Hace unos días me llamó
mi madre a Almería, se acordó de que en Topares teníamos un lugar que
llamábamos “la cárcel” y, quería contármelo por si yo no me acordaba.
Mis células evocadoras
se pusieran en marcha buscando algún indicio en mi infancia y al momento me
vinieron retazos que efectivamente había una habitación que llamábamos la
cárcel, estaba en la parte trasera de la iglesia, enfrente de la puerta de
cristal de la barbería de Julio de Fermín.
Se me fue montando en
mi mente todos los recuerdos que me evocaban el nombre y así recordé que era un
sitio misterioso y que nos daba cierto miedo, lo mirábamos con respeto y no nos
era un lugar agradable. Pero en mi vena investigadora y amante de la historia
de Topares, cuando me vine empecé a preguntar a los mayores y entonces encontré
la explicación.
En la dicha habitación,
la Hermandad de Ánimas, guardaba un ataúd de madera, era para cuando moría un
hermano que no podía costearse un féretro propio, se celebraba el funeral con éste,
después a la hora de enterrarlo se liaba en una sábana o cualquier otra tela y
la caja se devolvía a su lugar. Entre nosotros era “la caja del muerto”, en
nuestras mentes de pequeños, cuando además algún mayor se encargaba de aumentar
nuestro miedo y misterio, pues pensábamos que el muerto estaba dentro. Así el
misterio por saber la verdad y el miedo que nos producía se alternaban y pasaba
que queríamos verla y no, la mayoría de las veces pasábamos por la puerta de
dicha habitación a paso ligero.
Cuando lo tengo todo no
puedo evitar relacionar esta historia con unos recortes de prensa de un robo en
el pueblo. Robo importante, pues lo encontré en tres periódicos de la época.
Estamos en diciembre de 1920, hace casi cien años, la historia sale en los periódicos:
“Crónica Meridional”, “Diario de Almería” y “La
independencia”. Para vuestro conocimiento he escogido el texto de
“Crónica Meridional”, pues me parece la más completa:
“Comunican
de la villa de María que al cruzar por una calle de Topares el médico titular
Don Ricardo Amigo García que iba a prestar asistencia facultativa fue
sorprendido por dos individuos que desconocía, los que comenzaron a
registrarle.
El
señor Amigo para evitar que lo maltrataran entregó a los individuos 150 pesetas
que llevaba en la cartera, desapareciendo aquellos en seguida, amenazándole de
muerte si decía algo.
Cuando
el atracado se vio libre de los dos individuos, denunció lo que le había
ocurrido al alcalde y éste en el momento dispuso dar una batida, logrando feliz
resultado, pues fueron detenidos los autores que resultaron ser los gitanos
Pedro Morenilla Santiago y su hijo José Morenilla Cortés, naturales de Cehegín
(Murcia). Se les ocupó la cantidad hurtada, que fue devuelta al médico de
referencia.
Pero
de los gitanos no hay que fiarse, como se demuestra que estando preparándose
alojamiento hasta otro día, se escaparon aquellos un pudiendo dar alcance en un
principio.
Pero
la guardia civil comenzó a trabajar para buscar a los Morenilla, existiendo esperanzas
de que pronto caerán en manos de la benemérita”.
No tardé ni un segundo
en relacionar las dos crónicas, bien es verdad que no me asiste ningún
argumento ni documento que certifique la relación entre ambos hechos, pero n o
es difícil relacional que la habitación que preparaban de cárcel fuera ésta y
que, del fracaso de la operación, la gente sacase guasa y le llamaran con
ironía a dicha habitación la cárcel, quedándose con el nombre por mucho tiempo.
En la actualidad se
encuentra tapada formando un falso sobre la sacristía.
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La noticia tal como aparece en los tres diarios mencionados, Independiente. Diario de Almería y la Crónica Maridional. |
Una curiosa història
ResponderEliminarSí Xavier, m'encanta lligar llegendes amb notícies reals. Quan es forma la Hermandad, donaven 15 pessetes a la família de l'finat perquè fessin el funeral, després van treure l'ajuda i van posar el taüt per a aquells germans que no poguessin pagar-li-, i totess aquestes històries ens semblen, avui dia, molt llunyanes, però són pròpies de la nostra infància.
EliminarAmb el teu relat gairebé m'has traslladat al moment i un calfred m'ha recorregut pel cos. Un relat curiós i intrigant.
ResponderEliminarAferradetes estiuenques, Alfons.🤗
Gracias Paula. A todos nos resultaba un lugar misterioso e intrigante, casi de fantasmas y apariciones, por supuesto por la noche costaba trabajo pasar por el callejón. Aferradetes varias Sa lluna.
EliminarQuanta misèria, no poder enterrar una persona amb dignitat. Però hi ha països del món on ni tan sols es pot morir sense dolor, amb sedants, perquè no n'hi ha. I ara es posen de moda els parts naturals entre nosaltres fins i tot.
ResponderEliminarHelena estas historias de hace 50 o 60 años, ahora, nos parecen exageradas, pero en su momento, años de grandes dificultades, eran iniciativas que, al menos, permitían hacerlo con un mínimo de dignidad, además sé que se hacía con la máxima discreción. A mi también me parece toda la moda de no vacunas, partos naturales y todas esas falsas naturalidades una falta de respeto a todas esas personas que, en estos momentos, por falta de medios y posibilidades no tienen acceso a todos los adelantos médicos que gozamos en las sociedades avanzadas. Graciès Helena.
ResponderEliminare gustan estas historias de antaño, los que hemos vivido en pueblos mas o menos pequeños, tenemos un montón para explicar...Me he reído con la historia de la cárcel y el robo al médico, que 150 pesetas en aquellos tiempos eran una pequeña fortuna....
ResponderEliminarBesitos, Alfonso.
M. Roser nos reconocemos en nuestra infancia y juventud y eran tiempos que todos participábamos de la vida del pueblo. Ahora, a veces, me da pena que parece que hasta en los pueblos pequeños ha desaparecido la vida común. La televisión y la individualidad nos mantiene a nuestra casa y olvidamos lo marevilloso que era esa vida vecinal, esas relaciones personales, familiares, de vecinos, que nos hacían más solidarios y cercanos. Petonets M. Roser.
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