Querida Rosario:
Han acabado las
fiestas de verano. En estos días pasados, el pueblo se ha llenado de alegría,
por sus calles han paseado individuos, unos de aquí, otros que han regresado al
pueblo después de varios años de ausencia, visitantes, invitados o curiosos. El
caso es que en estos días el pueblo se ha poblado de voluntades. Pero todos
estos seres, en momentos se convertían en nada, pues entre ellos no estabas tú.
Todo empezó el jueves con la
fiesta ibicenca. Sí, me puse de blanco, era mi homenaje a ti, seguro que te
agradaría verme así, en algo organizado por el pueblo tenía que participar,
como tú lo habrías hecho, como tú lo hubieras querido. Concurrió mucha gente,
muchas ganas de reír, mucha alegría, en mí, mucha nostalgia, añoranza, recordando
como el año pasado participábamos del mismo júbilo, cuando la ilusión de estar
juntos conquistaba toda nuestra
naturaleza.
Qué orgullosa te hubieras
sentido la noche de la presentación de la Revista Velezana, el acogimiento que
tuve por todos, el reconocimiento y la gratitud expresada por la mayoría. El
baile, la música, el pueblo en su esencia, disfrutando, participando,
compartiendo, todos unidos en una misma idea, Topares.
Durante mi intervención en la presentación de la Revista Velezana |
La noche de las migas, esa
reunión alrededor del fuego purificador. Amigos, familiares, conocidos, en
comunicaciones paralelas, cruzadas, pero todas unidas por unos lazos que
traspasan la sangre, que va más allá de las relaciones directas, para
convertirse en afinidades promovidas por
la luz, el aire, el espíritu de este lugar sencillo, amable, acogedor, esa
aureola resplandeciente que nos envuelve y se llama Topares.
Esa magia de las migas
desaparece cuando deambulo, yerro entre las sartenes al fuego, buscando a mi
amada. Trato de descubrir, de adivinar tu presencia y me encuentro con el más
horrible de los silencios, con el más espantoso de los vacios. Busco tus
huellas, tus pisadas, tu aroma, tu voz, tu sonrisa y la frialdad de la noche
calurosa me responde con tu ausencia, tu mutismo, La insolencia de tu partida,
el desvanecido de tu imagen, el más imponente de tus silencios, la pérdida de
tu fragancia, todo me sume en la tristeza más pavorosa. Siento envidia por la
alegría de los demás, y me sorprende que
puedan tener motivos para tanto júbilo y me encoleriza mi amargura que me
sucumbe en la obscuridad de la muerte.
Un año antes la música bullía en tu cuerpo, tu alegría inundaba el recinto, tu sonrisa nos contagiaba a todos |
Rosario amada, las fiestas han
terminado, pero para mí la fiesta es tu recuerdo, la memoria de tu amor, de tu
deseo, de tu pasión, la estampa de tu figura, el canto de tu voz, la evocación
de tus palabras, la añoranza de tu
aroma, la polifonía de tu sonrisa. Rosario deseada, mi fiesta, mi vida, mi
sonrisa, eres solamente tú.
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