jueves, 22 de noviembre de 2012

cataratas


Cuando murió Rosario, el dolor se apoderó de mí, lo he escrito a lo largo de todo el año en las diferentes entradas. Al vivir tan intensamente con una persona, su pérdida te produce una sensación de desamparo e indefensión, como de inseguridad importante. El sentir cerca a ese ser importante te da fuerzas, ante la adversidad te sientes protegido, te manejas con la seguridad de que acudirá en tu ayuda, que tomará las decisiones oportunas para tu bienestar.
            Mi dolor se ha fosilizado en mi corazón pero, también, su ausencia me ha permitido descubrir muchas personas que velan por mí, que me acompañan en el afligimiento, que me quieren y me cuidan. A veces me pregunto por qué las personas manifestamos más nuestras emociones y sentimientos ante el dolor y la desgracia, y nos cuesta mucho trabajo hacerlo en  la vida cotidiana, por qué cuando todo transita con naturalidad nos supone tanto manifestar a los demás nuestro aprecio, abrazar, sonreír, querer, hacerle a un amigo sentirse importante, … Al aparecer el sufrimiento, parece que nos libramos de los prejuicios y expresamos libremente nuestros sentimientos, así abrazamos, sonreímos, le damos toda la ternura que nuestro ser puede ofrecer, le hacemos que se sienta importante para nosotros.
            Acabo de operarme de una catarata y vosotros, amigos, familia, queridos me habéis hecho sentirme estimado e importante. Días antes me encontraba triste, inseguro y temeroso, faltaba Rosario a mi lado para darme las fuerzas necesarias para espantar mis miedos, para convertir la inseguridad en firmeza. La llamaba a gritos silenciosos, buscando su aureola para que tornara mis nubes grisáceas en cielos transparentes.
            Su respuesta llegó, enviándome la atención y ternura de mi hermana Aurora  y mi cuñado Eduardo. Para mi alegría y seguridad, durante los dos días de mi periplo, me han mimado, me han colmado de delicadeza, hasta hacerme sentirme protegido, abrigado, confiado. Han obrado con sumo esmero para cuidarme, para que no me sintiera solo, aislado y ¡vaya!, si lo han conseguido. Mi cuerpo maltrecho se ha impregnado de cariño y atenciones, estos días han vivido solo para mi, por eso quiero y solo puedo expresarle mi agradecimiento, mi cariño y mi admiración.
            Me he sentido estimado también por mi madre, como no, siempre ahí, esperando, sufriendo, atenta a todo cuanto me sucede. La familia, también esa gran familia de amigos y amigas, que con su interés me han vuelto a demostrar que están atentos, para tenerme en cuenta, para que me sienta acogido, para tratar de evitar mi soledad, para decirme que me aprecian.
            Gracias a todos y sabed que contáis con mi aprecio y cariño, vuestro miramiento me da ánimo para desafiar el día a día.

2 comentarios:

  1. Como siempre, precioso. Que sepas que te queremos mucho y siempre nos tendrás a tu lado. Un abrazo muy fuerte.

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  2. Muchisimo animo y adelante con tus deseos de vivir esta vida con la sensibilidad que nos la transmites. rebbi y paki

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