sábado, 11 de julio de 2020

LA CÁRCEL



Hace unos días me llamó mi madre a Almería, se acordó de que en Topares teníamos un lugar que llamábamos “la cárcel” y, quería contármelo por si yo no me acordaba.
Mis células evocadoras se pusieran en marcha buscando algún indicio en mi infancia y al momento me vinieron retazos que efectivamente había una habitación que llamábamos la cárcel, estaba en la parte trasera de la iglesia, enfrente de la puerta de cristal de la barbería de Julio de Fermín.

Calle en la que se encontraba la habitación que llamábamos la cárcel. A la derecha estaba la barbería de Julio el Barbero y en la pared de la izquierda una puerta por encima del suelo, pareciendo más una ventana cerrada que una puerta.

Se me fue montando en mi mente todos los recuerdos que me evocaban el nombre y así recordé que era un sitio misterioso y que nos daba cierto miedo, lo mirábamos con respeto y no nos era un lugar agradable. Pero en mi vena investigadora y amante de la historia de Topares, cuando me vine empecé a preguntar a los mayores y entonces encontré la explicación.

En esta pared se encontraba la portezuela que daba acceso a la cárcel. Ojos avispados y conocedores del asunto pueden intuir cierta mancha que puede señalar el lugar en que estaba la puerta, casi en la linea superior del zócalo de cemento.

En la dicha habitación, la Hermandad de Ánimas, guardaba un ataúd de madera, era para cuando moría un hermano que no podía costearse un féretro propio, se celebraba el funeral con éste, después a la hora de enterrarlo se liaba en una sábana o cualquier otra tela y la caja se devolvía a su lugar. Entre nosotros era “la caja del muerto”, en nuestras mentes de pequeños, cuando además algún mayor se encargaba de aumentar nuestro miedo y misterio, pues pensábamos que el muerto estaba dentro. Así el misterio por saber la verdad y el miedo que nos producía se alternaban y pasaba que queríamos verla y no, la mayoría de las veces pasábamos por la puerta de dicha habitación a paso ligero.
Cuando lo tengo todo no puedo evitar relacionar esta historia con unos recortes de prensa de un robo en el pueblo. Robo importante, pues lo encontré en tres periódicos de la época. Estamos en diciembre de 1920, hace casi cien años, la historia sale en los periódicos: “Crónica Meridional”, “Diario de Almería” y “La independencia”. Para vuestro conocimiento he escogido el texto de “Crónica Meridional”, pues me parece la más completa:
“Comunican de la villa de María que al cruzar por una calle de Topares el médico titular Don Ricardo Amigo García que iba a prestar asistencia facultativa fue sorprendido por dos individuos que desconocía, los que comenzaron a registrarle.
El señor Amigo para evitar que lo maltrataran entregó a los individuos 150 pesetas que llevaba en la cartera, desapareciendo aquellos en seguida, amenazándole de muerte si decía algo.
Cuando el atracado se vio libre de los dos individuos, denunció lo que le había ocurrido al alcalde y éste en el momento dispuso dar una batida, logrando feliz resultado, pues fueron detenidos los autores que resultaron ser los gitanos Pedro Morenilla Santiago y su hijo José Morenilla Cortés, naturales de Cehegín (Murcia). Se les ocupó la cantidad hurtada, que fue devuelta al médico de referencia.
Pero de los gitanos no hay que fiarse, como se demuestra que estando preparándose alojamiento hasta otro día, se escaparon aquellos un pudiendo dar alcance en un principio.
Pero la guardia civil comenzó a trabajar para buscar a los Morenilla, existiendo esperanzas de que pronto caerán en manos de la benemérita”.
No tardé ni un segundo en relacionar las dos crónicas, bien es verdad que no me asiste ningún argumento ni documento que certifique la relación entre ambos hechos, pero n o es difícil relacional que la habitación que preparaban de cárcel fuera ésta y que, del fracaso de la operación, la gente sacase guasa y le llamaran con ironía a dicha habitación la cárcel, quedándose con el nombre por mucho tiempo.
En la actualidad se encuentra tapada formando un falso sobre la sacristía.


La noticia tal como aparece en los tres diarios mencionados,
 Independiente. Diario de Almería y la Crónica Maridional.



8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Sí Xavier, m'encanta lligar llegendes amb notícies reals. Quan es forma la Hermandad, donaven 15 pessetes a la família de l'finat perquè fessin el funeral, després van treure l'ajuda i van posar el taüt per a aquells germans que no poguessin pagar-li-, i totess aquestes històries ens semblen, avui dia, molt llunyanes, però són pròpies de la nostra infància.

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  2. Amb el teu relat gairebé m'has traslladat al moment i un calfred m'ha recorregut pel cos. Un relat curiós i intrigant.
    Aferradetes estiuenques, Alfons.🤗

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    1. Gracias Paula. A todos nos resultaba un lugar misterioso e intrigante, casi de fantasmas y apariciones, por supuesto por la noche costaba trabajo pasar por el callejón. Aferradetes varias Sa lluna.

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  3. Quanta misèria, no poder enterrar una persona amb dignitat. Però hi ha països del món on ni tan sols es pot morir sense dolor, amb sedants, perquè no n'hi ha. I ara es posen de moda els parts naturals entre nosaltres fins i tot.

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  4. Helena estas historias de hace 50 o 60 años, ahora, nos parecen exageradas, pero en su momento, años de grandes dificultades, eran iniciativas que, al menos, permitían hacerlo con un mínimo de dignidad, además sé que se hacía con la máxima discreción. A mi también me parece toda la moda de no vacunas, partos naturales y todas esas falsas naturalidades una falta de respeto a todas esas personas que, en estos momentos, por falta de medios y posibilidades no tienen acceso a todos los adelantos médicos que gozamos en las sociedades avanzadas. Graciès Helena.

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  5. e gustan estas historias de antaño, los que hemos vivido en pueblos mas o menos pequeños, tenemos un montón para explicar...Me he reído con la historia de la cárcel y el robo al médico, que 150 pesetas en aquellos tiempos eran una pequeña fortuna....
    Besitos, Alfonso.

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    1. M. Roser nos reconocemos en nuestra infancia y juventud y eran tiempos que todos participábamos de la vida del pueblo. Ahora, a veces, me da pena que parece que hasta en los pueblos pequeños ha desaparecido la vida común. La televisión y la individualidad nos mantiene a nuestra casa y olvidamos lo marevilloso que era esa vida vecinal, esas relaciones personales, familiares, de vecinos, que nos hacían más solidarios y cercanos. Petonets M. Roser.

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