text ple de sentiment.
Aferradetes ben fortes, Alfons.
Paula en un mundo en blanco y negro, en las reuniones se referían las cosas que habían sido, después estaba la caja de zapatos con las fotografías que cada una era una historia que se contaba. Dudo mucho que con la velocidad e intensidad con que se vive ahora, los actuales infantes lleguen a nuestra edad recordando con tante intensidad sus primeros años. Siempre opino que hemos tenido mucha suerte en la época que nos ha tocado vivir. Gracias Paula. Petonets i aferradetes.
EliminarJo també tinc la impressió que la meva infantesa va ser en blanc i negre,
ResponderEliminarDe ben segur que vam gaudir de moltes estones acolorides.
M'ha agradat veure Topares, amb neu o sense.
Xavier aunque la vida en aquellos años se desarrollaba en blanco y negro, nosotros la vivimos con plenitud, alegres, en la calle jugando, mimados en la casa y llenos de libertad. Me encanta que te guste Topares, yo soy un enamorado de los pueblos pequeños. Gracias Xavier, una abraçada
EliminarAixò m'ha arribat molt: "Calles tristes pero muy transitadas, personas andando de aquí para allá pero como si tuvieran prohibido reírse". Tot i això en tens bon record, com passa amb la majoria d'infanteses.
ResponderEliminarHelena, ahora parece que todo tiene que ser lo máximo. Antes resultaba un povo vulgar ser muy expresivo, todo se tenía que manifestar de forma comedida, incluso la alegría pero también había felicidad.
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