A Rosario, que
ha sido mi luz,
me ha enseñado
a amar lo sencillo,
el aire, la
tierra, la callada.
Cuando escribo siempre encuentro una dificultad manifiesta para encontrar las primeras palabras con las que empezar el texto. Más, cuando lo que intento es contar actividades a partir de las sensaciones que me produce un lugar que llevo dentro: Topares. Pretendo evidenciar cómo el paso de los años me va acercando a lo profundo, a lo sustancial, lejos de los años juveniles, en que esa esencia no alcanzaba a vislumbrar.
En los años de plena juventud los sucesos que acaecen marchan a tanta velocidad que no hay tiempo
ni tranquilidad para analizar las sensaciones y emociones que transmiten. Por
eso me formaba una visión de Topares permanente, quasi anclado en el tiempo, a
lo más, lo veía curioso, sin ver más allá de la armonía familiar, de la
relación con los amigos, de la riqueza que aporta tu propia vida, tan
importante en esos años. Todo se supedita a aquello que te ocurre.
Desde
que te levantas quieres un día plagado de actividades, de acciones y
sensaciones. En esa celeridad no puedes captar el valor del silencio, de la
limpieza de las miradas, de la transparencia del aire, de la sencillez y
humildad que envuelve al pueblo. Solo eres sensible a lo que te ocurre y cómo
te ocurre.
Al
sentirte cautivado por la primera muchacha, a la que quieres hablar y no te
atreves, cuando llega el primer amor, las primeras fiestas con los amigos, las
primeras copas. Los estudios fuera, los problemas generacionales, la
incomprensión de los mayores, los calentamientos de cabeza que tú mismo te
provocas, el pensar que todos están en el error y solo tú tienes la solución,
soñar con que algún día te comerás el mundo, que tuya será la revolución. Ideas
tener muchos días por delante y cosas por hacer.
Pero en esto, sin avisar, llega el momento
en que los acontecimientos que te turban no van tan de prisa, ni tienes tantas
actividades. Cuando llegas al pueblo y empiezas a mirar a los que te rodean y
compruebas que muchos son menores que tu, que a algunos ya no conoces. Que ya
puedes disfrutar del enamoramiento permanente de una persona, que gozas con las
pequeñas cosas, de las simples miradas, de los callados susurros y, descubres,
que el silencio también es música. Sin saberlo empiezas a deleitarte con una
sencilla conversación, con todo lo que te rodea, tus vecinos, del pueblo con
sus silencios y su aire, tanto de los días de sol, de lluvia o de nieve, de un
transcurrir del tiempo parsimonioso, dulce y tierno. Ahora si, ahora se te
aparece y se encierra todo en Topares.
LA CULTURA DEL PUEBLO
Topares en su historia ha sido un lugar de
a ninguna parte, en la encrucijada de tres provincias, Almería, Granada y
Murcia, no ha sido tránsito hacia ningún sitio, lo que ha hecho que sus gentes
se mantengan en un conjunto. Aquello que se hace se concibe abierto a todos, en
las fiestas se procura que estén todos, en las tristezas nos asistimos inseparables.
Juntos podemos hacer feliz a un niño en su momento de gloria, o participamos de
una cena de Nochevieja, o esperamos a nuestros estudiantes para que puedan
alegrar el carnaval. Unidos asistimos a cualquier requerimiento, a cualquier
acto, aunque solo sea por el encuentro, por el goce de saborear esos momentos
de hermandad, armonía y convivencia.
De esta manera ha sido siempre, lo hemos
vivido en la celebración de nuestras navidades, de las fiestas, en las
reuniones y sobre todo en las conmemoraciones del ciclo festivo.
El estudio del ciclo festivo de un pueblo
ha sido uno de los instrumentos más importantes con que han contado los
antropólogos para estudiar la sociedad
de los mismos. A través del cual han avanzado en el conocimiento de las
relaciones sociales, de los nexos que se daban de igualdad y subordinación,
ayudando al estudio de sus utensilios, usos, costumbres y maneras. Así han
llegado al conocimiento de su cultura, que no es otra cosa que todo aquello que
nos hace aparecer como una unidad delante de los demás grupos.
Por desgracia, actualmente, poco nos puede
aportar el estudio de estos ciclos tal como acontecen hoy. Las fiestas que
celebramos se parecen todas como una gota de agua a otra. Lo que llamamos
diversión se ha apoderado del contexto, y diversión es comer, beber, bailar y
bailar, beber, comer. Todo aderezado por una especie de oda al riesgo y al
atrevimiento. Lo fantástico ha quedado como el aguantar más, el dormir menos,
estar el mayor tiempo posible en la calle y si hay que dormir en ella, se
duerme. Beber y beber en los jardines, bailar a ritmos frenéticos y monótonos
hasta la extenuación. Incluso cuando aún perduran algunas tradiciones parece
que solo importa el exceso, así cuantos más seamos mejor, cuanto más
manifestemos nuestro fervor mejor, cuanto más bebamos mejor, cuanto más tiempo
sin dormir mejor, cuanta mayor osadía mejor. Todo agravado porque el ciclo
festivo ya no son unos días señalados, sino que se amplía a lo largo de todo el
año, cualquier fin de semana es bueno para tener una fiesta en los alrededores
y, cuando no las haya, nos la inventamos. Cuando no ocurre que con la llegada
masiva de foráneos, los lugareños se quedan en minoría ante los visitantes y,
éstos, en su desfachatez, incluso llegan
a apoderarse de la autenticidad del acontecimiento.
Por suerte entre nosotros no siempre ha
sido así, aunque nos tengamos que remontar a tiempos pretéritos para situarnos
cuando las fiestas y celebraciones daban carácter y forma al pueblo. En Topares adquirían gran
significación las navidades. Al ser un pueblo agrícola y ganadero, tomaban gran
consideración las de San Antón por la ganadería y San Isidro por los campos.
Semana Santa también constituía un momento importante y como ocurre en otros
lugares, adquieren gran importancia en el desarrollo cultural del poblado “LAS
COMEDIAS”.
las comedias
En mis recuerdos de la infancia tengo muy
presente una representación: “La casa de Quirós”. Además a lo largo del año era
frecuente que viniera alguna compañía foránea que casi siempre traían un
programa con una obra o sainete y una parte de revista.
En esos tiernos recuerdos cuatro momentos
se han quedado grabados en mi memoria de forma especial, pues me produjeron
asombro y admiración. En “La casa de Quirós” se daba un noviazgo que no era
aceptado por el padre de la novia, cuando se entera dispara con una escopeta al
novio que huye. En el escenario, en la pared del salón, a la derecha había un
ventanuco que daba al cementerio viejo, todavía no existía lo que después fue
el teleclub y, por ahí, hicieron el disparo que no se veía. El estruendo
producido en el salón y pensar que le habían disparado a alguien, me dejó
fuertemente impresionado y así ha perdurado.
Momento en que el padre(José Mª de la Eufemia), simula disparar sobre el novio, la pose del actor cómico(Germán) quita dramatismo al momento |
Los otros momentos van asociados a las
compañías que venían. En un baile de revista flamenco, la bailaora con sus
insinuaciones fue subiendo de tono a los jóvenes y menos jóvenes. Cuando
alguno, más atrevido, no se puedo contener y se expresó de forma más
contundente, la danzarina le dijo “No te parece mucha barca para tan poco marinero”.
Todo el salón estalló en carcajadas y risas y por algún tiempo se hacía mofa y
burla de la ocasión. En la misma función u otra, quede asombrado cuando un
guitarrista, se paseaba por el escenario tocando la guitarra, con la misma
encima de la cabeza, como en la espalda. Y por último, en la representación de
una obra había una escena en un cementerio, cuando se desataba una gran
tormenta. El miedo de la escena, agravado por los efectos especiales, truenos,
rayos, relámpagos y vendaval me impresionaron. Ahora pueden parecer
rudimentarios pero entonces era lo más auténtico que había visto. Quedé
admirado.
Estamos en los años 50, las noches de otoño
e invierno son muy largas, sin televisión ni otros argumentos para salvar las
largas veladas nocturnas. Así era fácil implicar a jóvenes y menos jóvenes en
la preparación de una comedia, constituían un motivo para el esparcimiento y la
mejor manera de alegrar las crudas noches del invierno. No sería de extrañar
que de esas cálidas veladas surgieran romances y amoríos entre ellos, o al
menos una excusa para poder mantener conversaciones los jóvenes de los dos géneros.
Los escenarios en los que se llevaban a
cabo las representaciones eran variopintos, el más celebrado de los que me han
contado era donde se celebró la representación del “Orgullo de Albacete”, el
corral de la casa que era de mi abuelo Vidal Motos, que en la actualidad es de
Diego y Carmen.
En una rinconada del mismo construían el
escenario con tablones que se traían de la carpintería de José Mª de Eleuterio,
recubrían las paredes y el escenario con colchas y mantas como las que se
colocan en el Corpus y, sobre estas montaban el decorado. En una pared del
rincón hay un balcón, no muy alto a la calle, que da a una sala, la “sala del
balcón”, la aprovechaban para cambiarse y colocaban una pequeña escalera para
bajar al escenario.
Otros lugares en los que en alguna ocasión
se celebraron representaciones fueron la porchá y el corral de José Manuel
Serrano, en lo que hoy llamamos “Plaza de las Pulgas”. Me imagino que días
antes se llevarían el ganado a otro lugar para adecentar y preparar el lugar
para el acto. Entre el año 1958 y 59 se construye el salón parroquial y a
partir del momento se dispone de un local para las funciones, donde también se proyecta cine y que después acogerá a la
primera televisión. Contaba con su escenario permanente, con foso para el
apuntador, telón y, a lo largo de la pared estaban colgadas las tablillas con
el número de las filas de sillas. En las semanas anteriores a la función, los
actores y actrices, a la salida de misa, vendían las entradas numeradas, por lo
que variaban los precios y prácticamente toda la vecindad acudía al estreno,
del que se hacían varias representaciones para que del primero al último la
pudieran ver.
Entre los más mayores se recuerda con gran
cariño la representación de la obra “El orgullo de Albacete”. Se representa en
los primeros años 50, tenemos un panfleto en el que no aparece el año, solo que
se representa el diez de mayo. En el mismo aparecen el nombre de los actores y
la función tiene lugar en el corral de mi abuelo Vidal Motos. Podemos observar
la fotografía del elenco de actores y el director, el sacerdote D. Felipe. Obra
adaptada al castellano por Antonio Paso y Joaquín Abatí, se trata de un pintor
bohemio que está muy influenciado en su comportamiento y en sus decisiones por
la novia y un amigo que es un libertino empedernido. En esto otro amigo,
profesor de matemáticas, le pide ayuda
porque ha roto con la novia días antes de casarse, a partir de aquí se inician
todas las peripecias. Ha quedado siempre en el recuerdo de las personas que
disfrutaron de ella.
Otra obra que tenemos noticias es en el año
1952, en este caso se trata de una representación infantil que se celebró con
motivo de la festividad de la Ascensión, como podemos observar gracias a la
aportación de este pasquín anunciando las fiestas de San Isidro y la Ascensión.
Se trata de la “Florecilla de Lourdes” preparada en esta oportunidad por Dª
Fuensanta López Serrano, hija de José Mª de Eleuterio y hermana de D. Daniel,
mi maestro. Además se acompañaba de un diálogo en panocho: “Se me pegó el
arroz”.
Miremos las fiestas de aquellos años en que consistían |
Ya a principio de los años 60 tiene lugar
otra representación de gran éxito, “La casa de Quirós” de Carlos Arniches,
recuerdo un gran cartel con el nombre colocado encima del telón. El decorado
era el de una habitación de una casa y había en frente a la derecha una puerta
con una cortina por donde se hacían las entradas y salidas. Entre los actores y
actrices estaba José Mª de la Eufemia que hacía de padre de la novia, mi tía
Paquita Motos, la novia, mi tío Manolo, el novio, Germán un aldeano, mi primo
Daniel de la Evangelina, el cura. Esta obra fue dirigida por D. Rafael, el
sacerdote que había en ese momento y que además fue el que construyó el salón
parroquial.
En síntesis era una muchacha enamorada de
un apuesto joven. El padre de ella, que todavía se cree en un estado feudal
donde hay nobles y vasallos, no autoriza el compromiso y una noche dispara al
novio haciéndole creer a la novia que ha muerto. Ella enloquece tras la
noticia, finalmente con la intervención del cura y los vecinos y, ante la
enfermedad de la hija, el padre accede al casamiento y todo termina en
felicidad. Los personajes principales eran el padre, la novia, el novio y el
cura. Además estaban los aldeanos que trabajan para el señor, que ponen la
gracia y el humor en el drama y, donde destaca de forma especial Germán. La
representación fue un éxito y en los días posteriores era tema de conversación
entre los vecinos del éxito de la
función.
GERMAN
Si había una estrella para los parroquianos
que sobresaliera por encima de los demás, éste era Germán. En su vida diaria se
dedicaba a la barbería y además era el sacristán del pueblo, que te hacía
pensar que su participación en la liturgia era una muestra más de su afición al
teatro. Era un gran actor cómico y su sola presencia en el escenario provocaba
las risas de los espectadores.
Siempre buscando la complicidad del público, con sus gestos y poses |
Con una voz potente y expresiva, unidas a
su facilidad para provocar la carcajada, hacían que, a veces, él solo se
bastara para montar un sainete, hasta ya mayor pudimos ver en diferentes
fiestas de verano como se las apañaba para montar ciertos pregones y romances
en el escenario, con total soltura y desparpajo.
Los aficionados reían a carcajadas con sus
ocurrencias, en los entreactos de las funciones de teatro o al final era
frecuente que hiciera su pequeño sainete, a todos les gustaba mucho y era muy
ovacionado. Su hijo Juan me contaba que el último sainete que montó se llamaba
“Yo soy un sinvergüenza”, ya en los últimos años de vivir aquí, antes de
marchar a Valencia
La
última obra que recuerdo fue dirigida por D. Juan García, el sacerdote de entonces y después, en
navidad sobre todo, se han dado diferentes representaciones sobre temas navideños
y pequeñas representaciones por jóvenes o niños de la escuela. La televisión
fue entrando cada vez más en las casas, la población se ha ido envejeciendo, la
mayoría de los jóvenes se encuentra fuera estudiando, todo ha hecho que esas
tradiciones se vayan perdiendo. Actualmente renacen un poco con las
representaciones que en las fiestas hacen las mujeres de la Asociación o el
Centro de adultos, pequeñas obras de teatro de carácter costumbrista y de
humor, pero se ha perdido la grandeza de antes, pues tienen lugar dentro del
bullicio propio de las fiestas y al no contar ya con el salón, no revisten el bombo e importancia que
tuvieron en su momento.
Cada pueblo tiene su cultura y sus tradiciones, y es bonito recordarlas y homenajear a quienes las hicieron posibles. Normalmente, al frente estaban la gente más cultivada: el maestro, el cura... y los demás del pueblo colaboraban, cada uno a la medida de sus capacidades.
ResponderEliminarEn mi pueblo, Balsareny, que a finales del XIX y principios del XX vivía de la industria textil y del campo, llegó a haber dos grupos culturales: el Centro católico (escuela, coro y grupo de teatro) y el "Casino" o Ateneo obrero republicano, laico y sindicalista (escuela, salón de baile y grupo de teatro). Tenían una sana competencia y la gente del pueblo podía gozar de los espectáculos que ambos grupos ofrecían. La guerra acabó con todo, y en la postguerra ya sólo había el Centro católico, hasta los años 60, en que los que entonces éramos jóvenes empezamos a montar otras actividades (boy scouts, teatro, más adelante el Cercle Cultural en que tú mismo colaboraste, ya en los ochenta).
Hoy todo ha cambiado: la cultura de la televisión, el automóvil, las vacaciones, internet... hacen más difícil mantener las actividades culturales locales, que tienen más mérito aún, si cabe. Por eso es de agradecer que nos las recuerdes, con todo lujo de detalles: fotos, nombres, datos... Aquellas personas, que trabajaban desinteresadamente para ofrecer cultura a sus vecinos, se lo merecen. Muchas Gracias, Alfonso.
Ramon
Ramon, muchas veces tengo la sensación de que nuestra generación ha sido afortunada. Se ha desarrollado en el camino de dos mundos.
EliminarEn nuestra juventud disfrutamos de un mundo dominado por las relaciones humanas, colectivas. Nuestros pueblos eran una puerta abierta a la convivencia de todos los vecinos. Eran tiempos de socialización, de vida y proyectos en común. Una sociedad de artesanos, donde todo era producto de la necesidad de compartir, expresar y participar de la vida de los demás.
En nuestra madurez, vivimos este otro espacio vertiginoso, los relojes se han apoderado de nuestros ritmos y la aparición de nuevos instrumentos provoca que las relaciones humanas tradicionales sean prescindibles, que nos lleva a desarrollarnos en un círculo íntimo, familiar y de amigos.
Pero todavía quedamos nostálgicos y enamorados de esas otras proximidades. Vosotros, con el grupo de teatro La Lluerna, El Cercle Cultural, El Sarment sois un ejemplo de personas que buscan interrelacionar, encauzar las inquietudes colectivas al resto de la comunidad. Buscar la implicación de los vecinos en los proyectos del pueblo, Balsareny.
¡A seguir trabajando para que el mundo no sea solo internet y las maquinitas que nos aíslan del resto!
¡Amén!
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