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lunes, 10 de abril de 2017

DON RAFAEL EL CURA



En estos pasados días ha muerto D. Rafael Pérez Teruel, para nosotros topareños, D. Rafael el cura.
Llegó a Topares entre 1956 y 57, hasta su marcha en 1963 o 64. En esos seis o siete años entre nosotros dejó una estela que, aquellos que ya saltamos los sesenta, no olvidamos.
Hasta los años setenta, en que empezaron a cambiar las costumbres, en las familias, grandes y pequeñas, se consideraba un honor tener un sacerdote, un hijo cura era la ilusión de muchas madres y padres. También el seminario, en los pueblos, era una salida al estudio. Conseguías beca con facilidad, en las localidades, mecenas te costeaban los estudios, te facilitaba la residencia pues era en régimen de internado, todo favorecía para que aquellos muchachos retirados de las ciudades pudieran estudiar.
Ya dentro, en gran parte de los jóvenes seminaristas empieza a verse, quizás influenciados por esa gran entrada de estudiantes de clases humildes, sacerdotes convencidos de que su misión no puede ser solo decir misa y rezar el rosario. Son conscientes de que sobre todo en las zonas rurales y obreras, entre sus misiones están también la de liderar, dinamizar la sociedad que les rodea. Se convierten en motivadores de la transformación de un mundo arcaico y estancado, en otro más acorde con el tiempo que empieza a formarse a nivel general.
A mí me bautizó D. Felipe y, cuando marchó D. Rafael, iría a cumplir los nueve años. Así que el trato directo con él que pudiera tener no me autoriza a aseverar nada, pero las consecuencias de su trabajo en el pueblo si nos permite ver y pensar en una gran labor.
Bajo su iniciativa y dirección el pueblo construyó su salón parroquial. Para lo cual supo convencer a todos de la importancia de la obra. Convenció a los pudientes de que tenían que aportar dineros, peones y animales de carga, lo que fuera necesario para conseguir el fin. Convenció a los que no tenían bienes de que su aportación sería con jornadas de trabajo gratis para que tampoco se quedaran fuera de la obra del pueblo. Así hemos podido lucir a lo largo de los años un salón que no tenían en muchos otros sitios y levantado por ellos mismos. Ahora, después de tantos años lo vemos como una cosa más del pueblo, antaño era un orgullo para todos y nos gustaba exhibirlo con arrogancia y satisfacción.


Se dotó con un motor para producir electricidad y con ello llegó la máquina de cine que nos dio muchas noches de ilusión viendo los grandes cómicos o los famosos de la copla en las películas españolas. Eso sí, por las noches al salir del salón, nuestras madres siempre nos dirían: “Nene tápate la boca”.
Después, otra vez, al final de su estancia en Topares volvió a convencer a los vecinos de comprar una televisión para el salón. Esos primeros aparatos valían un dineral, partiendo de pequeñas aportaciones consiguió lo necesario para comprarla y a cambio deba una especie de vales para poder verla después gratis, pues si no, costaba una o dos pesetas, según el acontecimiento y como he contado en alguna otra ocasión los días más gloriosos eran los de las corridas de toros. Mi primer recuerdo de la televisión fue la muerte y entierro del papa Juan XXIII.
Se me aparece en mi mente la mañana soleada que se marchó, casi todos los vecinos alrededor del caño para despedirlo, lágrimas en muchos ojos y muestras de cariño. Con el paso del tiempo, cada uno ha podido hablar según su propio entender, pero particularmente tengo claro de que, si su estancia entre nosotros se hubiera alargado más, los tiempos que ha tenido que ir superando el pueblo hubiera sido mucho más veloces.
Circunstancias me permitieron visitar después con cierta asiduidad Fondón, allí pregunte por su paso y me repetían los mismos parámetros de actividad y dedicación que en Topares y, cierto domingo de 1983, encontrándome en la plaza del pueblo, me fijo y a mi lado estaba él. Al llamarle la atención y decirle mi nombre le faltó tiempo para preguntarme por la gente del pueblo y en sus ojos brillaba la luz de la alegría.
Ahora ha emprendido un nuevo camino, que las estrellas lo transporten allá donde él quiera estar, seguro que Topares siempre será, para él, un lugar especial y nosotros siempre, al contemplar el salón, nos mostraremos orgullosos y diremos que, lo construimos entre todos estando D. Rafael.





sábado, 8 de junio de 2013

ABIDAL, La ilusión de vivir

              Los que sabéis de mi historia, no os extrañará que en la tarde del sábado, cuando Abidal salió al campo y en la despedida posterior, sintiera una especial emoción, como me ocurre con Tito siempre que lo veo dirigir un partido.




            Estos dos personajes ponen cara pública a la bestial enfermedad, la misma emoción y sentimiento me invade ante cualquier otro, por anónimo que sea, que mantenga la misma lucha.
            Los que hemos vivido al lado, rodeados por la fiera, sabemos de las ganas de vivir, de la necesidad de sentirse válidos, las emociones se magnifican. Así entiendo la actitud de Abidal. No solo es vivir, también es sentir que su vida es plena. Vencer la enfermedad no es solo curar, también es vivir como lo has hecho siempre. Nace una necesidad del sí puedo. En su momento te zarandea de tal forma que te hace pensar que nunca más podrás ser el mismo. Al aparecer los primeros brotes de curación, crece el deseo imperioso de comprobar, de constatar  que sí  puedes.
            Cuando Rosario ya estaba en manos médicas,  con las primeras sesiones de quimioterapia se veía su avance positivo. Tras la tercera sesión, cierto día, al regresar de la escuela, me la encuentro en el sofá con aires de cansada. Con la tensión que vives te derrumbas, flaquean tus fuerzas y una corriente negativa atraviesa tu cuerpo. Me dice que suba arriba, lo hago y me encuentro, que ella sola, ha cambiado de lugar los muebles del dormitorio. Armarios de ropa, cama, mesillas, tocador, todo tiene una nueva estructura, siguiendo su tradición de no dejar mucho tiempo las cosas en el mimo sitio.  En la puerta del dormitorio, mirando el cambio,  no puedo evitar que se me escape una sonrisa y por primera vez se dibuja en mi mente la posibilidad de la curación. Al bajar, me siento obligado a regañarle, aunque sea de mentirijilla, para acto seguido,  abrazarla y ser uno de los más bellos e intensos que nos hemos dado, mezclándose alguna lágrima de alegría en nuestras mejillas. Estaba cansada pero inmensamente feliz de pode hacer aquello que siempre hacía. Al lo lejos se nos abrió un amanecer de curación.
            Comprobar que todavía tenía sus fuerzas, que podía volver a ser la misma, produjo un cambio en la alegría de su cara, se abrió del todo a las ilusiones y, se vivían, por nimias que fueran,  con una intensidad arrolladora.
            Todo era un canto diario a la vida, disfrutar de todo lo que le envolvía, a estremecerse ante cualquier emoción que le transmitieran los que la rodeaban. De su vida fue desapareciendo la palabra fracaso, todo se convertía en ilusiones, la indiferencia no tenía lugar y hasta el acto más inane lo vivía como el acto más prominente que pudiera ocurrir.
            Aunque tarde, te enteras también que la maldita es traicionera, después del verano pleno de constantes ilusiones, sin avisar, de golpe, nos muestra su macabra cara y se la lleva para siempre.



            Abidal y Tito han salvado uno de sus traicioneros ataques, con lo que surgen aún con más fuerza,  sus exigencias de vida. Ahora no pueden atender otras posibilidades que no sea demostrar que no ha podido con ellos, volver a sentir la utilidad de su existencia. En Abidal pasa por volver a jugar a tope al fútbol, igual dentro de unos meses puede sentir otras prioridades, pero primero tiene que comprobar que su cuerpo y su ánimo laten al máximo, que su capacidad alcanza a la máxima competición, después otras sensaciones le dirán su camino.
            Pero digo que son una cara pública, con ciertas posibilidades y no quiero olvidar a todos aquellos anónimos inocentes que no tienen las mismas oportunidades y a los gobiernos les digo,  no recorten en esto. Recorten viajes, monumentos, actos multitudinarios, reyes, príncipes y princesas, alardes, ejércitos, autopistas, aviones y aeropuertos, trenes de alta velocidad… Pero no recorten en esfuerzos para tratar de darle a miles y miles de personas una esperanza de que pueden vivir, de que tras la triste noche les espera un amanecer radiante. La calidad de vida de las personas tiene que estar delante de ejércitos, países, políticos y grandes acontecimiento.



            También quiero y trato de entender la postura del Barcelona con Abidal. Cuando Rosario estaba en plena lucha, yo no podía sustraerme a espiarla. Cualquier cambio de ánimo, cualquier gesto extraño, cualquier tos inoportuna, cualquier variación en su comportamiento era suficiente para alterar mi pulso, para dejarme sin aliento y traer a mi cara la preocupación y la tristeza.
            Así para todos podía establecerse un estado de tensión continua, difícil de llevar en muchos momentos. Le corresponde a cada uno, personalmente, decidir libremente como enfocar su vida. Abidal ha decidido seguir ligado al deporte a su máximo nivel, con una ilusión juvenil, pero también en la seguridad de que ni el mismo sabe cómo puede responder, desde aquí le deseo toda la fortuna del mundo.
            Os dejo con  Kavafis, en las canciones de LLuís Llac,  para decirle:
…….
Has d’arribar-hi, es el teu destí,
Pero no forcis gens la travessia.
Es preferible que duri molts anys,
Que siguis vell quan fondegis l’illa,
Ric de tot el que hauràs guanyat fent el cami,
Sense esperar que et doni més riqueses.
Itaca t’ha donat el bell viatge,
Sense ella no hauries sorti
-------------
…….
Més lluny, sempre aneu més lluny,
Més lluny de l’avui que ara us encadena.
I quan sereu deslliurats
Torneu a començar els nous passos.
-------------
……….
Bon viatge per als guerrers
si al seu poble són fidels,
el velam del seu vaixell
afavoreixi el Déu dels vents,
i malgrat llur vell combat
l’amor ompli el seu cos generós,
trobin els camins dels vells anhels,
plens de ventures, plens de coneixences.
Traduciendo libremente:
Has de llegar a tu destino
Pero no fuerces nada la travesía
Es preferible que dure muchos años
Que seas mayor cuando fondees en la isla
Rico de todo lo que has ganado durante el camino.
Sin esperar más riquezas
Itaca te ha dado el bello viaje
Sin ella no habrías salido.
--------------
Más lejos, siempre id más lejos
Más lejos de lo que hoy os encadena
Y cuando seáis liberados
Volved a empezar nuevos caminos.
------------
Buen viaje para los guerreros
Si a su pueblo son fieles,
El velamen de su barco
Favorezca el Dios de los vientos
Y a pesar de su viejo combate
El amor llene su corazón(1) generoso
Encuentre los caminos de los viejos deseos
Llenos de venturas, llenos de conocimientos.
(1)       Cuerpo en el original.


Fotos de internet se retirarán a petición
          

martes, 19 de febrero de 2013

Enrique, amigo

                                            ...
Los hombres que "viven"
no se mueren nunca
se duermen de a ratos
de a ratos pequeños
y el sueño infinito
es solo una excusa
                     ....


Se ha ido Enrique, mi amigo,  y lo ha hecho silencioso, sin molestar, pero nos ha dejado el corazón dolido y los ojos compungidos.
                ¿Quién era Enrique? Enrique era un hombre bueno, bondadoso, bonachón, tierno. A sus años era un niño grande o un grande niño. Sencillo,  afable, sincero, dócil, su inocencia nos invadía con su semblante risueño.
                Enrique ha iniciado el largo viaje acosado por la maldita enfermedad. Esa que tras el estupor inicial, te vislumbra un amanecer de esperanza, de un mañana posible, pero que en un instante, en un relámpago, desentierra el hacha de guerra y te maltrata salvajemente.
Enrique y Pepita, siempre ilusionados,
en los muchos caminos que han recorrido juntos
su amor ha florecido


                Enrique nos ha dejado desolados. Siempre pendiente y dependiente de su compañera Pepita, privada traicioneramente de su eterno Cari, pero envuelta en el amor de sus hijos Quique y Malena, también de su amado hermano Juanmi. A vosotros, los que os queremos, intentaremos enviaros toda nuestra energía, nuestro afecto, para que siempre notéis nuestra dedicación, nuestro cariño.

Su inseparable Pepita, su hijo Quique y Juanmi


Juntos en Archena

                Siempre atento con los demás, alegre, gozoso ante sus pequeñas travesuras, divertido. Aunque a veces, pudiera mostrase un poquito gruñón, como todo el mundo, pero lleno de candidez, de amabilidad y afecto hacia los que le rodeaban. Su vieja perrita Luna, ciega en los ojos pero no en los sentimientos, lo buscará para dar el paseíto, se aupará a su preferido sillón intentando acurrucarse en su regazo y dormir plácidamente.

Enrique y su inseparable Luna,
                Al mismo tiempo, ahora, en su eterno descanso, se encontrará con su añorado y venerado nieto  Pablo, que lo esperará para recibirlo con un gran abrazo, guiándolo  en su nuevo mundo y, marchar,  cogidos de la mano, para  renovar viejas ilusiones y enviarles fuerzas y esperanza a los suyos, que se han quedado afligidos y acongojados tras su marcha.

viernes, 30 de diciembre de 2011

José Mª Siles

            A lo largo de toda la navidad había ido creciendo el interés, a todos los rincones llegaba la noticia de que el maestro que había hecho la película venia al pueblo. En Topares, “la película” solo puede ser aquella en la que se puso de manifiesto las pésimas condiciones en las que se vivía, sin agua potable, había que esperar horas y horas para poder llenar un cántaro de agua de la que beber. Después de muchos años nos encontrábamos sin médico residente, la carretera era un suplicio, llena de piedras, baches, sin asfaltar. Por no haber no había ni cura, en la comarca se decía que Topares era igual que el cáncer, que no tenía cura, en fin todo un poema.
            Los mayores de ahora, hace treinta y cuatro años estaban en la plenitud de sus días, igual no recordaban el nombre del maestro, pero seguro que retenían en su memoria el maestro que había hecho una película-denuncia del pueblo, que como consecuencia de la misma se había puesto en lucha. En su reportaje dio a conocer en la  provincia y el estado las condiciones de vida de la España profunda, lejos de las aleluyas de la televisión oficial y única y de lo bonito de las “Crónicas de un pueblo”.
            En la historia de los pueblos hay acontecimientos que son partida para el desarrollo o la destrucción, con la cinta se inicia el desarrollo de Topares. La rebeldía, el no callar, el reclamar nuestros derechos como personas supone un proceso de mejora que nos llevó a los momentos actuales.
            En esta navidad Topares vivía unos días de espera para el reencuentro con su historia, la fecha era el 3 de enero de 2009, el personaje, José Mª Siles, el maestro que realizó la película, aquel que era comunista y lo iban a meter en la cárcel, aquel que después salía en los telediarios.
            Nadie  esperaba que nos juntáramos tanta gente, desde muy pronto se fue llenando el bar, los que todavía están en el comedor son literalmente asaltados, ocupando todo el bar , deseosos de no perderse nada. Ya no cabían más y seguía entrando la gente.
            El encuentro fue muy emotivo, a pesar de que solo se contaba con unas pocas fotos, iban aflorando personajes, momentos, lugares, anécdotas, todo valía para traer a nuestra memoria unos tiempos de ilusión y esperanza. Nos quedamos con ganas de más, pues faltó la estrella a la cita, la película, en los rudos rostros se dibujó una desilusión, para después superarlo ampliamente a lo largo de la tarde. Habían pasado muchos años, pero Siles parecía que se encontraba en su hogar y el pueblo le devolvía el cariño como Topares solo sabe hacerlo.
            La escuela marca y define al maestro, que no deja de serlo nunca. José Mª venía como periodista a recordar su etapa de maestro, pero no, aquí estaba el docente. Los que realizamos nuestra labor en la escuela nos reconocemos en cualquier otra actividad que hagamos. Periodista y maestro tienen en común que los dos quieren transmitir un conocimiento, los dos tratan de expresar una verdad. Para lograrlo buscamos la motivación, el despertar el interés. Así él manejaba al auditorio como el maestro al alumno, buscando el estímulo para crear la atención, la ilusión.
            El ritmo, la secuenciación, el transcurrir de la tarde nos iba mostrando a un maestro que trabajaba de periodista. Poco a poco fue deslumbrando a la gente hasta que los tuvo entregados como pequeños infantes. Todos querían participar, se fueron contando historias, recuerdos, expresando las vivencias con la sencillez de los humildes, de los que saben reconocer la superioridad cultural de otros, la candidez que brota del pueblo, con todos los sentidos abiertos para poder empaparse de todo lo que aquella tarde diera de si.
            Observando el acto me viene a la memoria el recuerdo de aquellos días, imágenes aún en blanco y negro. Retrato de otro pueblo reunido en el mismo salón, en el letargo de la noche obscura de la dictadura, pero como siempre en Topares, una noche apacible, silenciosa, tranquila, dulce.
            Fueron años de expansión, de crear ilusiones, de avanzar. Muchas personas que habían tenido que emigrar, ahora mejor situados, empiezan a volver a pasar las vacaciones en el verano y las navidades. Se producen continuos reencuentros. Las noches de verano se llenan de juntas donde se cuentan las peripecias, miserias y penurias de antaño. Donde los que regresan ya pueden contar las anécdotas de los primeros momentos de la emigración, recién salidos de las entrañas de la tierra y vividores de la cercanía del pueblo, ajenos al ritmo y las costumbres de la ciudad. Pero ahora era cuestión de olvidar las carencias del pasado y todo era reír de las divertidas anécdotas que las necesidades había fabricado continuamente. Para los que éramos jóvenes de verdad en aquellos años, supuso conocer un tiempo de Topares que aunque cercano no lo habíamos vivido lúcidamente por no haber nacido o ser muy pequeños. Esas tertulias nos acercó a la historia y al conocimiento de nuestro pueblo.
            También fue un tiempo de descubrimientos, de volver a pensar en Topares como algo importante, cuando últimamente nos habían hecho creer que no valía nada, que todo lo de fuera era preferible, que lejos se vivía mejor. Fue un tiempo de empezar a recuperar nuestro orgullo de lugar, nuestro orgullo topareño.
            Ahora poco importa los motivos que le llevaron a realizar la película, prefiero destacar las circunstancias que hicieron que la gente se fuera implicando en el proyecto, la ilusión por mostrar su cultura, su arte, su vida, sus habilidades, sus tradiciones, sus problemas, como se fue desnudando para mostrarse tal como era, sin ropas, al desnudo, sin pudor y con la ingenuidad de los pueblos que no tienen nada que ocultar, pemsando que su memoria no es meritoria, no dándole importancia a su riqueza, a su valor.
            Para la música se juntó la mejor cuadrilla, vinieron de todos los lugares las mejores guitarras y las voces más dulces. Se torno todo seriedad, la responsabilidad de todos se alió para que el resultado fuera el mejor. Topares, por encima de todo, aunque sumido en una serie de calamidades, quería mostrar lo mejor de si, aunque olvidado de las instituciones, especialmente del ayuntamiento de Vélez Blanco, Topares era un oasis de tranquilidad, de belleza interna, sus campos ricos en cereales y sus gentes con una personalidad especial, cautivadora. Todos éramos conscientes de que nuestra imagen saldría al mundo exterior, que nuestra historia se estaba plasmando en esa cinta, era nuestro particular camino, el descubrimiento de nuestras esencias. Pusimos todo el empeño en que se reflejase el bienestar, las alegrías, todo a pesar de las cicateras condiciones en las que se vivía, Topares merecía la pena conocerlo y amarlo, cuando amarlo era muy fácil por sus tierras y sus gentes.
            El curso escolar estaba acabado, la cinta también, ya estaba rodada y concluido el trabajo de campo, faltaba ahora, el laboratorio, su revelado y montaje, siendo difícil recordar la fecha exacta calculo que sería por principios de la segunda mitad de agosto cunado se hizo la proyección en Topares.
            Como ocurrió esta navidad, había gran expectación por ver la película, los que estaban de vacaciones para conocer lo que habían hecho de su pueblo, resumiendo se fue creando un interés desbordante, quizás causante de que los acontecimientos se desarrollaran después como sucedieron. Nadie sabía exactamente que veríamos en la película. En sectores del pueblo se hablaba de Siles como “rojo” y “comunista”, se mascaba un cierto miedo a “si pasaba algo”, a la vez todos querían ver al padre que salía, al hermano o hermana, al hijo, a él mismo, al vecino, al conocido. La ilusión era mucha por ver lo que se contaba de nosotros en el film, nuestra realidad.
            La proyección oficial o más importante fue por la noche en el salón parroquial que estaba a reventar, al poco de empezar asomó por el lugar la guardia civil, conclusiones posteriores me dice que vinieron sin una directriz concreta, viviendo aún Franco, con la fama de “rojo” que tenía no es de extrañar que vinieran avisados por las “fuerzas vivas de la localidad”. Pero hay que aclarar rápidamente que en ningún momento se vio ninguna animadversión concreta hacia Siles, ni de la guardia civil, ni de la gente del pueblo.
            Con la proyección se habían puesto unos folios para recoger firmas de la gente dándole autenticidad a lo que en la película se decía. El silencio era profundo, la gente cada vez más embobada en lo que veía. Para terminar había elegido una secuencia en la que se veía empezar el telediario, “el parte” de las nueve de la noche, aquel en que la palabra telediario daba vueltas alrededor de la Tierra, era en el salón del teleclub y en el momento de empezar el “parte” todos se volvían de espaldas y una voz en off de cía algo como “Topares vive de espaldas a las noticias oficiales”.
            Al terminar resuenan aplausos importantes, la gente firma toda a la vez que los corrillos se van formando, tanto en el mismo salón como en la puerta. Pasados unos momentos la guardia civil interviene, le pide a Siles los permisos pertinentes de la película, de la exhibición y de la recogida de firmas. Solo tiene el permiso de proyección de la película, pero carece de permiso para celebrar el acto en Topares y recoger firmas. Después de los primeros minutos, lo conducen a la escuela y allí lo tienen retenido e interrogándolo al menos una hora. La gente no se va, llena de corrillos la puerta de la iglesia, todos dan su opinión de lo que puede pasar y de lo que se está cociendo en la escuela. Después pasan a hablar de lo que habría que hacer en caso de que lo detuviesen, de que tienen que defenderlo en caso de que se lo quieran llevar al cuartelillo. En esos primeros instantes no se sabía nada de lo que podría pasar.
Por fin salen de la escuela pero sin una solución final, él paso realmente momentos difíciles, claro que también vio que el pueblo estaba a su lado y si al principio su preocupación era que se lo pudieran llevar al cuartel, después su inquietud pasó a ser la película. Esta ya se había pasado en un festival realizado en Portugal y a los pocos días de Topares se pasaba en otro festival que había en Almería por sus fiestas, estando la guardia civil empeñada en que se tenía que quedar con la película y las firmas.
            Aquí quiero hacer una valoración muy personal, cuando suceden los hechos tengo sobre los veinte años, una necesidad de participar en las cosas del pueblo, de estar en medio como se dice, vivo intensamente los momentos de ilusión que se vive en la Universidad y en mis pensamientos crece la idea de que hay que hacer algo para salir de la obscuridad que nos embarga, ya está bien de esta larga noche triste y necesita llegar un alba reluciente, de que llegue la mañana luminosa, así no es de extrañar que me uniera en aquellos momentos cierta amistad con José Mª a través de la escuela, a la vez de una admiración por lo que hace en la misma y en la calle. Mi padre, por otra parte siempre ha mantenido estupendas relaciones con la guardia civil, así que aquella noche me movía entre los dos mundos y estuve metido en medio de todo el fregado. Aquella noche todos dieron la cara por el maestro, si acaso siguiendo la costumbre de los mayores de entonces, le achacaban lo mal que pudiera haber hecho a su juventud, por lo que a veces no sabía lo que hacía, pero era buen muchacho y siempre buscaba lo mejor para el pueblo y sus alumnos.
            A todo, ya hacía un par de horas de la película y de allí no se movía nadie. La impresión particular es que la guardia civil vino sin saber cuál era su cometido, su reacción era más debido a la expectación y al revuelo que se había formado, al miedo de aquellos años por si aquella noche en Topares se iniciaba la gran revolución, en resumidas cuentas, inocentes guardias civiles rurales que entre todos les habían llenado la cabeza de miedo por si aquello daba pie a alguna acción, a alguna protesta en el ayuntamiento y ellos, estando presentes, no habían actuado, no habían hecho nada para impedirlo y entonces pudieran aparecer como responsables ante sus superiores.
            Ya en la madrugada la guardia civil se va, se llevan con ellos la película y las firmas, el maestro se tiene que presentar por la mañana en el cuartel para allí dar la solución definitiva. La gente permanece en la puerta de la iglesia, José Mª se derrumba, pierde la entereza que ha mantenido a lo largo de la noche, nunca pensaba que en Topares fuera donde la película tuviera los problemas, la gente le apoyó en todo momento, ya bien de madrugada nos recogemos, al final quedamos en que yo le acompañaría y que Avelino, el cartero, también se acercaría al cuartel de María para echar una mano con la guardia civil pues al maestro lo único que le importaba ya era recuperar la película.
            Así a la mañana siguiente nos encontramos en el cuartel Avelino, el maestro y yo, la guardia no se había aclarado mucho, seguían con las mismas dudas, nuevamente se encierran a hablar. A todo esto hacía gracia ver a Avelino, sus alpargatas blancas que llevaba siempre y sus tics nerviosos, para los jóvenes os diré que era uno de los personajes peculiares del Topares de la época, cuando era pequeño se quedó tuerto jugando con una caña y siempre estaba humedeciéndose el ojo que no tenía, cuanto más nervioso estaba más rápido lo hacía, aquella mañana no paraba de escupir en el dedo y humedecerse el ojo, solo le decía al cabo que era una persona muy buena, que en Topares lo querían y que no había hecho nada malo.
            Por fin, ya entrado el mediodía, a eso de las dos, lo dejan ir, se puede llevar la película pero se quedan con las firmas y una amenaza, de alguna manera, de que si volvía a poner la película en Topares se la recogían y lo encerraban en el cuartelillo. El final fue más feliz de lo que en algunos momentos se pensó. El maestro se fue a Almería más contento que unas pascuas y Avelino y yo para Topares, los que lo conocisteis, sabéis que había pocas cosas que le metieran a él prisa, así que hicimos el viaje de vuelta bien tranquilos hablando de todo lo sucedido y fumando continuamente.
            Esa noche fue, quizás, el último contacto del maestro con el pueblo, hasta esta navidad pasada. Después a lo largo de aquel invierno en diferentes revistas fueron apareciendo reportajes de la película y por consiguiente de Topares, como anécdota os puedo contar que mi tío Vidal, estando en Alemania, ojea una revista española en un quiosco y de pronto ve que sale Topares, ve la foto de los cántaros y dice ¡pero si es mi madre!, como loco compró todas las revistas de aquella que había en el quiosco y escribió a todos sus hermanos mandándoles el artículo de la revista.
            Todos esos sucesos que se encadenaron en aquellos momentos, recordemos que es el último año de la dictadura, supuso el punto desde el que Topares inicia un salto hacia el futuro, inicia su carrera hacia el progreso y aunque decía de que había sido el último acto del maestro con el pueblo, cuando después salía en las imágenes del telediario desde sus diversas corresponsalías, en las casas del pueblo siempre se hacía el comentario de que era el maestro que había hecho la película.
            El aire juvenil de José Mª Siles que pudimos ver en el acto que vivimos el 3 de enero es el reflejo o la consecuencia del aire activo, joven, dinamizador de su estancia entre nosotros como maestro. Yo terminaba la carrera por entonces, a veces entraba en su clase, donde siempre encontraba su ayuda y comprensión. Creaba en la misma un clima de investigación, creatividad y dinámica que conllevaba la implicación de los alumnos en su propio aprendizaje, así en la tarde del 3 pudimos comprobar de la boca de sus alumnos como aún recordaban sus enseñanzas y como se les quedo la idea de una escuela nueva y moderna, rica y engrandecedora.
            Terminando estas líneas, además de expresar mi homenaje y admiración por José Mª Siles, quiero rendir homenaje y admiración por Topares y sus gentes. Estas personas que llegan a un pueblo y dejan su huella e impronta, no serían nada si no hubiera un lugar donde sembrar, una gente con la que trabajar, pocos lugares son tan propicios para eso como Topares. Su sabiduría sencilla, humildad, saber estar de sus gentes, mostrándose siempre humanos, agradecidos, solidarios, espléndidos, acogedores. Han venido maestros, médicos, ATS, sacerdotes y otros, que han llegado llorando al ver el sitio al que llegaban y al irse se han ido llorando al ver el lugar y la gente que dejaban atrás, sin tener reparos en reconocer que se iban enamorados del pueblo y sus vecinos.
            Desde la perspectiva que me dan tantos años de vivir fuera, aunque siempre mantenga contacto con el pueblo, os digo, mantened viva la llama de Topares y nunca dejéis de ser tan maravillosos.

jueves, 8 de diciembre de 2011

D. Miguel, el maestro

Don Miguel, maestro de la República en Topares

A Pepita y Juan Miguel, sus hijos,
con todo el cariño.


Don Miguel González Rosado (1907-1976) fue el maestro de mi padre y de otros muchos vecinos de su generación, pero, dentro del pueblo, por encima de todo, era Don Miguel el maestro. Tal era su carisma e importancia que era respetado no sólo por sus antiguos alumnos sino también por toda la gente del pueblo. Tenía toda la consideración, no en balde sus alumnos, como se decía antes, eran los que más sabían de letra, dándose una gran diferencia con las generaciones anteriores y posteriores, por lo que disfrutaba de todo el respeto y admiración de los vecinos del pueblo.
Don Miguel (1907-1976) nace en Málaga y recién acabada la carrera funda  la escuela San Miguel situada en el barrio Huelin. A principios de los años treinta entra en la escuela pública y es destinado a Topares, dejando la escuela San Miguel a su hermano D. José. Cuando termina la guerra civil es represaliado y no puede ejercer hasta finales de los años cincuenta. Después de pasar por varios pueblos ya se establece en Málaga, donde imparte su magisterio, hasta su jubilación, en la Escuela Laboral y Textil, escuela de patronato fundada por alguna empresa textil de Barcelona.
La escuela
Don Miguel llegó a Topares el año 1932, según podemos deducir de la carta que envía a otros alumnos de Málaga. Seguidor de la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos, practicaba una enseñanza de corte liberal, demócrata, con el objetivo claro de aprovechar las cualidades de cada alumno, partiendo siempre del entorno, donde el contacto con la naturaleza era fundamental, una escuela experimental y muy enraizada en los intereses del niño. Esta escuela tuvo su desarrollo fundamental durante la Segunda República y muchos trabajadores de la enseñanza piensan, salvando las distancias, que todavía no se ha superado una escuela tan comprometida como la que se dio en muchos lugares aquellos años.

Mi padre recordaba una escuela muy activa, muy exigente en el trabajo, pero a la vez muy implicado. D. Miguel no pedía nada que él no hiciera antes. Exigía el máximo respeto tanto para él como para sus alumnos. Hacía muchas salidas al campo: en las eras pintaba un gran mapa de España y tenían que saltar y desplazarse de unas ciudades a otras. Muy participativo en el juego, contaba que jugando a las “ídenes” alguien al que había castigado en la clase se aprovechó de que el maestro estaba de “burro” y le dio una buena “espoleta”. Don Miguel ni rechistó, pero cuando se tuvo que poner el alumno, se la devolvió y lo tiró de boca. Jugaba como uno más y se comportaba como uno de ellos en el juego. Todos sus alumnos siempre le han recordado con entusiasmo y veneración, rememorando una escuela activa y alegre.

La carta de 1933

Un ejemplo de su forma de trabajo es esta carta que ha llegado a mis manos por un obsequio de su hijo Juan Miguel, conocedor y conocido en el pueblo por las estancias que después pasaban padre e hijo en mi casa. Se trata de una misiva que los alumnos de Topares envían a los alumnos del colegio “San Miguel” de Málaga para iniciar una correspondencia en la que les cuentan cómo es el pueblo de aquellos años. Los que pasamos de la cincuentena nos situamos perfectamente en los lugares y en las formas que nos describen estos niños y parece que volvemos al Topares de nuestra más tierna infancia. En la portada podemos leer:

“Correspondencia infantil.
Envío de los alumnos de la Escuela Nacional de niños de Topares (Almería) a sus compañeros de la Escuela de San Miguel.
MÁLAGA”

La portada resulta una obra perfecta, por eso supongo que está hecha por el mismo D. Miguel, pues era de ese estilo preciosista. Observamos un sello que dice: “Escuela Nacional de Niños. Topares-Vélez Blanco. Almería”, un escudo ininteligible y, resaltada con bolígrafo, “octubre 1933”.

Si los dibujos se los podemos atribuir a Patrón, la caligrafía se la atribuyo a José Mª de la Eufemia, pues después se dedicó a ser lo que llamábamos “Maestro Ciruela” y siempre conservó la elegancia de la escritura. En mis tiempos de escuela nos daba clases particulares, tenía fama de duro y de que enseñaba bastante. Mucha gente de los cortijos aprendió a leer gracias a la labor que desarrolló él y otras personas como él que iban por los campos enseñando a leer, escribir y las cuatro reglas.

Dentro aparecen diferentes dibujos de Topares realizados por los alumnos, muy bien hechos y seguro que los que tenemos cierta edad reconoceremos la puerta de la Iglesia, las cuevas, la casa de Fernando de la Posada, los pinos, un segador en plena faena, la calle San Vicente, en la que se puede apreciar que ya había luz en el pueblo, aparece una bombilla en la esquina de lo que es la casa que conocemos como la de Luis el Albañil. Topares visto desde el camino de Macián, en la que vemos un almendro grande que había en un bancal de mi abuelo Vidal Motos, y una fotografía de los alumnos, lástima que el tiempo y la técnica de entonces no nos permitan reconocerlos. La foto está tomada en el patio de la casa de Antonio el Llana, pues la escuela en esos momentos estaba ahí y en el patio existía un árbol.
El pueblo
Ya dentro de la misma nos cuentan que Topares tiene en aquellos días 450 habitantes. Explican a los niños de Málaga qué es un almiar: “También se ve un almiar, que es un montón de paja forrado con cañas de centeno para que no se moje la paja y dure mucho tiempo”.

Nos siguen informando: “Lo primero que hay a la entrada al pueblo es la Iglesia, que tiene una torre con dos campanas. Ahora está cerrada la Iglesia porque el cura se ha ido”. Parece que el problema de Topares y los curas ha existido siempre.

También nos hablan del molino, que durante muchos años fue un centro importante en el pueblo: “En frente de la Iglesia, un poco más abajo, está el molino que muele el trigo y da la luz eléctrica. El molino tiene dos piedras que las mueve un motor de aceite pesado, que también le hace andar a la dinamo para la luz”.

Después hablan de las calles: “El pueblo tiene una calle que se llama la calle Mayor y en la punta hay una plaza pequeña. Después hay otras calles, como la Carrera de Baza, que es donde vive Don Miguel, y la calle de la escuela que se llama calle San Vicente”. Nos aclaran que los dibujos eran de un trabajo que ya habían hecho de un día nevado: “La ha dibujado un compañero que se llama Patrocinio Navarro (Patrón) y la dibujó un día que había nieve”. “En el pueblo hay también un pilar donde beben las bestias y de donde se saca el agua para fregar, este agua es mala para beber pues tiene mucho yeso. Para beber hay que traerla de una fuente que se llama Macián, que está de aquí tres kilómetros”.

También nos hablan de las sierras: “El mayor es el del cerro Gordo, que tiene cerca de 2.000 metros sobre el nivel del mar. Vosotros quizás no seríais capaz de subir a todo lo alto, pero nosotros hemos subido muchas veces ya y también nos hemos caído algunas veces”.

Les cuentan que se da el trigo, cebada, avena y centeno, les dicen que es tierra de secano y una curiosidad: “Este año hemos visto segar con máquina, que no lo habíamos visto nunca; pero el dueño de un cortijo trajo una este verano  y la vimos. En una hora segaba la máquina más que dos segadores en un día”. Lástima que no nos dejen una imagen de la máquina, sólo dibujan a un segador en plena faena.

Árboles dicen que hay pocos: “Alrededor del pueblo hay unos cuantos almendros grandes y nada más. Uno de estos almendros lo retrató D. Miguel un día y nosotros hemos sacado un dibujo del retrato”.

Observamos que hacen una descripción exhaustiva de todo lo que rodea al pueblo, cuentan de las matas: “Ahora es el tiempo de cortarlas y la gente va al campo a por ellas. La pagan la arroba de tallos a 0'30 pesetas. Con lo que podría ganar un jornal con una buena bestia de cuatro o cinco pesetas”. En dinero actual estaríamos diciendo que podía ganar 0'30€ al día. También hablan de que en la sierra se corta leña y se hace carbón.





Volver a Topares
Después de su paso por Topares se dieron unas circunstancias que hicieron que volviera a tener relación con el pueblo.

D. Miguel fue un maestro de la República y, como muchos de ellos, fue represaliado por la dictadura, así es “exiliado” a Alicante, no pudiendo ejercer en Málaga. En Alicante se encuentra con don Luis, el maestro, casado con Dª María,  padre de D. Luis, “Luisito” y D. Jesús. Ellos ya se conocían de cuando D. Miguel estuvo en Topares. Es muy probable que D. Luis le hablase a mi padre de su encuentro con D. Miguel, a quien mi padre recordaba con cariño a pesar de que, de pequeño, era un niño muy travieso. A veces se da una corriente de simpatía entre el travieso y el maestro. Claro que travieso no significa maleducado, grosero o irrespetuoso, sino más bien quien no mira muy bien las consecuencias y realiza acciones fuera de la norma que, a veces, pueden parecer graciosas. En ocasiones, con tantas llamadas de atención, se puede crear una relación cordial con los padres del infante. Esto fue lo que ocurrió en este caso: mi padre y D. Miguel, y sus respectivas familias, mantuvieron (y mantenemos) un relación afectuosa.

Sea como fuere, la cuestión es que se reinicia una relación y, conociendo las formas de mi padre, José Mª Robles, no es de extrañar que en algún momento lo invitara a venir a la caza del reclamo o a pasar algunos días en el verano. Mi padre no me supo explicar nunca las circunstancias concretas de ese nuevo encuentro. El resultado es que Don Miguel pasa pequeñas temporadas en mi casa durante el verano y así, con su amabilidad y simpatía, se gana la admiración y el respeto de todos los vecinos.

Cuando se acercaba el momento de su venida, crecía una gran expectación e ilusión. Mi casa se transformaba y giraba todo el día en torno a ellos, para que disfrutaran lo más posible de sus cortas vacaciones en el pueblo. Por las mañanas había que realizar tareas de la escuela, era inflexible. Después, con Juan Miguel, íbamos a jugar a los pinos del Cortijico o de la Carretera. Por la tarde llegaba el momento más esperado, la salida al campo, le encantaba y la excusa era salir a cazar, aunque la mayoría de los días la escopeta regresaba más limpia que una patena. Al regresar, seguro que habíamos aprendido nombres de animales, de plantas, de piedras y minerales, curiosidades, anécdotas, cualquier circunstancia era suficiente para una explicación oportuna, como si de una enciclopedia total se tratara. En la inocencia de la infancia a mí me parecía que en él radicaba toda la sabiduría. Todavía hoy, después de muchos años ejerciendo de maestro, pienso lo bonito que sería parecerme un poquito a él como educador y enseñante.

Desgraciadamente de sus alumnos quedan muy pocos entre nosotros, uno de ellos es Eutimio López López, Conocido en el pueblo por Eutimio de Virgilio de la Posada, que nos revelaba que cuando llegó al pueblo. D. Miguel estuvo hospedado en su posada. El motivo de la visita era mostrarle las fotografías y que nos contara de aquellos años, me acompañaba Encarni Navarro a la que agradezco su trabajo con las fotos, y Rosario García, mi mujer.
Eutimio fue alumno de Don Miguel, cuando nos encontramos al decirle que quería hablar de Don Miguel inmediatamente respondió, “Don Miguel González Rosado”. Nació en el año 1922, ya muy mayor la memoria y la vista  no le obedecen todo lo que nos gustaría, pero a lo largo de las dos horas que estuvimos con él, nos fue contando pequeños detalles de la escuela y nos transmitió su admiración por el maestro.  A la vez que hablamos comento con Encarni alguna circunstancia de las fotos, en un momento le digo que el nombre del maestro es Miguel y Eutimio saltó como un resorte y me corrigió: “Don Miguel”.


Le recordé ante la foto de la mesa y la estantería que le gustaban mucho las piedras y los minerales y él riéndose me dice “los caracoles, los caracoles de piedra “, se ve que así llamaban ellos a los fósiles. Nos contó que salían todos los jueves por la tarde al campo, a jugar o a hacer actividades, muchas veces eran a las eras, las eras de Diego y de Elías, al lado de la gasolinera y en el cerro de la Cruz, en la de José Manuel.
Mientras hablábamos y veíamos fotografías de pronto dice Eutimio “El mejor maestro que ha habido en Topares”, su forma de hablar fue el de dictar una sentencia, no dejó ninguna duda al comentario ni a otra opinión. Nos aclaró que en aquellos años todos los niños eran de Topares, que no había niños de los cortijos, ni de Macian ni las Cobatillas.
Finalmente en un momento de la agradable mañana nos recito un trozo de poesía que D. Miguel les había enseñado y que aún se acordaba:
El que viva en el año 2000
Verá con asombro,
el tiempo cambiado.
Ya no hará falta ningún albañil
Pues las casas no tendrán tejado.
Las niñeras serán suprimidas
Porque los niños nacerán criados.
Han pasado más de 75 años y pudimos observar  la alegría en su rostro al recordar a su maestro, lo orgulloso que estaba de haber participado de su escuela y de todo lo que le había enseñado, me quedo con su expresión espontanea y su cara cuando dijo: ¡Es el mejor maestro que ha pasado por Topares!”
Sirva estas líneas como recuerdo al inolvidable D. Miguel y como homenaje a tantos maestros que en tiempos difíciles nos abrieron caminos en los pueblos recónditos para explorar la senda del estudio y del saber.


 
          

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