El conjunto de celebraciones, fiestas y acontecimientos lúdicos de un pueblo, constituye lo que llamamos ciclo festivo. En el estudio que hacen los antropólogos de la forma de vida y sus relaciones de los pueblos, este ciclo festivo es tenido muy en consideración, pues en el desarrollo del mismo se reproducen muchas de las relaciones sociales que se dan en la vida cotidiana.
Para comprender y conocer cuál ha sido la forma de vida de cualquier sociedad, el antropólogo no solo estudia su ciclo festivo, además se interesará por sus utensilios, sus costumbres, trabajos, pensamientos, legados que nos llegan de forma oral o escrita, cuando no dibujos y representaciones de sus tareas y celebraciones. Todo cuanto nos permita conocer su evolución, buscando quizás, justificar nuestros modos de vida actuales e incluso tratar de establecer como evolucionaremos en un futuro.
A raíz de la entrada sobre las fiestas de San Isidro me han llegado por vía de José Antonio López unos folletos de teatros y fiestas de los años 50, como documento ya constituyen una joya pero fijémonos en ellos para saber un poco más de aquella sociedad.
Tengo que decir que mi memoria de niño me trae recuerdos de finales de esta década y sobre todo de los años 60, pero los cambios en esos tiempos eran mucho más lentos que en la actualidad, así que no diferían tanto de lo que yo viví en mi pequeñez. Quizás la mayor divergencia es que a principios de los cincuenta no se había iniciado la emigración masiva, ya lo hacen algunas familias pero fue tocando más a los sesenta cuando se empieza a vivir la fuerte emigración. De aquellos 60 yo no recuerdo que se hicieran panfletos para anunciar las fiestas, ni que se diera gran pomposidad a las mismas.
Observamos que como corresponde al momento en que se vive tienen muy marcado su carácter religioso. En esos años ha habido una donación de una virgen, la de Fátima, al pueblo. Así el 12 y el 13 se le dedica diversos actos litúrgicos. Se inicia el 12 por la noche con una vigilia, en cada hora se le reza el rosario con los misterios cantados, pata terminar con una plegaria y cantar el himno de la Virgen de Fátima. Ya en el 13, a las 5 de la mañana, hoy día estaríamos en la verbena, se celebra la misa y al finalizar la misma se procesiona la imagen por el recorrido de costumbre, utilizan lenguaje de empaque, dicen por la carrera de costumbre. Seguro que de la misma participaba la gran mayoría del pueblo, primero porque había muy pocas cosas que alterara la vida diaria del mismo y a fin de cuentas era un motivo de hacer algo diferente, en segundo lugar porque en la época la iglesia detenta un gran poder y está mal visto faltar a las actividades eclesiásticas.
El 15 de mayo la festividad del patrón, solo San Isidro, se celebraba siempre en su día, afectaba solo al pueblo y entonces se distinguían poco los domingos de otros días, solo porque había que asistir a alguna de las misas que se celebraban.
La procesión se anuncia antes que la misa, transcurre por el campo y carrera de costumbre, no hace alusión a la subasta de los varales, pero tenemos noticias de celebrarse siempre. Al finalizar se anuncia una solemne misa, en el que a semejanza de ahora, anuncia que será cantada por el coro de jóvenes de la parroquia.
Para la tarde, la única actividad lúdica, la carrera de cintas, bordadas por las jóvenes de la localidad, seguro que esas carreras constituían la formalización de más de un noviaje, inicios de otros tonteos e incluso alguna peleilla porque algún mozo se llevaba alguna banda que no estaba destinada para él.
Pero solo es un descanso, volvemos a la iglesia, estamos en el mes de las flores y hay que hacer la oración a la virgen, seguro que además con más boato al estar dentro de las fiestas.
Para acabar el día un nuevo motivo festivo, la fiesta de la pólvora y traca final. Nos podemos imaginar lo que sería, cuatro cohetes y uno un poco más gordo, pero seguro que para aquellos vecinos serían toda una maravilla.
Cierto que ellos vivían el día con gran emoción y alegría, después vendrían las jornadas iguales, iguales para trabajar, sin más alicientes que las tertulias de los bares, los ocasionales bailes o las conversaciones con el novio o la novia, también las chácharas en las trasnochadas mientras se hacían las tareas de las casas.
Era frecuente oír un refrán que decía: Hay tres jueves que relucen más que el sol, jueves santo, corpus Cristi y la ascensión del señor. Pues en el año que nos ocupa al coincidir la ascensión en la semana de San Isidro, se celebra con anuncio de la misma. Al ser jueves podemos deducir que la fiesta del patrón fue en lunes y vemos como no se anuncia nada para el domingo anterior. Ya es fácil adivinar en qué consistía la fiesta, para este día anuncian dos misas, a las nueve de la mañana una en la que hacen la primera comunión los niños y niñas de la escuela. A las doce vuelta a la iglesia para celebrar una misa solemne, en la que se cantarán motetes y habrá Bendición Solemne y Reserva. Para rematar nuevamente terminamos a las nueve con las flores.
No es difícil establecer diferencias con las fiestas actuales. En las de aquellos años vemos que el eje central y casi único es la religión. En las actuales el eje central y casi único es la diversión, que si fiesta del mediodía, atracciones para los pequeños, música, baile, bares, bebida, comilonas. Como se decía cuando el progreso se iba abriendo paso, si nuestros antepasados levantaran la cabeza, la volverían a agachar de susto.
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