martes, 2 de octubre de 2012

Topares, punto de encuentro 2





A Rosario, que ha sido mi luz,
me ha enseñado a amar lo sencillo,
el aire, la tierra, la callada.
    
la Navidad
     Otra celebración muy especial en tiempos pasados, que además duraba cerca de un mes era la Navidad. Desde días antes de nochebuena se respiraba un aire festivo y de celebración, que empezaba en las casas con la elaboración de los mantecados y demás exquisiteces que se hacían para la ocasión, a saber, tortas de naranja, roscos de anís, rollos de manteca, alfajor, fruta fanfarrona,  y algunos hacían galletas y cordiales, también se preparaba el licor café así como en ciertos hogares la mistela. Los hombres aparcaban durante esos días las labores del campo, en las casas las mujeres hacían los dulces y los chiquillos merodeábamos para pillar algún mantecado o tarareábamos las canciones de la cuadrilla. El caso es que eran fiestas que implicaban a todo el pueblo, excepcionalmente estaban los domicilios en que se había producido una muerte y estaban de luto, en este caso los vecinos les portaban el presente, que era una muestra de lo que se hacía, pues a ellos el dolor no les permitía hacer dulces ni licor café.

La cuadrilla siempre atraía a pequeños y hrandes
     La fiesta en si comenzaba en nochebuena con la misa del gallo, antes la familia, entendiendo por familia, los padres e hijos, cenaban y en aquellas casas que se mataba el pavo, era frecuente freír la sangre del mismo para la ocasión. A las doce se celebraba la misa, la cuadrilla concentrada en la casa del cura, subía hacia la iglesia tocando un pasacalles y cuando hacía la entrada en la misma y se situaban comenzaba la ceremonia. Durante la misma tocaban diferentes piezas y al acabar de besar al niño, cantaban los aguilandos, al ser en la iglesia eran referidos a motivos religiosos, principalmente al nacimiento de Jesús. Era frecuente que al terminar todo se hiciera un baile de parrandas en el salón, más antes en alguna de las casas de los mayordomos. A lo largo del baile y a su terminación  se iniciaba una de las costumbres, que a mí me gustaban más, se trataba que grupos de amigos, podían ser de casados, de jóvenes e incluso mozalbetes se iban a una de las casas a invitarse a los mantecados y demás, de esa casa salían para otra, cuando ya era bien de madrugada se sustituían los dulces por los productos de la matanza, que estaban a punto para comer asados, los chorizos, o crudos, las morcillas y la butifarra. Así se iría haciendo a lo largo de las noches y los jóvenes, algunos días,  terminaban dibujando el alba. Se establecían relaciones muy peculiares, pues de pronto te podrías encontrar en una casa en la que tú nunca pensaras entrar y se iniciaban amistades con las que no contabas.

.- La cuadrilla en su recorrido por los hogares  demandando donativos para las Ánimas. Se encuentran en la puerta de uno de los mayordomos, que unido a la hora que se intuye nos hace pensar que van a empezar su recorrido. Los mayordomos se encuentran en los extremos, Antonio El Llana y Francisco Pañales, que lleva en su mano derecha la campanilla con la que se anunciarán al llegar a una casa. Los músicos de izquierda a derecha son Antonio el Albañil, Miguel Peritano, Yeyo de Aurelio, Paco el Guión, Diego del Pinar, José Antº el Camionero y Tomás de la Capellanía.

     Uno de los ejes fundamentales de la Navidad y sus actividades era la cuadrilla. Tal como se establece en los estatutos fundacionales de la Hermandad de Ánimas, una de las tareas que se les encomendaban a los mayordomos era la formación de la misma. A veces, traían un guión, que era el que cantaba los aguilandos,  de una cortijada o pueblo de los alrededores, al no haber ninguno en el pueblo. Según el ingenio que mostraban en sus composiciones su valor en la comarca era mayor o menor, cuanta más fama alcanzara en más sitios y más importantes fueran lo iban a llamar de más lugares, tenían gran consideración entre los parroquianos y se les admiraba en su destreza de componer y relacionar familias y sucesos en las mismas.

Cualquier lugar es el adecuado para tocar unas parrandas y los vecinos para ponerse a bailar. En la visita a alguna de las familias, uno de los presentes ha ofrecido un donativo para que interpreten las parrandas, la cuadrilla obediente accede y así, como se dice:  "Las Ánimas nunca pueden perder"

 Durante esos días iban por las casas para recaudar fondos para las Ánimas. De una casa a otra iban tocando el pasacalles que anunciaba la cercanía, al frente iban los mayordomos que portaban una campanilla para anunciarse a la llegada a una casa. La familia inquilina cuando escuchaban el tañido de la campanilla salía a recibirlos, los mayordomos les preguntaban si allí se rezaba o se cantaba. Se rezaba cuando en la misma había algún luto. Si les invitaban a cantar entraba la cuadrilla y el guión, después de enterarse de los miembros de la casa se dedicaba a componer estrofas, algún invitado de la casa podía pujar para que cantara a algún motivo particular. Al final los dueños daban el donativo e invitaban a mantecados y licor café a los músicos, a veces se cambiaban los dulces por un vaso de vino y productos de la matanza. Los donativos podían ser dinero o en los casos en que no se podía, se ofrecían pollos que después se rifaban en los bailes, también se podían donar productos de la matanza que se vendían a las tiendas.

La cuadrilla en su recorrido por las casas del pueblo. La bonanza del tiempo y la expectación entre los vecinos ha hecho que hagan su trabajo en la calle. Observando la destreza de los danzantes no es de extrañar que alguno de los presentes haya ofrecido un donativo  para que bailen. La risa de los mirones nos puede confirmar nuestras sospechas.

     Uno de los días más importante era el día de los inocentes. Los chiquillos acudíamos a los vecinos y familiares a darles la inocentada, claro que hay que tener en cuenta que la inocentada era pedir un mantecado o parecido, a lo sumo a alguien muy cercano podíamos sacar alguna pesetilla. Pero el hecho de decirle que los santos inocentes te lo paguen nos llenaba de alegría y risa.

Como decía !Las Ánimas nunca pierden", en otra calle les piden un pasodoble, ellos a su faena, a tocar, y los demandantes a bailarse su pasodoble


     Por la tarde había misa y después el baile de los Inocentes, bajo la atenta mirada del sacerdote de turno, para que no hubiera baile agarrado. Se trenzaban parrandas, jotas y malagueñas. Eran muy frecuentes las pujas para que bailara fulanito con menganita, para hacerlo de una manera u otra o para que los músicos interpretaran esta canción o la otra, incluso que lo hicieran así o asado. Se realizaba alguna rifa de pollos normalmente y, como siempre, lo recaudado para las Ánimas, que a su cargo tenían dos gastos importantes, el cuidado y mantenimiento de la iglesia y el cementerio, al ser éste de la Hermandad y no municipal como en la mayoría de los lugares.
     Los chiquillos esperábamos impacientes el día de los Reyes Magos, aunque cualquier parecido con lo de hoy es pura imaginación. En mis años cándidos no conocíamos ni de cabalgatas ni parecido, por no saber no se sabía que fuera de Topares hubiera reyes o no. A algunos agraciados nos podían traer algún juguete, uno o dos a lo sumo en el mejor de los casos. Lo más frecuente era alguna naranja, plátano, mantecado. Nos podíamos alargar a algún calcetín o zapatillas y, como mucho, alguna peseta o duro. Pero para nosotros era suficiente con vivir una noche de ilusión, aunque los que no recibían reyes trataban de hacernos la puñeta contándonos  que los reyes era mentira,  que eran los padres.
En Topares se decía que hasta San Antón pascuas son, otrora así era, la navidad terminaba realmente con la hoguera de San Antón y la procesión del santo, pero claro eran tiempos en que los relojes andaban al ritmo de las personas, y no éstas al ritmo que marcan los relojes.



lunes, 1 de octubre de 2012

Topares, punto de encuentro 1





A Rosario, que ha sido mi luz,
me ha enseñado a amar lo sencillo,
el aire, la tierra, la callada.
    
 Cuando escribo siempre encuentro una dificultad manifiesta para encontrar las primeras palabras con las que empezar el texto. Más, cuando lo que intento es contar actividades a partir de las sensaciones que me produce un lugar que llevo dentro: Topares. Pretendo evidenciar cómo el paso de los años me va acercando a lo profundo, a lo sustancial, lejos de los años juveniles, en que esa esencia no alcanzaba a vislumbrar.
En los años de plena juventud los sucesos que acaecen  marchan a tanta velocidad que no hay tiempo ni tranquilidad para analizar las sensaciones y emociones que transmiten. Por eso me formaba una visión de Topares permanente, quasi anclado en el tiempo, a lo más, lo veía curioso, sin ver más allá de la armonía familiar, de la relación con los amigos, de la riqueza que aporta tu propia vida, tan importante en esos años. Todo se supedita a aquello que te ocurre.
Desde que te levantas quieres un día plagado de actividades, de acciones y sensaciones. En esa celeridad no puedes captar el valor del silencio, de la limpieza de las miradas, de la transparencia del aire, de la sencillez y humildad que envuelve al pueblo. Solo eres sensible a lo que te ocurre y cómo te ocurre.
Al sentirte cautivado por la primera muchacha, a la que quieres hablar y no te atreves, cuando llega el primer amor, las primeras fiestas con los amigos, las primeras copas. Los estudios fuera, los problemas generacionales, la incomprensión de los mayores, los calentamientos de cabeza que tú mismo te provocas, el pensar que todos están en el error y solo tú tienes la solución, soñar con que algún día te comerás el mundo, que tuya será la revolución. Ideas tener muchos días por delante y cosas por hacer.
     Pero en esto, sin avisar, llega el momento en que los acontecimientos que te turban no van tan de prisa, ni tienes tantas actividades. Cuando llegas al pueblo y empiezas a mirar a los que te rodean y compruebas que muchos son menores que tu, que a algunos ya no conoces. Que ya puedes disfrutar del enamoramiento permanente de una persona, que gozas con las pequeñas cosas, de las simples miradas, de los callados susurros y, descubres, que el silencio también es música. Sin saberlo empiezas a deleitarte con una sencilla conversación, con todo lo que te rodea, tus vecinos, del pueblo con sus silencios y su aire, tanto de los días de sol, de lluvia o de nieve, de un transcurrir del tiempo parsimonioso, dulce y tierno. Ahora si, ahora se te aparece y se encierra todo en Topares.

LA CULTURA DEL PUEBLO

     Topares en su historia ha sido un lugar de a ninguna parte, en la encrucijada de tres provincias, Almería, Granada y Murcia, no ha sido tránsito hacia ningún sitio, lo que ha hecho que sus gentes se mantengan en un conjunto. Aquello que se hace se concibe abierto a todos, en las fiestas se procura que estén todos, en las tristezas nos asistimos inseparables. Juntos podemos hacer feliz a un niño en su momento de gloria, o participamos de una cena de Nochevieja, o esperamos a nuestros estudiantes para que puedan alegrar el carnaval. Unidos asistimos a cualquier requerimiento, a cualquier acto, aunque solo sea por el encuentro, por el goce de saborear esos momentos de hermandad, armonía y convivencia.
     De esta manera ha sido siempre, lo hemos vivido en la celebración de nuestras navidades, de las fiestas, en las reuniones y sobre todo en las conmemoraciones del  ciclo festivo.
     El estudio del ciclo festivo de un pueblo ha sido uno de los instrumentos más importantes con que han contado los antropólogos  para estudiar la sociedad de los mismos. A través del cual han avanzado en el conocimiento de las relaciones sociales, de los nexos que se daban de igualdad y subordinación, ayudando al estudio de sus utensilios, usos, costumbres y maneras. Así han llegado al conocimiento de su cultura, que no es otra cosa que todo aquello que nos hace aparecer como una unidad delante de los demás grupos.
     Por desgracia, actualmente, poco nos puede aportar el estudio de estos ciclos tal como acontecen hoy. Las fiestas que celebramos se parecen todas como una gota de agua a otra. Lo que llamamos diversión se ha apoderado del contexto, y diversión es comer, beber, bailar y bailar, beber, comer. Todo aderezado por una especie de oda al riesgo y al atrevimiento. Lo fantástico ha quedado como el aguantar más, el dormir menos, estar el mayor tiempo posible en la calle y si hay que dormir en ella, se duerme. Beber y beber en los jardines, bailar a ritmos frenéticos y monótonos hasta la extenuación. Incluso cuando aún perduran algunas tradiciones parece que solo importa el exceso, así cuantos más seamos mejor, cuanto más manifestemos nuestro fervor mejor, cuanto más bebamos mejor, cuanto más tiempo sin dormir mejor, cuanta mayor osadía mejor. Todo agravado porque el ciclo festivo ya no son unos días señalados, sino que se amplía a lo largo de todo el año, cualquier fin de semana es bueno para tener una fiesta en los alrededores y, cuando no las haya, nos la inventamos. Cuando no ocurre que con la llegada masiva de foráneos, los lugareños se quedan en minoría ante los visitantes y, éstos, en su desfachatez,  incluso llegan a apoderarse de la autenticidad del acontecimiento.
     Por suerte entre nosotros no siempre ha sido así, aunque nos tengamos que remontar a tiempos pretéritos para situarnos cuando las fiestas y celebraciones daban carácter y forma al  pueblo. En Topares adquirían gran significación las navidades. Al ser un pueblo agrícola y ganadero, tomaban gran consideración las de San Antón por la ganadería y San Isidro por los campos. Semana Santa también constituía un momento importante y como ocurre en otros lugares, adquieren gran importancia en el desarrollo cultural del poblado “LAS COMEDIAS”. 
las comedias
     En mis recuerdos de la infancia tengo muy presente una representación: “La casa de Quirós”. Además a lo largo del año era frecuente que viniera alguna compañía foránea que casi siempre traían un programa con una obra o sainete y una parte de revista.
     En esos tiernos recuerdos cuatro momentos se han quedado grabados en mi memoria de forma especial, pues me produjeron asombro y admiración. En “La casa de Quirós” se daba un noviazgo que no era aceptado por el padre de la novia, cuando se entera dispara con una escopeta al novio que huye. En el escenario, en la pared del salón, a la derecha había un ventanuco que daba al cementerio viejo, todavía no existía lo que después fue el teleclub y, por ahí, hicieron el disparo que no se veía. El estruendo producido en el salón y pensar que le habían disparado a alguien, me dejó fuertemente impresionado y así ha perdurado.

Momento en que el padre(José Mª de la Eufemia),  simula
disparar sobre el novio, la pose del actor cómico(Germán)
quita dramatismo al momento

     Los otros momentos van asociados a las compañías que venían. En un baile de revista flamenco, la bailaora con sus insinuaciones fue subiendo de tono a los jóvenes y menos jóvenes. Cuando alguno, más atrevido, no se puedo contener y se expresó de forma más contundente, la  danzarina le dijo “No te parece mucha barca para tan poco marinero”. Todo el salón estalló en carcajadas y risas y por algún tiempo se hacía mofa y burla de la ocasión. En la misma función u otra, quede asombrado cuando un guitarrista, se paseaba por el escenario tocando la guitarra, con la misma encima de la cabeza, como en la espalda. Y por último, en la representación de una obra había una escena en un cementerio, cuando se desataba una gran tormenta. El miedo de la escena, agravado por los efectos especiales, truenos, rayos, relámpagos y vendaval me impresionaron. Ahora pueden parecer rudimentarios pero entonces era lo más auténtico que había visto. Quedé admirado.
     Estamos en los años 50, las noches de otoño e invierno son muy largas, sin televisión ni otros argumentos para salvar las largas veladas nocturnas. Así era fácil implicar a jóvenes y menos jóvenes en la preparación de una comedia, constituían un motivo para el esparcimiento y la mejor manera de alegrar las crudas noches del invierno. No sería de extrañar que de esas cálidas veladas surgieran romances y amoríos entre ellos, o al menos una excusa para poder mantener conversaciones los jóvenes de los dos géneros.
     Los escenarios en los que se llevaban a cabo las representaciones eran variopintos, el más celebrado de los que me han contado era donde se celebró la representación del “Orgullo de Albacete”, el corral de la casa que era de mi abuelo Vidal Motos, que en la actualidad es de Diego y Carmen.
     En una rinconada del mismo construían el escenario con tablones que se traían de la carpintería de José Mª de Eleuterio, recubrían las paredes y el escenario con colchas y mantas como las que se colocan en el Corpus y, sobre estas montaban el decorado. En una pared del rincón hay un balcón, no muy alto a la calle, que da a una sala, la “sala del balcón”, la aprovechaban para cambiarse y colocaban una pequeña escalera para bajar al escenario.
     Otros lugares en los que en alguna ocasión se celebraron representaciones fueron la porchá y el corral de José Manuel Serrano, en lo que hoy llamamos “Plaza de las Pulgas”. Me imagino que días antes se llevarían el ganado a otro lugar para adecentar y preparar el lugar para el acto. Entre el año 1958 y 59 se construye el salón parroquial y a partir del momento se dispone de un local para las funciones, donde también se  proyecta cine y que después acogerá a la primera televisión. Contaba con su escenario permanente, con foso para el apuntador, telón y, a lo largo de la pared estaban colgadas las tablillas con el número de las filas de sillas. En las semanas anteriores a la función, los actores y actrices, a la salida de misa, vendían las entradas numeradas, por lo que variaban los precios y prácticamente toda la vecindad acudía al estreno, del que se hacían varias representaciones para que del primero al último la pudieran ver.

.- Actores, actrices y colaboradores de la obra “El orgullo de Albacete”. Curiosamente observamos la expectación causada a la hora de la foto,  si miramos la cantidad de gente que hay encima de la tapia, eran otros tiempos y nos hace pensar en la admiración de todos por los que hacían las comedias.
De izquierda a derecha reconocemos  a D. Felipe el cura y director, Segundo de Amable, José Mª de la Eufemia, Manolo del taller, Ambrosio, Germán, Amable y Clemencio de la Posada, hermano de Eutimio. En la fila de abajo, María, la hermana del cura, Mª Josefa del Collerero, Aurora Robles, una pariente de ésta, Agustina de Portillo, Victorina de Ambrosio, Isabel de la Celedonia y mujer de José Mª, Pepilla de Angel, Isabel de Amable, Eladia  de Celedonio, Águeda, Ascensión de Filiberto y Ascensión de Andrea. Debajo´ Agustín de Amable, Quite de Fernando y Vicente de la Librada. Con Quite su prima Quite de Filiberto.

     Entre los más mayores se recuerda con gran cariño la representación de la obra “El orgullo de Albacete”. Se representa en los primeros años 50, tenemos un panfleto en el que no aparece el año, solo que se representa el diez de mayo. En el mismo aparecen el nombre de los actores y la función tiene lugar en el corral de mi abuelo Vidal Motos. Podemos observar la fotografía del elenco de actores y el director, el sacerdote D. Felipe. Obra adaptada al castellano por Antonio Paso y Joaquín Abatí, se trata de un pintor bohemio que está muy influenciado en su comportamiento y en sus decisiones por la novia y un amigo que es un libertino empedernido. En esto otro amigo, profesor de matemáticas,  le pide ayuda porque ha roto con la novia días antes de casarse, a partir de aquí se inician todas las peripecias. Ha quedado siempre en el recuerdo de las personas que disfrutaron de ella.


     Otra obra que tenemos noticias es en el año 1952, en este caso se trata de una representación infantil que se celebró con motivo de la festividad de la Ascensión, como podemos observar gracias a la aportación de este pasquín anunciando las fiestas de San Isidro y la Ascensión. Se trata de la “Florecilla de Lourdes” preparada en esta oportunidad por Dª Fuensanta López Serrano, hija de José Mª de Eleuterio y hermana de D. Daniel, mi maestro. Además se acompañaba de un diálogo en panocho: “Se me pegó el arroz”.

Miremos las fiestas de aquellos años en que consistían

     Ya a principio de los años 60 tiene lugar otra representación de gran éxito, “La casa de Quirós” de Carlos Arniches, recuerdo un gran cartel con el nombre colocado encima del telón. El decorado era el de una habitación de una casa y había en frente a la derecha una puerta con una cortina por donde se hacían las entradas y salidas. Entre los actores y actrices estaba José Mª de la Eufemia que hacía de padre de la novia, mi tía Paquita Motos, la novia, mi tío Manolo, el novio, Germán un aldeano, mi primo Daniel de la Evangelina, el cura. Esta obra fue dirigida por D. Rafael, el sacerdote que había en ese momento y que además fue el que construyó el salón parroquial. 
     En síntesis era una muchacha enamorada de un apuesto joven. El padre de ella, que todavía se cree en un estado feudal donde hay nobles y vasallos, no autoriza el compromiso y una noche dispara al novio haciéndole creer a la novia que ha muerto. Ella enloquece tras la noticia, finalmente con la intervención del cura y los vecinos y, ante la enfermedad de la hija, el padre accede al casamiento y todo termina en felicidad. Los personajes principales eran el padre, la novia, el novio y el cura. Además estaban los aldeanos que trabajan para el señor, que ponen la gracia y el humor en el drama y, donde destaca de forma especial Germán. La representación fue un éxito y en los días posteriores era tema de conversación entre los vecinos del  éxito de la función.

El elenco de “La casa de Quirós” saludando o posando para la foto. De izquierda a derecha tenemos  a Germán, Isabel del Collerero, Manuel Motos, Paquita Motos, Isabel de la Digna, Deogracias, D. Juan el sacerdote y director, Sergio, Maruja dela Julia, Daniel de la Evangelina, su hermana Isidra y José Mª de la Eufemia. Debajo, Antonio el Señorito y Fernando de Antonio Gil.

GERMAN
     Si había una estrella para los parroquianos que sobresaliera por encima de los demás, éste era Germán. En su vida diaria se dedicaba a la barbería y además era el sacristán del pueblo, que te hacía pensar que su participación en la liturgia era una muestra más de su afición al teatro. Era un gran actor cómico y su sola presencia en el escenario provocaba las risas de los espectadores.

Siempre buscando la complicidad del público, con sus gestos y poses

     Con una voz potente y expresiva, unidas a su facilidad para provocar la carcajada, hacían que, a veces, él solo se bastara para montar un sainete, hasta ya mayor pudimos ver en diferentes fiestas de verano como se las apañaba para montar ciertos pregones y romances en el escenario, con total soltura y desparpajo.
D. Rafael y Germán, sacerdote y sacristán, el responsable de 
que Topares tuviera su salón parroquial y el gran actor 
cómico del pueblo. Puedo aventurar que se encuentran en la 
puerta de la barbería de Germán.

     Los aficionados reían a carcajadas con sus ocurrencias, en los entreactos de las funciones de teatro o al final era frecuente que hiciera su pequeño sainete, a todos les gustaba mucho y era muy ovacionado. Su hijo Juan me contaba que el último sainete que montó se llamaba “Yo soy un sinvergüenza”, ya en los últimos años de vivir aquí, antes de marchar a Valencia
La última obra que recuerdo fue dirigida por D. Juan García,  el sacerdote de entonces y después, en navidad sobre todo, se han dado diferentes representaciones sobre temas navideños y pequeñas representaciones por jóvenes o niños de la escuela. La televisión fue entrando cada vez más en las casas, la población se ha ido envejeciendo, la mayoría de los jóvenes se encuentra fuera estudiando, todo ha hecho que esas tradiciones se vayan perdiendo. Actualmente renacen un poco con las representaciones que en las fiestas hacen las mujeres de la Asociación o el Centro de adultos, pequeñas obras de teatro de carácter costumbrista y de humor, pero se ha perdido la grandeza de antes, pues tienen lugar dentro del bullicio propio de las fiestas y al no contar ya con el  salón, no revisten el bombo e importancia que tuvieron en su momento.
.- El sacerdote es D. Rafael, persona muy importante en el desarrollo de las comedias y el cine en Topares. En su etapa topareña impulsó la construcción del salón parroquial. Involucró en la obra a todos los vecinos. Unos aportaban peonadas de trabajo, bestias para el acarreo de material, materiales, dinero. Según la disponibilidad y posibilidades de cada uno. En él se realizaban comedias, cine, después la televisión, bodas y cuantos acontecimientos se desarrollaban en el pueblo. Aquí lo vemos con Julián de Amable, José Mª de la Eufemia. Debajo, los hermanos de Julián, Amable y Segundo, Germán y Miguel del  Peritano. Julián, Amable y José Mª se encargaban del cine y después de la televisión.

Primera obra que se representa en el recien construido Salón Parroquial, en ella se reconoce a Germán, Juan de la Germana, Amparo de la Chipilina, Rafael de la Isabelica y Bernarda, la hermana de D. Rafael.








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