Ya lo decían estas pasadas mañanas los mayores: “Esta tarde puede que caiga una…”.
Ya lo advertían más
convencidos la mañana del domingo, observando lo que mostraba el horizonte de
la Jarosa, o lo que emergía por detrás del Cerro Gordo: “Esta tarde sí se puede
liar una gorda...”.
Ya lo amenazó diez
minutos antes del estruendo el sabio anciano, de cuando los ancianos eran el
signo de la sabiduría: “Hay dos nubes encima que no me gustan nada, nada…”.
Así fue, antes de
darnos cuenta los cielos se abrieron y se precipitaron sobre nosotros, caía
agua y piedra con maldad.
Qué tendrá Topares,
entre las actuaciones caprichosas de las nubes divinas, los que nos quieren
mucho y las cobardes avionetas que parece que cuando nos hacen falta se
esfuman, Topares siempre se queda a medio camino, aparece maldito en su lenta
agonía. Otro año sin cosecha.
Menos mal que siempre
nos deja una luz de esperanza, ese sol tras la montaña que nos dice que a pesar
de todo siempre vendrá un día resplandeciente.
Las fotos son de Antonio
Cruz, magníficas y oportunas, espero que ninguno de esos granizotes haya
escogido tu cabeza para aterrizar.