sábado, 25 de marzo de 2023

FELICES NOVENTA AÑOS

 

Noventa años cumples. Desde la infancia tenías la cara de formalidad, desde pequeñas eras responsable de tus hermanos, y de todo lo que fuera necesario. Que suerte hemos tenido los que nos hemos criado bajo tu protección.

Joven te casaste y junto a papá creasteis una familia de amor y felicidad. A nosotros nunca nos llegó las posibles preocupaciones o tensiones. Disfrutábamos de un ambiente de encanto.

Tenía que buscarte una sonrisa. Pues también eras capaz de desarrollar alegría para ofrecérsela a los demás. Mirando que nadie tuviera motivo para considerarse desdichado. Queriendo que todo el dolor fuera para ti y que los que te rodeaban no sufrieran nada.

No podías parar, no puedes parar, siempre en la faena. Tienes 7 años cuando empiezas a hacerte cargo de tus hermanos. Después, en la casa, asumiendo todo el trabajo. Cuántas veces pienso en los años de Murcia, qué valentía, decisión, nada se te hacía grande. Por fuera todo era alegría y tu sola sufrías todos los problemas que surgían. Con tal de que nosotros no nos enterásemos, tú cargabas con todo. Con tu esfuerzo no nos faltaba de nada y así salimos adelante. Gracias.

Al final llegaron los nietos y te llenaste de felicidad. Siempre te han sobrado energías y ahora también estabas para todo lo que hiciera falta, dedicándote a ellos en cuerpo y alma. Ahora nos llena de ilusión ver como ellos te adoran.

Cada uno diferente pero los dos iguales para tí. Me encanta ver la complicidad con ellos, siempre ofreciéndoles aquello que desean, buscando su felicidad, queriendo a sus parejas, procurando que su estancia en Topares sea paradisiaca.

Hace poco has recibido uno de los regalos más ilusionantes, más deseados, un biznieto, Gonzalo. Tu cara lo expresa todo y parece que él queda maravillado de estar en tus brazos. Siento que con él has vuelto a nacer y conociéndote, dispuesta a empezar otros noventa años y nosotros dispuestos a disfrutarte.

Hoy, 25 de marzo has cumplido noventa años manteniendo el mismo espíritu de sacrificio de siempre, el mismo ánimo, las mismas ganas de ayudar, de ser útil, por eso todos los que te rodean queremos seguir disfrutando de tu presencia. Estoy muy orgulloso de que me hayas dado la vida, de que seas mi madre. Te quiero, te queremos.













miércoles, 15 de marzo de 2023

CUANDO DABAN LA LUZ

 

Nací en el año 1955, por lo tanto, mi infancia se desarrolla entre los años cincuenta e inicios de los sesenta. El pueblo ha cambiado, nosotros hemos cambiado, la realidad que nos circunda no es la misma, vamos es que ni se parece a aquellos tiempos.

Con mi padre, delante de la casa de Filiberto,
 siempre aparezco con una cara un tanto enfadado,
como estar harto de tantas fotos.

Además, la infancia permanece en nosotros como una etapa feliz, sin responsabilidades, sin agobios, donde el juego y la libertad presiden tus quehaceres, donde recibes continuas atenciones de tus familiares y de los vecinos. Después la realidad no fue así, pues en el momento de vivirla tuvimos muchas frustraciones, cabreos, no poder hacer aquello que nos apetecía, prohibiciones, castigos, desplantes, etc.

 La escuela no siempre era agradable, hoy te habías descuidado y no habías hecho la tarea o, no te sabías la lección que tocaba y te quedabas encerrado después de las cinco horas de escuela, con la consiguiente regañina de la madre o el castigo sin salir a jugar. Eran tiempos en que no había la laxitud de ahora con los niños, había que ser obediente, sumiso y seguir unas reglas muy marcadas. Como a lo largo de toda la vida, en la infancia también se daban situaciones empreñadoras, instantes en que pensabas lo mierda que era vivir y, ansiabas ser grande para hacer lo que te diera la gana, porque inocentemente te imaginabas que los mayores eran los que hacían lo que querían y tu codiciabas el momento en que no hubiera nadie que te castigara o que te prohibiera salir o hacer algo que te apetecía.

Mi infancia topareña acaba muy pronto,
con apenas diez años marcho a estudiar a
Vélez Rubio,yo que como decía mi padre,
 aún no sabía vestirme solo

   Reservado, miedoso, vivo una infancia más de casa que de calle, aunque cuando salía era acogido y respetado por los demás, siempre participabade los juegos como uno más del grupo.

    Uno de esos instantes decepcionantes  que nos tenían marcados era por la tarde, anocheciendo, cuando más enfrascado   estabas en el juego  venía la luz, ese era el momento en que teníamos que recogernos en casa. Quizás tenga que explicar que quiere decir cuando venía la luz. En Topares no había electricidad, como entonces se decía de Sevillana, pero resulta que en 1915 se construye un molino y para su funcionamiento traen desde Alemania un motor de aceite pesado y, además de para moler lo aprovechaban para darle luz al pueblo. Así se lo cuentan los niños de la escuela en 1932 a unos compañeros de Málaga:

Portada de la carta que los niños de Topares escriben a los de una escuela de Málaga

“… En frente de la iglesia, un poco más abajo, está el molino que muele el trigo y da la luz eléctrica. El molino tiene dos piedras que las mueve un motor de aceite pesado que también le hace andar a la dinamo para la luz.”

Dibujo del pueblo hecho por uno de los niños, Patrocinio Navarro (Patrón). En el dibujo se señala perfectamente el pueblo, la curva de la carretera, la iglesia, detrás la posada de Fernando, el molino. Es un dibuijo perfecto.

Así hacen una instalación general, a cada casa le cobraban una cantidad según las bombillas que tenían y cuando se hacía de noche le daban luz al pueblo, el servicio lo mantenían hasta las doce de la noche en que una señal que consistía en apagar y encenderla tres veces nos avisaba que pronto nos quedábamos a obscuras. En las casas se comentaba, ya han hecho las señales, vamos a acostarnos pues ya sabían que en unos diez minutos dejaba de haber luz en las casas y en el pueblo. Si todavía no pensaban acostarse se encendían quinqués y candiles y continuaban la velada. Así es que, por la tarde, cuando venía era la señal que tenían establecida las madres para que los niños nos recogiéramos.

Equipo de fútbol de la escuela, seguro que conoceréis a alguno,
podemos identificar a Luís Martínez (del chalet), su hermano Vicente,
mi padre José María Robles, José Mª de la Eufemia, Patrón, Ambrosio, ...
Os animo a que aportéis más nombres.

En nuestro diario había una serie de normas que teníamos que cumplir. Ya he dicho lo de la recogida. En verano no podía salir a la calle hasta que el sol no estuviera un poco bajo y hubiese pasado el calor sofocante. No podía quedarme encerrado en la escuela por no saberme la lección, ni podía hacer cualquier barrabasada en el pueblo, así como mostrarme maleducado en las visitas en las que tampoco tenía que mostrarme caprichoso y rechazar lo que se me ofrecía a menos que mi madre me indicara que lo cogiese. Tampoco podía llegar a mi casa muy sucio por haber jugado en la tierra de forma alocada. Estaba totalmente integrado, participaba de todos los juegos con éxito y cuando salía a la calle siempre encontraba algún grupo con el que jugar. Eso no quita para que haya sido reservado como lo he sido toda mi vida, un tanto retraído, nada atrevido, ni osado, aquello que se decía un chico bueno.

 

miércoles, 1 de marzo de 2023

PRIMEROS RECUERDOS

 

Topares en lo remoto, quizás sea la primera foto del pueblo desde la distancia.
Foto: Miguel González

De pequeños necesitamos una referencia para mirar hacia el exterior. Un exterior para nosotros extraño, misterioso, agradable o desagradable según momentos. En esas primeras miradas, siempre a través de la madre que, aunque has nacido, has venido al mundo, parece que aún formas parte de ella.


En los primeros pasos, siempre expectante de lo que ocurre ante mí.

En el paso del tiempo siempre es difícil determinar esos primeros recuerdos si son reales o se han ido formando en tu imaginación a fuerza de oírlos contar por los mayores. Así mis primeras imágenes confusas corresponderían a dos momentos. Estamos en la construcción del salón y en mi mente se quiere dibujar la tapia más cercana a la carretera y unos hombres trabajando en un andamio. En otro instante es con mi hermana, se ha caído de el cuna y yo la subo cogiéndola de cualquier manera y me hecho encima para que no vuelva a caerse. Ella, claro, no para de llorar.

En ese inicio no me viene a la cabeza ninguna sensación amenazadora, nada que me provocara miedo, angustia, temor, todo bajo la protección de mi madre. Curiosamente me ha creado seguridad en el trabajo, pero indecisión en lo personal haciendo que ese agobio me cause miedo al fracaso. Esa inseguridad en mi vida íntima me puede hacer perder las formas y los modales.


Un Topares en blanco y negro, callado, sencillo pero lleno de vida, de movimiento.
Foto: Jesús Martínez


En mí se dibuja un Topares infantil en blanco y negro. Calles tristes pero muy transitadas, personas andando de aquí para allá pero como si tuvieran prohibido reírse. Pasos cansinos, ruidos de animales, niños jugando, madres llamándoles a gritos, regueros de agua que corren libremente por las calles, tierra, barro, nieve.Todo primitivo...


Como si de una pintura se tratara, la calle de San Vicente
 y un campo en el horizonte cubierto de nieve, bendita agua.
Foto: Miguel González

Es un mundo íntimo, interior, aislado donde apenas nos llegan los sones del exterior, del progreso, lo que nos hace creer, en la inocencia de nuestras alcances infantiles, que el mundo se concreta en Topares.

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