Las dos fotos separadas
en el tiempo guardan una extraordinaria relación. En la más antigua aparecen mi
abuelo Vidal y Juan el Carrero.
Mi abuelo era de
profundas convicciones religiosas, en aquellos lejanos años era de los pocos
hombres que comulgaba con asiduidad, lo frecuente era que los hombres lo
hicieran solo por semana santa o en alguna ocasión muy importante. Siempre
estuvo muy relacionado con la Hermandad de Animas y durante muchos años fue su
secretario, y le encantaba poner orden en las procesiones, que las filas fueran
perfectas y que nadie alterara el desarrollo de la misma. Más de una vez me
comentan, como un dicho, que desde que falta Vidal no ha salido una procesión,
en el pueblo, ordenada.
Situándonos en el
momento actual, el año pasado su hijo, mi tío Daniel prometió unas andas nuevas
al santo y así este año se han estrenado en la procesión. Durante toda la tarde
se mostró emocionado, acompañado de parte de sus hermanos y no he podido evitar
unir las emociones como si pudieran volar en el tiempo. Imaginar la emoción que
hubiera sentido mi abuelo de poder estar presente en ese momento, satisfecho de
su obra, orgulloso de la aportación de su hijo y, aunque era hombre poco dado a
expresar públicamente sus entusiasmos, seguro que hubiera sido una gran ocasión
para verlo emocionado a lo largo de tarde.
Finalmente, que
acciones como esta y la de la inauguración del monumento a las migas, nos
muestran que Topares no se rinde y que sigue vivo a pesar de los difíciles
momentos que viven las poblaciones rurales. ¡A seguir luchando!