Cuando murió Rosario, el dolor se
apoderó de mí, lo he escrito a lo largo de todo el año en las diferentes entradas.
Al vivir tan intensamente con una persona, su pérdida te produce una sensación
de desamparo e indefensión, como de inseguridad importante. El sentir cerca a
ese ser importante te da fuerzas, ante la adversidad te sientes protegido, te
manejas con la seguridad de que acudirá en tu ayuda, que tomará las decisiones
oportunas para tu bienestar.
Mi
dolor se ha fosilizado en mi corazón pero, también, su ausencia me ha permitido
descubrir muchas personas que velan por mí, que me acompañan en el
afligimiento, que me quieren y me cuidan. A veces me pregunto por qué las
personas manifestamos más nuestras emociones y sentimientos ante el dolor y la
desgracia, y nos cuesta mucho trabajo hacerlo en
la vida cotidiana, por qué cuando todo transita con naturalidad nos
supone tanto manifestar a los demás nuestro aprecio, abrazar, sonreír, querer,
hacerle a un amigo sentirse importante, … Al aparecer el sufrimiento, parece
que nos libramos de los prejuicios y expresamos libremente nuestros
sentimientos, así abrazamos, sonreímos, le damos toda la ternura que nuestro
ser puede ofrecer, le hacemos que se sienta importante para nosotros.
Acabo
de operarme de una catarata y vosotros, amigos, familia, queridos me habéis
hecho sentirme estimado e importante. Días antes me encontraba triste, inseguro
y temeroso, faltaba Rosario a mi lado para darme las fuerzas necesarias para
espantar mis miedos, para convertir la inseguridad en firmeza. La llamaba a
gritos silenciosos, buscando su aureola para que tornara mis nubes grisáceas en
cielos transparentes.
Su
respuesta llegó, enviándome la atención y ternura de mi hermana Aurora y mi cuñado Eduardo. Para mi alegría y seguridad,
durante los dos días de mi periplo, me han mimado, me han colmado de
delicadeza, hasta hacerme sentirme protegido, abrigado, confiado. Han obrado
con sumo esmero para cuidarme, para que no me sintiera solo, aislado y ¡vaya!, si
lo han conseguido. Mi cuerpo maltrecho se ha impregnado de cariño y atenciones,
estos días han vivido solo para mi, por eso quiero y solo puedo expresarle mi
agradecimiento, mi cariño y mi admiración.
Me
he sentido estimado también por mi madre, como no, siempre ahí, esperando,
sufriendo, atenta a todo cuanto me sucede. La familia, también esa gran familia
de amigos y amigas, que con su interés me han vuelto a demostrar que están
atentos, para tenerme en cuenta, para que me sienta acogido, para tratar de
evitar mi soledad, para decirme que me aprecian.
Gracias
a todos y sabed que contáis con mi aprecio y cariño, vuestro miramiento me da
ánimo para desafiar el día a día.
Como siempre, precioso. Que sepas que te queremos mucho y siempre nos tendrás a tu lado. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarMuchisimo animo y adelante con tus deseos de vivir esta vida con la sensibilidad que nos la transmites. rebbi y paki
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